UN ANTÍDOTO
Si Venezuela fuese Chile y Piñera de izquierda, el escualidismo así como cuando el deslave de Vargas, estaría diciendo que el terremoto era un castigo de Dios por haber elegido a un comunista, es una característica de una oposición, descerebrada que dice tantas barbaridades, que pareciera perdieron lógica poco a poco, en los intentos por ser originales contra el gobierno que la mayoría de este país se ha dado, y confirmado no una vez sino ya casi una docena de veces.
Alguien acaba de compararlos con un “saco de gatos”, que están demostrando cada vez con más fuerza que si no son capaces de ponerse de acuerdo, o conseguir una formula para la escogencia de sus candidatos, muchísimo menos serán capaces de gobernar este país; están entrampados por el chantaje de los políticos presos y prófugos para que los saquen de la cárcel o puedan regresar a través de una elección, lo cual llevaría a tener que desprenderse de varios de los pocos cargos que ellos llaman “salidores” y aceptar el desplazamiento de igual número de quines hoy se creen con derecho a figurar en las listas y en los circuitos; habría que ver quiénes están dispuestos a ceder su puesto y deponer sus aspiraciones, más cuando ya se han lanzado sin pararle a la llamada “mesa de la unidad”.
Por otro lado no se han puesto a pensar que un buen porcentaje de quienes hoy se alinean en las filas de la oposición, son personas honorables que prefieren abstenerse antes que aportar su voto para que unos delincuentes salgan de la cárcel y más aun premiados con una inmunidad que de la noche a la mañana los libera de sus crímenes u otros delitos; no les pasa por su desneuronado cerebro que muchos van a considerar un irrespeto pedirle que voten por esta gente, pues la elección de una Asamblea Nacional debe ser para llevar a ella personas de probada honorabilidad, con una plataforma programática, y dotada de credenciales que garanticen una gestión parlamentaria y no un medio para disfrutar de una inmunidad que no se merecen.-
Con la posibilidad de vivir esta experiencia vergonzosa debería desde ya, irse pensando desde las filas revolucionarias en una ley, que prohíba que esta situación se haga costumbre y que establezca como condición que quien aspire a ser diputado estando preso, o habiéndolo estado por pruebas de haber cometido un delito, no pueda postularse, pues así se garantiza la pulcritud de quienes pretendan representar al pueblo.
Sería deprimente ante el concierto internacional, mostrar un parlamento con una bancada de sujetos a quienes se les probaron crímenes, robos, enriquecimiento ilícitos o cualquier otro delito. Venezuela quedaría muy mal parada y su democracia herida de muerte, si no se busca más temprano que tarde un antidoto legal para impedir tales pretensiones.-
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