Navidad sufrida

Según una costumbre popular en Bolivia y otras regiones de nuestra América india, el 24 de diciembre por la noche, una vez los niños acostados y después de los 12 campanazos serenos, los adultos, debidamente arrebatados por el "calentaíto" andino, se paran delante del pesebre.

En una sesión tan larga como la de su piedad a medio palo, se ponen a increpar, e inclusive insultar al Niño Dios, supuestamente culpable de la inclemencia e injusticia de los tiempos. ¡Todo lo contrario de un "Alabaré, alabaré" carismático! "¡Dinos, Chuito, por qué esa m... de propietario vecino nos ha robado nuestras tierras! ¡Dime por qué tengo que prostituirme para levantar a mi niño! ¿Por qué permitiste que mi hermano fuera a parar a la cárcel, como si fuera gran cosota la bicicleta que robó al hijo del patrón? ¡Hasta cuándo, Salvador de todos, tendremos que seguir recogiendo la hoja de coca de sol a sol, bajo un calor o un frío espantoso! ¡Dinos, Condenado, por qué no acaba de ser verdad la promesa de aumento de salario por parte del amo!"... Felizmente, a esa hora, el Niño divino recién nacido duerme profundamente.

No hay peligro, pues, de que se ofendan demasiado sus oídos inocentes, por el asalto de reclamos subidos de tono...

Pero si a ver vamos, ¿y si el Dios de los cristianos hubiera venido en Navidad para escuchar esos gritos de desespero e insultos? ¿Y si hubiera venido precisamente para aguantar las blasfemias y los improperios de los niños, mujeres y hombres de la calle; para escuchar los gritos de los presos, torturados, humillados, violados y violentados de todos los Guantánamo y cárceles del mundo entero? ¿Para sufrir, con todos, los penosos desnudamientos de cuerpo y alma? El Niño de Belén todavía no sabe nada de lo que le espera.

Duerme plácidamente en los brazos de su madre. Pero su silencio ya está cargando con los llantos ahogados, palabras desesperadas, frustraciones y humillaciones, golpes y escupitajos sufridos a lo largo de los siglos. Él todavía no lo sabe. Pero 33 años después, torturado a muerte, estará de nuevo, desnudo, en brazos de su madre, hecho piltrafa humana. ¡Realmente es hermano de todos "los condenados de la Tierra"!

Sacerdote de Petare


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Bruno Renaud


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