Devaluación o rendición ante la realidad de la economía en transición

Sin ser expertos en materia económica, el sentido común se impone para entender el conjunto de medidas cambiarias, expuestas la semana pasada por el Comandante Presidente, Hugo Chávez. Nos recordó la experiencia rusa; una vez llegados al poder, el partido revolucionario, los bolcheviques, en 1917, estos no tenían en mente ningún modelo predeterminado, así como no tenían ninguna intención de construir una sociedad socialista acabada en su país. El programa del primer gobierno bolchevique no preveía la expropiación inmediata de todos los capitalistas. Apuntaban solamente, a la instauración del control obrero sobre la producción; los trabajadores debían hacer primero el aprendizaje de la gestión vigilando a los directores capitalistas. Preveían, además, la nacionalización de los bancos, previamente reunidos en un solo banco nacional, la nacionalización progresiva de los principales sectores monopolizados de la economía: el no reconocimiento de las deudas extranjeras, así como la nacionalización del suelo y del subsuelo, acompañada de un reparto de las tierras entre los campesinos. El conjunto de estas medidas no hubiera significado un cambio cualitativo de la estructura social de la economía rusa. Pero, la guerra civil se extendería por todo el país, y con ella, se abría paso, el comunismo de guerra. Ya más definidos en sus objetivos, del comunismo de guerra, el gobierno soviético, intentarían pasar, “poco a poco”, sin modificación del sistema, al verdadero comunismo. Sin embargo, tuvieron que ver la realidad y constatar la catastrófica situación económica del país, como la definía Trotsky en su Revolución Traicionada: “La producción industrial de 1921, año que siguió al final de la guerra civil, se elevó en el mejor de los casos a una quinta parte de la preguerra. La producción de acero cayó de 4.200.000 toneladas a 183.000, o sea 23 veces menos. La cosecha global cayó de 801 millones de quintales a 503 en 1922. Esto produjo un hambre espantosa. El comercio exterior descendió precipitadamente de 2.900 millones de rublos a 30 millones. La ruina de las fuerzas productivas superó todo lo que conocía la historia. El país y con él, el poder se encontraron al borde del abismo…” Ya desde comienzos de 1920, Trotsky pregonaba el abandono de las prácticas del comunismo de guerra, mientras Lenin se mantenía en contra de dicha posición.

No obstante, la crisis se acentuaba, el 2 de marzo de 1921, estalla la insurrección de Kronstadt. Días después, el 8 de marzo, se abre el X Congreso del partido Bolchevique, que adoptaría una serie de medidas que el Comité Central iba preparando hacía varios meses. “Una revolución socialista en un país como el nuestro –explica Lenin ante el X Congreso Bolchevique- puede finalmente salir airosa, pero con dos condiciones. En primer lugar, si es sostenida en el momento oportuno por una revolución socialista en uno o varios países avanzados…Hemos hecho mucho por cumplir esta condición…pero estamos aún lejos de su realización. La otra condición es un compromiso entre el proletariado, que ejerce su dictadura o que tiene en sus manos el poder del Estado, y la mayoría de la población campesina…No es apoyándonos directamente en el entusiasmo, sino mediante el entusiasmo engendrado por la gran revolución, haciendo jugar el interés personal, la mejora personal, aplicando el principio del rendimiento comercial, como debemos construir primeramente, en un país de pequeños campesinos, unas pasarelas sólidas que conduzcan al socialismo, pasando por el capitalismo de estado…”.

Nacería así la NEP, las requisas fueron suprimidas y reemplazadas por un impuesto progresivo en especie, se estableció el libre mercado, la industria privada pequeña y media. Pero Lenin, como daba este paso hacia atrás, en el avance alcanzado hasta entonces, por la economía socialista, no dejaba de advertir los peligros de la NEP: “En la primavera, decíamos que no temíamos volver al capitalismo de estado; preveíamos justamente la reglamentación del intercambio de mercancías…A partir de la primavera de 1921, todo fue adaptado con vistas a multiplicar los intercambios…¿Qué significaba esto? ¿Cuál es el plan de edificación implicado, por así decirlo, en esta noción? Nos proponíamos organizar en el conjunto del país el intercambio más o menos socialista de los productos industriales por los productos agrícolas y restablecer, gracias a este intercambio, la base de organización socialista. ¿A dónde nos ha conducido esto? Al fracaso del intercambio de las mercancías: ha fracasado en el sentido en que ha tomado la forma de compraventa…Debemos confesar que la retirada ha sido insuficiente, que hay que prolongarla, que hay que replegarse más lejos para pasar del capitalismo de Estado a la puesta en práctica de una reglamentación por parte del Estado del comercio y de la circulación monetaria…” (Lenin, Obras Completas, Tomo 32). Las palabras “retirada” y “repliegue” son elocuentes. Lenin no busca embellecer, ni teorizar unas medidas impuestas a los bolcheviques por la situación, pero que van en contra de sus ideales socialistas. Sin embargo, afirma al mismo tiempo, que la NEP será el marco obligado de la construcción del socialismo por un largo período. La contradicción no es sino aparente, las necesidades del momento no hacen olvidar a Lenin los objetivos estratégicos.

