“Adiós a las armas”

Ernest Hemingway, aquel gringo que se hizo cubano.

 En mi última visita a la Habana fui hospedado en la Bahía Hemingway, que lleva este nombre en honor a Ernest Hemingway, un apellido al que siempre profesé admiración, no por haber leído sus obras, que apenas empiezo a disfrutar este año, sino por haber tenido el honor de conocer a su hija Margot, quien fue invitada a Venezuela luego de que por su belleza tan radiante hubiese sido coronada con alguna de estas coronas del comercio de la belleza. Esta bella hija de Ernest, se casó con un venezolano quien era Director Creativo de ARS Publicidad, aquella agencia cuyo lema era: “Permítanos pensar por usted” y que a pesar de su origen burgués, siempre fue adepta a los seres valiosos y revolucionarios como Héctor Mayerston. Agencia en la que yo también me desempeñé, en mi juventud, como Director Creativo y que hoy tristemente ya no piensa sino solamente por la oligarquía.

Años más tarde volví  a ver a Margot Hemingway en Nueva York. Ya separada, mantenía esa atracción heredada hacia lo latino y puedo llevar en la memoria de mi vida haber pasado aquella velada tan nuestra con la hija del hombre sobre el que escribo hoy. Es una deuda con aquel par de ojos azules en los que navegué durante horas.

La Habana me trajo nuevamente a Hemingway, su firma en la Bodeguita del Medio y la escultura de su persona apostada en la barra de otro bar, me hicieron entrever la deuda contraída en mi biografía, así visité su habitación en el hotel que mediaba entre estos dos bares y comencé a leer sobre sus obras y su biografía.

Hay algo importante en la vida extraordinaria de Ernest Hemingway, se llama Cuba. Los siguientes 20 años desde que pisó tierra cubana lo amarraron al encanto de nuestro caimán caribeño, algo que entiendo fácilmente, pues la magia de Cuba y del cubano sería capaz de atraparme de igual forma, una tierra que enamora de forma apasionada. Ernest encontró en la Habana todo el afecto que precisa un erudito, un hombre sencillo y contaminado del amor al pueblo.  Quiero certificar ante muchos que no conocen su historia las palabras con las que Ernest Hemingway recibió el premio Nobel  de Literatura por el conjunto de su obra. Antes de recibir el premio, Hemingway repitió varias veces que «el premio pertenecía a Cuba» y después de recibir el Nobel dijo que era el primer  cubano que recibía este importante premio»

“Adiós a las armas” es mi novela preferida, narra sus aventuras y desventuras en la guerra mundial, recuerdo que en la segunda guerra, en la que fue como chofer de ambulancia, el 8 de julio de 1918 fue herido de gravedad por la artillería austriaca. Con las piernas heridas y una rodilla rota, fue capaz de cargarse a hombros un soldado italiano para ponerle a salvo. Caminó 40 metros hasta que se desmayó. La heroicidad le valió el reconocimiento del gobierno italiano con la Medalla de Plata al Valor.

Fue muy amigo de Fidel Castro y para mi es un hijo de Cuba, quien visita la Habana lo sabe, toda Cuba lo ama. Algunos pensamientos de Ernest Hemingway los voy a compartir al final de mi escrito, pero sobre cualquier cosa, compartir la furia libertaria de seres como él, que son dueños de si mismos, de la poesía que fluye por su sangre y que, a veces, como pasó con este ser que disfruto en sus letras, caen destrozados por la moral burguesa, en ninguna de sus biografía queda claro como y porqué se suicida Ernest Hemingway de un disparo de escopeta,  saberlo me aterró, su familia y “amigos” decidieron que había que internarlo por sus consumos de alcohol, bastaron sus firmas para llevarlo a un psiquiátrico contra su voluntad, Ernest Hemingway recibió 19 electroshock en una semana, al dársele de alta escribió su última frase: “Muy bueno el tratamiento, el paciente se murió” Una despiadada respuesta a la violación impuesta a su intimidad por esa siquiatría que combato, en la que la falta de humanidad y el deseo de lucro logran suicidios inducidos como el que nos arrebató a Ernest, mi compatriota cubano.

Adiós a las armas, Ernest, es el canto de toda tu Cuba y del mundo, es la esperanza de una humanidad en lucha por la sencillez y humildad que predicaste con tu ejemplo. ¡Venceremos!

Ernest Hemingway

1896-1961. Novelista y escritor de cuentos cortos estadounidense. Premio Nobel de Literatura en 1954.

Frases del autor:

El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera. 

El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.

La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre. 

Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.

Quédate siempre detrás del hombre que dispara y delante del hombre que está cagando. Así  estás a salvo de las balas y de la mierda. 

Ahora: una palabra curiosa para expresar todo un mundo y toda una vida.

La moral es lo que hace a uno sentirse bien y lo inmoral es lo que hace a uno sentirse mal. 

Un hombre de carácter podrá  ser derrotado, pero jamás destruido.

Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor sabor. 

Conocer a un hombre y conocer lo que tiene dentro de la cabeza, son asuntos distintos. 

Hasta siempre camarada!! 
 
brachoraul@gmail.com
 
 
 
 


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Raúl Bracho


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