Película impecable como obra de arte "Esta es una película peligrosa, mucho", advierte a los timoratos J. R. Lovera de Sola sobre Zamora, tierra y hombres libres, cuyo guión tuve el honor de escribir para Román Chalbaud. Como motivos de alarma, señala Lovera que "La película es impecable como obra de arte, dirigida por uno de los maestros de nuestro cine, en ella fotografía, edición y actuaciones brillan. Su historia está muy bien contada, apasiona a aquel quien (sic) quiere ver vivos los sucesos de nuestra historia". Todavía peor, "la calidad de invención creadora es tal que hará creer a muchos que esta (sic) es la historia de Ezequiel Zamora".
Confieso ese crimen. Cuidado, pues, con obras de arte impecables, historias bien contadas que apasionan y calidad de invención creadora. Para la historiografía pitymantuana, calidad es peligro.
El panfletario Federico Brito Figueroa Pero, advierte Lovera, esta obra impecable es "peligrosa" porque se documenta en "el Zamora inventado por la historiografía marxista venezolana, en particular por el panfletario Federico Brito Figueroa (1922-2000)". Panfletario sería el autor de una obra fundamental sólida, documentada y razonada que orientó la historia venezolana por el rumbo imprescindible del análisis social, económico y clasista. Para la historiografía pitymantuana, hechos y argumentos son panfleto; adjetivos e insultos, demostraciones.
Un garrafal error histórico La historiografía pitymantuana inventa una Historia de Venezuela que nunca ocurrió y un Zamora, Tierra y Hombres Libres distinto del verdadero.
Así, Lovera miente: "Veamos: de entrada hay un garrafal error histórico. En 1846, durante los sucesos de aquel año, en que aparece Zamora en escena por vez primera, el presidente no era el general José Antonio Páez (1790-1873) como lo vemos en la película sino el general Carlos Soublette (17891870) quien nunca aparece".
Pero lo que "vemos en la película", es que cuando aparece Zamora "por vez primera" la acotación explica: "LLANOS CENTRALES, 1840". Desde el 1° de febrero de 1839 Páez ejercía su segunda presidencia. Y la película en ningún sitio dice que la ejerciera en 1846. La historiografía pitymantuana atribuye al adversario sus propias equivocaciones.
La mediación "pacífica" Si el primer yerro que el crítico advierte en la película es equivocación suya, imagínense los demás. Resumamos. Se queja Lovera de que en la cinta Fermín Toro "llamó a las fuerzas norteamericanas a intervenir en nuestro país en 1848", cuando sólo habría pedido la "mediación pacífica". Pero lo que Toro lee en la película es el escrito donde pide, textualmente: "La mediación pacífica". Para el momento de las elecciones de 1846, ya había sido detenido. Por ello ni pudo votar, como se ve en la película, ni pudieron votar por él sus seguidores". Pero en la película lo que se visualiza es que Antonio Leocadio Guzmán no pudo votar, porque antes de ser detenido se lo inhabilitó por una ínfima deuda de costas procesales. La historiografía pitymantuana es visionaria, en cuanto da por cierto lo que imagina y sólo imagina lo equivocado.
Error, entre los muchos que hay "Error, entre los muchos que hay a lo largo del film, es presentar a Zamora como el oficial que derrotó a Páez en `Los Araguatos’ (...). Zamora en ese momento sólo fue nombrado para custodiar a Páez y conducirlo al presidio".
Pues en la película lo que hace el personaje Zamora, aparte de participar con brillantez en la campaña y recibir la rendición, es "custodiar a Páez y conducirlo al presidio". Alega Lovera que la consigna "hombres libres" no era motivo de lucha en 1859, y a renglón seguido afirma que sí "está en un manifiesto de Barinas de 1859" ¿En qué quedamos? Aduce que el general Ramos fue herido, y no muerto, en Santa Inés. Pero mi guión y el film justamente lo presentan sólo como herido. Cristo salva, la historiografía pitymantuana mata.
Un esfuerzo superior a su carácter impulsivo Lovera afirma que Zamora era esclavista, lo cual "está probado documentalmente". Pero no presenta documentos. Alega que "es otro equívoco" mostrar a Zamora "organizando a los obreros bajo el monaguismo, tiempo que no creemos que se pueda pensar que existía (sic) obreros entre nosotros. Lo que habían (sic) era (sic) artesanos y campesinos". Pero Zamora en la historia y en la película organiza artesanos y campesinos. Reconoce Lovera que "las ideas socialistas ya se divulgaban en 1848", que Zamora estuvo suscrito al periódico donde se difundían, que sus camaradas eran socialistas. Pero sentencia que "Morton y Avril no pudieron convencer a Zamora de ninguna idea, incluso radical, porque como juzgó José Gil Fortoul (1861-1943): `Definir el ideal, ponerlo en contacto con la realidad, hubiera sido esfuerzo superior a su carácter impulsivo e impaciente"(Historia constitucional de Venezuela, t.III, p.157)".
El legitimador de la dictadura de Gómez, el racista que explica por "circunstancias étnicas" y "propensiones naturales de las razas madres" incluso la popularidad de los versos de Abigaíl Lozano, sería juez de lo que Zamora pudo o no comprender. Gomecismo y racismo son nuestras primeras necesidades.
Estuvieron detrás del asesinato Afirma Lovera que "La muerte de Zamora no fue como se cuenta" en la película, y afirma que Zamora recibió un balazo mortal estando cerca de Guzmán Blanco y otro soldado. Es lo que el guión y la película representan fidedignamente, sin evidenciar quién disparó. La idea de que "tanto Falcón, además cuñado de Zamora, y Guzmán Blanco fueron los que estuvieron detrás del asesinato" se le ocurre a Lovera, y con él a todo el pueblo venezolano, quizá fundándose en la presunción de que el culpable de un crimen es aquél a quien aprovecha. A confesión de godo, relevo de pruebas. Pitymantuano no sabe contar película: véala.
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