Trabajo y salario son dos conceptos hermanados en esta sociedad, a la vez entonces salario es un concepto hermanado a patrón y trabajador. La palabra salario viene de la palabra sal, pues aunque muchos no crean que de allí viene el nombre de salario, era con trozos de sal como se pagaba en tiempos antiguos el sudor de los trabajadores. Con la sal salaban alimentos para sobrevivir en los fríos inviernos. Así comenzó eso que hoy perseguimos con locura: el dinero. Trabajar para que nos paguen, trabajar para otro, para el patrón.
Ahora bien cabe hacernos una pregunta: ¿Sin alguien que me pague por hacerlo tiene sentido trabajar? La respuesta será que no, entonces tiene sentido la primera parte del título de este artículo: tengo que trabajar para vivir. La sociedad me cambia mi trabajo por dinero y yo a su vez podré cambiar este dinero que produce mi trabajo por las mercancías o servicios que a bien escoja en “el mercado” capitalista.
Obviamente hubo antes que el salario otro concepto aun más salvaje e indignante: la esclavitud. Hombres que sometieron por la fuerza a otros hombres para que trabajaran para ellos, de allí nació la acumulación de las cosas que produce el trabajo: alimentos, rebaños, casas, transportes y vestidos, que dieron paso a los conceptos de propiedad y de riqueza, a la diferenciación de clases sociales, a esta terrible hermandad entre la palabra trabajador y salario, a explotación.
La apropiación del trabajo de otros seres humanos, dada la propiedad de los medios de producción en la escasa clase dominante, abrió paso a la explotación del hombre por el hombre. Trabajo y salario no son palabras hermanas precisamente, a pesar de que desde que nacemos se nos enseñara que debemos tratar de obtener el mejor precio por nuestro trabajo. Es una prostitución del acto de vivir, es la compra de nuestro sudor en beneficio de particulares o estados que siempre de alguna forma obtienen una ganancia que nos pertenece. La apropiación de nuestro trabajo es la base de los mismos imperios que llenan de bombas y genocidios nuestra tierra por tanto solo la liberación al trabajo explotador, al que nos pagan cada quince y último nuestros patrones, la lucha contra el imperialismo nacido de esta explotación es la única posibilidad a la libertad de nuestra especie.
Las raza humana es una más de las especies animales de este planeta, es la única que utiliza el dinero como pago por el trabajo. En las sociedades más organizadas de las otras especies podemos encontrar una estructuración y organización social en relación al trabajo para la subsistencia de la especie en si misma. En ellas el trabajo siempre marcha en beneficio de la especie y no del beneficio personal. Si bien los tigres o leopardos depredan en beneficio del alimento de su familia o manada solamente, las hormigas y las abejas, muestran una organización mucho más estructurada. Sus hormigueros o colmenas se rigen por normas y leyes naturales que incluyen una vida entregada a la especie más que al individuo, podríamos llamar a esto socialismo salvaje o natural.
Hago estas reflexiones en las proximidades del día del trabajador. Entonces tengo que hablar de la necesaria dignificación del trabajo para que tengamos algo que celebrar, pues hasta ahora para mi es el día del explotado antes que día del trabajador. ¿Podremos desandar el camino que llevamos recorrido? ¿Podremos regresar al trabajo original que como especie animal hacíamos cada día y cada noche, como un acto natural de la vida, sin que nadie nos lo ordenara o nos pagara por ello más que la misma naturaleza pagándonos (y no me gusta usar esta palabra) obsequiándonos con frutas y cereales, con peces y con pieles, con cavernas y con leña para calentar nuestra familia? ¿Con las herramientas que nuestra mente era capaz de crear transformando maderas y metales? ¿Con las cosas que transformábamos con aquellas herramientas?
No se hasta donde seremos capaces de desaprender valores equivocados, pero si puedo vislumbrar la necesidad de aprender el valor del trabajo y el valor de la sociedad como objetos de goce y de disfrute antes que la venta prostituida que la sociedad capitalista nos impone, puedo hablar hoy del socialismo como una nueva visión para el trabajo en donde se supere la explotación, en donde el valor del consumo se sustituya por los valores de grupo, de solidaridad, de reencuentro con un planeta al que tenemos al borde del colapso.
El Primero de Mayo es un día de lucha, no de fiesta, es un día de denuncias de injusticias y conmemoración de muchas y muchos luchadores caídos por defender un derecho al trabajo verdadero y no vendido, no rentado, no explotado. La clase obrera, será la única clase posible en la nueva sociedad. Trabajadores no somos nada más quienes recibimos un salario cada quincena, trabajar no es solo alquilar nuestras horas de esfuerzo físico o mental, trabajar es pensar y hacer por el cambio de la sociedad, luchar por cambiar nuestro mundo, por salvar el planeta, el clima, el futuro. Todos los que estamos en las trincheras de estas luchas somos los trabajadores de la revolución, un trabajo hermoso que no lo hacemos a cambio de monedas, que nace desde nuestro espíritu originario para alcanzar un solo fruto: una vida llena de sentido y de equilibrio ante la invencible belleza de la naturaleza en la que compartimos este trecho. Un futuro abierto y lleno de esperanzas, una sociedad de mujeres y hombres con posibilidad de desarrollarse infinitamente, una sociedad en la que cada uno se levante con sueños para salir a hacerlos realidad, en la que todos disfrutemos plenamente el esfuerzo diario en beneficio de todos, en donde vivamos para trabajar.
La clase obrera debe ser la clase revolucionaria y comprometida en cada rincón de esta tierra para hacer la revolución.
Socialista será el porvenir. ¡Venceremos!
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