Es que sólo en el año "Bicentenario" hemos visto cómo las instituciones se han avocado de manera decidida y efectiva a darle un enorme gesto de cariño a "la ciudad de los techos rojos", nuestra capital Caracas.
Hace tiempo que la ciudad necesitaba de una caricia que le renovara su imagen. Se habían llevado a cabo muy conservadoras iniciativas en años anteriores, pero murieron con el tiempo.
Ahora que se acerca la celebración de los 200 años del 19 de abril de 1810, encontramos por todos los rincones cuadrillas pintando los bordes de las aceras, recuperando plazas deterioradas, limpiando estatuas y bustos, entregados a resaltar el ornato de la ciudad.
¿Por qué no puede ser este tipo de actividades, en lugar de la excepción, la norma en nuestra cotidianidad? Qué distinto sería ver a las autoridades dedicadas, adicionalmente al resto de obligaciones que corresponden a los distintos cargos, a mantener diariamente nuestras ciudades limpias, agradables a la vista, humanizadas, que provoquen conocerlas y pasear por ellas.
Sería una realidad muy distinta la que las caraqueñas y los caraqueños, y quienes habitan en cualquier otra ciudad, viviríamos a diario. Pero mientras no exista un cambio de enfoque y conciencia en las gestiones de las distintas autoridades públicas en este sentido, seguirá siendo la excepción, seguirá siendo no más que un anhelo que nos hará decir: ¡Ojalá todos los años fuesen "Bicentenario"!
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