Hoy, la Revolución Bolivariana pareciera repetir la historia pero, a diferencia de un Lenin que advertía los riesgos de la NEP, el Comandante Presidente, Hugo Chávez, en contraposición, se avocó a la defensa a ultranza de unas medidas que, sin ambages de ningún tipo, tenemos que denunciarlas como contrarias al bienestar de la población y sus efectos incidirán negativamente en su poder adquisitivo y, por ende, en su calidad de vida. Por otro lado, es menester apuntar que las mismas tienen un marcado acento pro capitalismo, como lo expresa el propio ministro de planificación, Jorge Giordani: “El ajuste cambiario que realizó este viernes el Ejecutivo Nacional, al colocar el dólar oficial a 2,60 y crear el dólar petrolero a 4,30, busca hacer más competitiva la economía venezolana, al promover las exportaciones. Así lo expresó este sábado el ministro del Poder Popular para la Planificación y Desarrollo, Jorge Giordani, durante el I Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que reinició sus actividades en Caracas…”, competitividad, economía de exportación, son términos muy frescos en nuestras memorias, los gobiernos neoliberales se cansaron de emplear ambos términos para venderse como lo mejor para nuestros países. Obsérvese en que ambos ministros: Giordani y Rodríguez Araque, en todas sus declaraciones que han dado, desde que se anunciaron estas medidas cambiarias, no han pronunciado la palabra: Socialismo, es solo un detalle, muy significativo. Alí Rodríguez Araque sí que no tiene escrúpulos en admitir su vocación capitalista, al exponer su defensa de las medidas: “Explicó que el dinero es una mercancía como cualquier otra, es la mercancía universal con la que se intercambian todas las demás, por distintas razones “han subido los precios de todas las mercancías y el del dinero ha sido rezagado, es un fenómeno muy viejo que viene ocurriendo desde el siglo pasado, como el bolívar está sobrevaluado la consecuencia es que las exportaciones se encarecen y los agricultores no pueden producir para exportar, cuando eso se traduce a dólares aumenta el precio…” (Prensa Web RNV, 10-01-2010). Aquel discurso contra el dólar dónde queda? Era pura paja?. Esta actuación del pasado sábado, 9 de enero, es la continuación de aquella realizada el 11 de junio de 2008 en el Hotel Alba Caracas, en la que reunido con un grupo de empresarios, grandes y medianos, ¿qué será la vida de Alejandro Uzcategui de Empreven?, anunció un grupo de medidas tendientes a incentivarlos a invertir y propulsar la economía. Decía el Ché Guevara: "un sistema socialista que no tolera la divergencia, que no representa nuevos valores, que trata de imitar a su adversario capitalista, que no tiene otra ambición que alcanzar y superar la producción de las metrópolis capitalistas, no tiene futuro, si el socialismo pretende luchar contra el capitalismo y vencerlo en su propio terreno, en el terreno del productivismo y del consumismo, utilizando sus propias armas, el mercantilismo, la competencia, el individualismo egoísta, está condenado al fracaso", criticaba entonces al sistema político y económico practicado, en la Unión Soviética; pero que, perfectamente le encaja al modelo económico propuesto por el dúo Giordani-Rodríguez Araque.

