Invitación a Iris Varela a tomar el rábano por las hojas, con copia a Luis Tascón y otros más

¿Cual es la derecha endógena? ¿es aquel grupo o este de acá?

Si hay algo que no es posible pensar es un Chávez, como Juan Peña, “El niño del Diente Roto”, en el cuento de Pedro Emilio Coll. En principio y para que todo quede en su justo sitio, ningún distraído, llega hasta donde el presidente lo ha hecho.

No obstante, mucha gente le cree persistente víctima de patrañas de su entorno. A éste se refieren cuando le asignan origen al chavismo sin Chávez. Sugieren a un presidente inmutable, descuidado y hasta indefenso.

Centenares de veces he oído, en el seno del Psuv, calificar, no sin razón, como desacertada la idea de nombrar ministros vicepresidentes de la organización; pero a la hora de establecer responsabilidades sobre el asunto, señalan fantasmas o al entorno “macabro” del máximo líder. Que gobernadores o alcaldes, ejerzan como máximas autoridades del partido en sus jurisdicciones y cuenten con la anuencia de la alta dirección, para algunos pareciera ser culpa de una cofradía misteriosa no identificable.

Mientras la vida anda apresurada, el congreso del partido marcha a paso lento y los demás vamos corriendo detrás de los acontecimientos, según un desacertado criterio arraigado en el chavismo, estas incongruencias son responsabilidad de un aquelarre misterioso que se reúne en las cercanías de Chávez, pero a espaldas de éste.

Si las patrullas nacieron raquíticas, reumáticas, hasta paralíticas y no encuentran el botón de arranque, también se debe a esa constantemente denunciada cúpula conspiradora. Sin rostros y sin nombres, lo que la hace más peligrosa todavía.

Cuando los revolucionarios ortodoxos o no, hacen balances del proceso, suelen referirse a grupos muy misteriosos, dentro del mismo, evasivos y excesivamente sutiles que no hacen la vigilancia necesaria porque forman parte de un plan desestabilizador. Lo máximo que dicen, para efectos de la identificación, que es la derecha endógena. Uno se confunde porque, a ciencia cierta, no sabe de qué lado se encuentra cada quien.

¿Por qué no pensar sanamente y atribuir esos defectos a la falta de partido como tal, un acuerdo sensato, una síntesis dialéctica, entre las infaltables e inevitables diferencias que existen entre los revolucionarios, estén o no en el gobierno?

Ahora mismo Iris Varela, la inefable “fosforito”, en un artículo titulado ¿Vuelve el 11-A?, insiste en el tema de la conspiración interna. Señala que denunciantes de irregularidades “resultan sentados en el banquillo de los acusados…….porque toda conspiración que se respete, la misma viene de las entrañas del proceso”; cosa inexplicable si le damos justa valoración a eso de las “entrañas”. Luego llama a defenderlo “de los enemigos externos y de la derecha endógena que le sirve a la conspiración”. A los integrantes de ésta no menciona ni establece relación alguna que haga sustentable, no la existencia de irregularidades y concepciones inadecuadas, que las hay, sino a esas “conspiraciones” y conspiradores internos.

Lo que debería hacerse en verdad, no son esos ejercicios esotéricos, esas denuncias de delitos sin delincuentes específicos, sino abordar con pertinencia el debate sobre los problemas de fondo como la relación entre partido y gobierno, dirigentes de éste y funcionarios, operatividad del partido todo, sociedad que queremos y podemos construir, la táctica adecuada atendiendo a la correlación de fuerzas. Sobre estas y otras cosas, deberíamos oír y leer de la dirigencia, sobre todo de quienes están por lo menos cerca de los puestos de mando. Despejadas esas incógnitas, es menos difícil identificar al enemigo, determinar el carácter y origen de esas “conspiraciones” y entorpecería las acusaciones a diestra y siniestra.

¿Cuál es la derecha endógena? ¿Quiénes la integran? ¿Qué los define? ¿Dónde se reúnen los de izquierda? ¿Cómo se caracterizan? ¿Cómo se llaman?

¿Qué opinan ambos grupos sobre los asuntos arriba mencionados?

¿Quién o quiénes tienen poder para establecer los criterios acertados o desacertados, según los valoremos, que persisten en el tiempo? ¿La derecha endógena es aquella qué quiere saltarse, no la talanquera, pero si los tiempos e invoca un amanecer soñado con ángeles y liras? ¿O por el contrario, la que como el príncipe Salinas, “El Gato Pardo”, pide cambios para que todo siga igual? ¿O sin saberlo, lo son ambas, por aquello que los contrarios se atraen?

Estas interrogantes también se dirigen a Luis Tascón, como antes lo hice, por supuesto a Iris Varela y muchos que hablan de la misma forma, aunque no en igual frecuencia. Es posible que, entrando en el terreno que señalamos, nos encontremos.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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