Venezuela ha padecido enfermedades y otros males que han dañado su imagen como Nación Soberana. Llena de recursos materiales y espirituales ha sido víctima de sarampión, tuberculosis, malaria, epidemias gripales, contrabando, destrucción del ambiente, represión política contra su población (cárcel, torturas, muerte, desaparecidos), narcotráfico (sabemos que aquí no se producen drogas y son pocos los consumidores de esa porquería que viene de Colombia).
Estos hechos son dañinos, pero los que han derramado el vaso por despreciable y criminal son: La corrupción política y la delincuencia. Son productos siniestros de la ideología capitalista. Corrupción y delincuencia son contra- revolucionarias y anti-socialistas .El político corrupto es un vulgar delincuente, un ladrón cualquiera, no tiene ética, vive de las mentiras, se burla de la ley, pisotea la justicia que dice defender. Un funcionario corrupto no tiene moral para ordenar combatir la delincuencia callejera porque lleva en la conciencia las malas mañas de sus iguales, se bañan en el mismo lodo.
Los últimos 30 años del siglo pasado de la llamada cuarta república, los gobernantes y sus partidos incrementaron la corruptela y el malandraje a un extremo vergonzoso, la utilizaron como consigna electoral, quien mejor acusaba era el ganador y después se repartían la tajada en sana paz, nadie quedaba por fuera, convirtieron en guachafita el dinero del pueblo. El festín les duró hasta 1998 cuando los votantes cansados de abuso y engaño de los políticos adecos-copeyanos votaron por el comandante Chávez.
Se abrió una ventana a la revolución venezolana. Consolidar y profundizar los logros no ha sido ni será fácil, la burguesía es astuta y zorra vieja.
Ojo pelao. Sin teoría revolucionaria no hay revolución y sin vigilancia revolucionaria no hay socialismo. Más claro no canta un gallo.
Dirigente local del PCV
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