En la acera de enfrente, el oposicionismo apátrida, como siempre rechazando estas medidas, no podríamos esperar otra cosa; después que, desde el 2007, por lo menos, andan pregonándolas, ahora se manifiestan en contra, quién los entiende?. Decía uno de sus sesudos analistas, el economista José Guerra, director de la Escuela de Economía de la UCV, lo siguiente: “Lo que ocurre actualmente con la moneda nacional hace prever que se acerca una devaluación del bolívar, inevitablemente. En Venezuela existen dos productos baratos, dos únicamente: la gasolina y el dólar. Desde enero de 2005, el gobierno del presidente Chávez optó, al igual que Luis Herrera Campíns, por fijar el precio del dólar, a una tasa de BsF. 2,15, bajo la creencia de que con esa acción se combate la inflación. Entre tanto, la inflación no baja sino que más bien sube y los productos fabricados en Venezuela se hacen cada día más caros mientras que los importados se abaratan. En estas condiciones y con el precio del dólar sin modificaciones desde 2005, la divisa estadounidense se nos muestra como un bien asequible. En el fondo la causa del problema de la pérdida de competitividad de los productos nacionales frente a los importados se hace evidente en el cuadro anexo, donde se puede apreciar que las tasas de inflación de Venezuela son sustancialmente mayores que la de sus principales socios comerciales. De esta manera, Venezuela se convierte en un paraíso para los importadores y en una calamidad para quienes producen bienes que tienen que competir con las importaciones…Todo confluye hacia el hecho de que durante 2009 la fiesta va a empezar a acabarse y que el bolívar va a tener que experimentar una devaluación, más intensa en la medida en que continúe la actual fijación del tipo de cambio. Aunque lo niegue el gobierno mil veces habrá devaluación…” (El dólar: “ta barato, dame dos”). No se peló en su pronóstico.

En otro análisis de este economista opositor, centra su crítica y prevé lo que pasó: “El ministro Giordani, la persona que decide en el gabinete económico, de manera tan perseverante como terca, sigue aferrado a la creencia medieval de la enseñanza de economía de Salamanca según la cual el régimen de tipo de cambio fijo como el que actualmente tiene Venezuela, con una cotización inalterada por más de tres años en medio de una inflación galopante, puede producir el triple milagro de bajar la inflación, mantener el crecimiento económico y ayudar a la diversificación de la economía. Cada quien con sus credos. Lo cierto es que el sistema cambiario de Venezuela está haciendo aguas por todas partes en la medida en que Cadivi cierra el grifo y refuerza con ello el alza del precio del dólar en el mercado de permuta, el cual se despega cada día de tipo de cambio oficial de Bs/US$ 2,15. La historia económica de Venezuela es muy clara al respecto: cada vez que ha existido una brecha entre ambos tipos de cambio, esa diferencia se ha saldado con una devaluación del tipo de cambio oficial y esta vez no va ser distinto. La devaluación del dólar oficial es asunto de meses porque la que ocurre a diario en el mercado de permuta es evidente…” (El Absurdo Régimen Cambiario, José Guerra, diario Tal Cual: 05 de mayo de 2009).

Después de estos análisis, nuestro economista opositor termina proponiéndonos: “Muy probablemente el presidente Chávez no se ha decidido todavía acerca de las propuestas que tiene sobre la mesa para enfrentar la escasez de divisas y la amplia brecha entre el precio del dólar oficial y el del mercado paralelo. Se conoce de las desavenencias entre los Ministerios de Finanzas, Planificación y el Banco Central en torno a qué hacer en el mercado cambiario. La situación se agrava porque no hay liderazgo en materia de política económica. Nadie en su sano juicio y con algún grado de responsabilidad con el país puede recomendar mantener el tipo de cambio fijo cualquiera sea el nivel de los precios petroleros. Ello en circunstancias cuando el precio del petróleo bajó desde US$/ 87 por barril en el año 2008 hasta un promedio actual cercano a los US$ 48 por barril… Lo ideal sería dejar que el tipo de cambio fluctuara y desmantelar gradualmente el control de cambio mediante la definición de un esquema de flotación administrada por el BCV. Pero como ello no es posible ni aceptable por el gobierno, lo que habría que hacer es establecer un sistema cambiario dual, dirigido exclusivamente por el BCV, sacando las manos de PDVSA del manejo del tipo de cambio… Ello implica una tasa de cambio cercana a los BsF 4,00 por dólar. A partir de allí, se establecen dos tipos de cambios. El primero, el oficial con una tasa en el entorno de BsF. 3,00 por dólar y una tasa paralela que fluctuaría conforme a la situación del mercado. A la tasa oficial tendrían acceso las importaciones de bienes alimenticios, medicinas, buena parte de las materias primas, partes y repuestos que no se puedan fabricar en Venezuela y el resto de las transacciones del sector público. A la tasa de cambio del mercado paralelo se realizarían el resto de las importaciones, el pago de la deuda privada, las remesas de capital y la repatriación de dividendos…” (Propuesta para el Mercado Cambiario, José Guerra, diario Tal Cual: 28 de julio de 2009). ¿Habrá diferencia entre lo aquí propuesto por este emisario de la burguesía y lo decidido y anunciado al país por el gobierno revolucionario el pasado sábado 9 de enero de 2010? Mucha razón tiene el Ché, hoy más reivindicado que nunca en su pensamiento.



Caracas, 10 de enero de 2010

henryesc@yahoo.es


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Henry Escalante


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