Es el cantante colombiano, el mismo aquel que organizó un show en la frontera del Táchira, cuando las relaciones entre ambos países llegaron a su punto más crítico, luego del bombardeo y asesinato de Raúl Reyes en Ecuador.
El mismo baladista que llamó al suyo "Concierto por la paz", pero que solo convocó a colegas del mismo lado político, es decir de la derecha.
El que pretendió darle al evento un carácter neutral, antibélico, pacifista, se acaba de quitar la careta.
El tal Juanes quiso hacer lo mismo en Honduras, pero no pudo y logró que en Cuba le abrieran las puertas. Allá medio enmendó el entuerto y tuvo entre sus invitados a figuras como Silvio Rodríguez, de incuestionable militancia izquierdista. Mero saludo a la bandera. Pero se cubrió bien las espaldas con la colaboración del energúmeno facho Miguel Bosé.
Que artistas como él tengan sus simpatías políticas es un derecho que no le puede quitar nadie. Pero Juanes acaba de perder la autoridad moral para hablar de paz por atreverse a mentarle la madre al Presidente de este país, en un imbécil chiste que, creyéndose gracioso, envió a través del tan de moda Twitter.
Esta vez, el tiro le salió por la culata, y el cantante tuvo que enfrascarse en una acalorada discusión digital, por los numerosos reclamos que recibió de seguidores en todas partes del mundo. Al final, concluyó igualito que quienes se expresan aquí con absoluta libertad acerca de la falta de libertad de expresión. Casi que un palíndromo, pues. Mejor aún, un oxímoron. Una negación dentro de una afirmación, que termina siendo una reafirmación.
Ya Alejandro Sanz lo había precedido en el uso del escenario para verter opiniones políticas, en un evento que se suponía un show musical. Vino, lo hizo y se fue, y Chávez ni se enteró, porque después confesó que ni siquiera sabía quien era el personaje.
Pero Juanes ha querido usar una táctica diferente. Se viste de blanco para cantar sus "Camisas negras", himno de los fascistas italianos. Organiza conciertos de reconciliación y luego vierte su veneno en las redes sociales. En pleno Carnaval, se le cayó la máscara al lobo de Caperucita. De puro bolsa que es.
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