Parafraseando el audio de la grabación del carrito ambulante que brinda el servicio de plastificado de “cedulas de identidad, carné, comprobantes y toda clase de documentos” a los marabinos que acuden al casco central de nuestra ciudad, el ingreso de la familia promedio; lastimosamente se encuentra: “Roto, partido, arrugado, deteriorado, vuelto nada”; debido a los escandalosos niveles de inflación y especulación registrados en los últimos 15 meses, que pulverizaron los incrementos de sueldos y bono de alimentación decretados por el gobierno durante el referido periodo, así como los beneficios que por vía contractual firmaron gremios y sectores tales como el de educación universitaria, médicos, maestros y algunos entes adscritos a la administración pública nacional.
Aunado a tan grave panorama, y pese a la promesa electoral de la MUD, las colas para acceder a los alimentos y artículos necesarios continúan de manera creciente, esto frente a la grosera impunidad con la que actúan los llamados “bachaqueros”; quienes abofetean a diario la dignidad del pueblo trabajador, revendiéndole dichas mercaderías a precios que rondan en algunos casos, el 1000% de su precio.
El tema de los repuestos para el parque automotor, según sus voceros, continúa su ruta a la extinción, así como las kilométricas colas para la compra de una batería y el sobreprecio con el que sin pudor alguno, se venden los cauchos, (Bs. 40.000,00) cuesta el más económico.
Ahora el tema de los medicamentos, ocupa especial atención y angustia en el día a día del venezolano, debido a la escasez de rubros esenciales para el cuidado de la vida.
Por varias dudas que tengo, me pregunto:
¿Insistirá el gobierno en continuar erráticamente anunciando aumentos de salario mínimo, para combatir semejante guerra, sin atacar a fondo la raíz y causas del problema que inducen especulación e inflación, condenando a la totalidad del pueblo trabajador a la pobreza?
¿Por qué, si la reventa callejera de artículos regulados es delito, no hay ningún preso, y si, cada vez mas bachaqueros?
¿Por qué, si hay escasez de pollo, en todos los menús de los restaurantes y ventas de comida callejera nunca falta?
¿Por qué si no hay leche, siempre hay queso, yogurt y derivados cada vez más caros?
¿Por qué si no hay azúcar, siempre hay refrescos y cervezas cada vez más caros?
¿Por qué se mantiene el precio de la gasolina, permitiendo que todos perdamos y unos cuantos delincuentes vende patria se sigan enriqueciendo, si la CRBV prevé los mecanismos para que mediante la consulta popular, se ejecuten los ajustes que requiere dicho combustible?
¿Por qué continuamos sin saber quiénes son los delincuentes que defalcaron a toda la nación mediante el otorgamiento fraudulento de divisas?
¿Por qué continúa la hemorragia sin control de divisas preferenciales para intoxicados viajeros raspa cupos, que deshonran nuestro gentilicio y contribuyen con la borrachera de precios que observamos en vestidos y calzados, sin que tampoco veamos a los órganos de justicia hacer su trabajo?
¿Por qué, si tal como lo revela el estudio econométrico realizado por la Profesora Pascualina Cursio Cursio, durante el periodo 2003-2013, el estado incrementó significativamente el otorgamiento de divisas para la importación de bienes, no ocurrió lo mismo con la cantidad de rubros que llegaron al país, aumentando desproporcionalmente el costo $/Kgs, y sin que hasta la fecha, nadie del alto gobierno, se haya pronunciado ante tal forma de fraude en contra de todos y todas los venezolanos, quienes al final de cuentas terminamos sufriendo con sangre, sudor y lagrimas la acción vandálica de este clan de desaforados, que se agrupan en cámaras y asociaciones, y luego con su cara lavada le declaran a los medios y se quejan porque “papá gobierno” no les baja los dólares.
¿Por qué, si continúa cerrada la frontera en el estado Zulia, continúa vivito y coleando el contrabando de extracción o bachaqueo mayor de alimentos y combustible, y no caen presos los grandes responsables del estamento militar y sus cómplices de la llamada sociedad civil?
Pudiéramos embadurnar muchísimas cuartillas con interrogantes en torno a la gravísima situación que mantiene en jaque los nervios y la economía de la familia venezolana, amenazando también con llevarse por los cachos ese patrimonio colectivo que llamamos “legado de Chávez”
La respuesta tiene nombre, se llama Corrupción y se apellida Impunidad.