Economía de la violencia contra Venezuela

Bachaqueros detenidos, una plaga que nos ataca desde dentro.

Bachaqueros detenidos, una plaga que nos ataca desde dentro.

Credito: CiudadCCS

26 mayo 2016 - La periodista y analista venezolana Modaira Rubio, en un artículo publicado en el periódico Cuatro F del PSUV en julio de 2015 (y que tiene plena vigencia) advirtió que la instauración de una economía de la violencia es el objetivo de grupos empresariales apátridas, los grandes productores, el capital transnacional junto con las mafias delincuenciales ligadas al paramilitarismo. Precisa que la base de la agresión comienza en la banca como articuladora del sistema económico, y compara la situación de nuestro país con la que vivió Siria desde 2010.

Un guión similar al sirio

La guerra no comienza en los cuarteles, sino en la banca. Por este motivo, el andamiaje jurídico sobre el que se afianza la Orden Ejecutiva de Obama está constituido por la Ley de Emergencia Internacional de Poderes Económicos y la Ley de Emergencia Nacional.

Un bloqueo financiero velado, bajo la excusa de la violación de derechos humanos y la ingobernabilidad, es el pretexto del imperialismo y la contrarrevolución interna para declararnos como “Estado fallido”.

Si revisamos análisis realizados desde 2010 por expertos en política y finanzas, la situación actual en Venezuela se parece mucho al escenario de la Siria prebélica.

Cuatro años de guerra intestina han defenestrado por completo el aparato productivo de esa nación y llevado a la mayoría de su población a índices de vida solo comparables con países como Somalia.

Pero en 2010, la economía siria había superado la de muchos otros países de la región, registrando un crecimiento de al menos un 5%. Allí empezó el proceso de destrucción económica de ese país.
El redactor en jefe de la sección de economía del diario sirio Al bass, Nassim Id, dijo a La roz de Rusia que los “combates” o “ataques” de los grupos mercenarios en Siria demostraban que existía el propósito de “una destrucción planificada minuciosamente sobre la base económica de Siria”.

“Cuando Occidente y la Liga Árabe nos impusieron sanciones económicas, nosotros superamos perfectamente las consecuencias, ya que Siria tenía entonces poder interno para alimentarse a sí misma. Pero hoy se trata de las fábricas dinamitadas por los terroristas, de los nudos de transporte internacional destruidos, de las empresas saqueadas, etc. De tal modo nos han cortado nuestro propio “oxígeno” económico, que respirábamos sin ayuda foránea”, resaltó Id.

A eso le sumamos la guerra mediática, emprendida por las transnacionales de la información, que llenaron de pánico a los inversionistas, grandes y medianos empresarios, y a todo aquel que quisiera emprender negocios o comerciar con Siria. Aparentemente no había garantías para preservar bienes y ganancias.

Allí también actuaron las mafias de divisas del mercado paralelo. El precio de la libra no dependía de lo que señalara el Ministerio de Finanzas, sino de los especuladores. Se disparó una inflación de más del 178% desde 2011, cifra que se parece peligrosamente a la que señala el Bank of America para Venezuela.

En 2011, los bienes importados se conseguían escasamente en Siria a precios exorbitantes y los alimentos aumentaron en más de 80%, en comparación con la fecha de inicio de “las revueltas”, que, en realidad, tal y como lo demostró la historia, eran ataques de grupos paramilitares y mercenarios.

Todo un caldo de cultivo para lo que sucedió después.

La escisión del territorio; la aparición de grupos terroristas como el Estado Islámico, entre otros de tendencia extremista, que empezaron a controlar primero populosos urbanismos, luego pequeñas ciudades, hasta tomar posesión de provincias completas. Esto sucedía a la par que se presionaba y creaban situaciones de conflicto que generaban aprietos económicos y financieros a un gobierno que estaba bloqueado económicamente.

Si bien no es exactamente igual, y existen otras variables culturales, religiosas y políticas, el esquema de socavamiento de las bases del Estado-Nación, sin duda es el mismo.

OLP Y GUERRA ECONÓMICA

En el desequilibrio inducido, apoyado en las debilidades estructurales de una economía que aún se sustenta en el capitalismo rentista de la Cuarta República, participan los grupos empresariales apátridas, los grandes productores, el capital transnacional, pero también las mafias delincuenciales ligadas al paramilitarismo, que monopolizan las redes de bachaqueo, microtráfico, robos, sicariatos, en nuestras comunidades. El objetivo es la implantación de una Economía de la Violencia.

Por ello, la población ha visto como una acción positiva la Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP), en los urbanismos que habían sido tomados por el hampa común.

El gobierno debe evaluar metódica y científicamente esta estrategia. El componente social de esos grupos delincuenciales se ha convertido en una clase depredadora que está perjudicando y agrediendo a las bases populares. Pero también pueden convertirse en la excusa, tal y como lo expresa el Decreto de Obama, para profundizar las medidas y el alcance del mismo con el pretexto de la violación de los derechos humanos.

El uso de la fuerza contra esos flagelos debe ser manejada estratégicamente. Sin duda, la transición al socialismo pasa por la derrota de la violencia del hampa generada por el mismo metabolismo putrefacto del capitalismo.

Por ese sendero han transitado las revoluciones socialistas que aún persisten en el mundo, China, Vietnam, Cuba.

LUCHA DE CLASES

En Venezuela, la lucha de clases se agudiza por las mismas consecuencias de la profundización de la crisis capitalista mundial, que afecta el precio de nuestro petróleo. Es un fenómeno internacional.

La confrontación entre los intereses de la burguesía y el pueblo se acelera. En el país no hay una burguesía con vocación empresarial. Son compradores o intermediarios, pero no generan puestos de trabajo ni nuevos mercados. Todo apunta a que para salir de la economía de la violencia, será necesario tomar medidas clasistas. La crisis capitalista en el mundo, obligatoriamente lleva a aumentar la participación del rol del Estado en la economía y en todos los sectores.

Cuando lo hacemos aquí, con un Gobierno Bolivariano y Revolucionario, en el norte lo llaman “dictadura”. Por tal razón, debemos avanzar hacia la creación de la conciencia política.

Como ha dicho el presidente Maduro, “o son ellos (la burguesía), o somos nosotros”. Debemos asumir lo que sucede en la actualidad como una Guerra Patria, como la Guerra de Todo el Pueblo. Un pueblo organizado, consciente, junto al Gobierno Bolivariano, a su presidente chavista, a una Fuerza Armada Nacional Bolivariana, será indestructible.

El trabajo es arduo. La OLP debe darse también en el plano político. Se debe emprender una gran cruzada comunicacional e ideológica, y transformar al pueblo en un enorme contingente liberador.



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