El asunto no es nuevo. Desde hace mucho tiempo atrás en el seno de estas dos empresas se observan comportamientos que despiertan sospechas en cuanto a la identificación de empleados con cargos de alta responsabilidad en las mismas, con el proceso revolucionario.
En el caso de Conviasa la situación es alarmante, pues siendo una empresa del Estado creada dentro del proceso, debería estar impregnada de un espíritu revolucionario a todos los niveles. Por eso nos molesta que cuando acudimos a una de sus oficinas y hacemos un comentario en torno al camarada Chávez refiriéndonos a él como nuestro Presidente, la respuesta de las y los empleados que despachan sea un irónico "su" Presidente. Vaya, qué lealtad.
En una oportunidad hicimos la observación que siendo Conviasa una empresa del Estado, al momento de repartir el refrigerio entre los pasajeros se usaba una marca de jugo de una empresa privada, no de la producción de la empresa del Estado. ¿Desinformación de quien maneja las compras? No sé.
En noviembre del año pasado nos tocó vivir una situación increíble con un vuelo de Conviasa Caracas-Porlamar. Llegamos a comprar el respectivo boleto y se nos informó que no había cupos, pero que podía esperar hasta determinada hora.
Nos fuimos al sitio donde venden los pasajes y me encontré don dos damas en la misma situación. Una de ellas, la primera en la cola, se había tomado la molestia de empezar una lista con los que esperábamos conseguir un cupo. Logramos sumar once usuarios. A lo largo de la espera cuatro o cinco de las personas se dedicaron a hacer comentarios sobre el mal funcionamiento de las empresas del Estado. Nos tocó asumir la defensa de las mismas o, al menos, señalar que las empresas privadas igual tenían un trato poco cordial con el público.
Se acercaba la hora de decirnos si había cupos disponibles o no, cuando un empleado de Conviasa, muy diligente, se nos acercó para informarnos que había cupos y nos pidió que entregáramos a otra empleada, encargada de vender los boletos, las cédulas de identidad en el mismo orden en que habíamos llegado a la cola. Así lo hicimos. Cada quien con su boleto en mano corrió al chequeo.
Pero apenas la primera en la cola logró que le dieran su pase para el embarque, otro funcionario de Conviasa, se supone que de un nivel superior, mal encarado y con voz de caporal, ordenó que no se embarcara a más nadie porque el vuelo estaba cerrado.
Las diez personas, boleto en mano, protestamos. pero el tipo de la forma más grosera y con voz altisonante, dijo que más nadie fuese chequeado para el embarque porque el vuelto estaba cerrado y que pasáramos por caja para que nos reembolsaran el valor del pasaje. En un santiamén, este funcionario desautorizaba a su compañero, mal ponía a la empresa del Estado, causaba malestar en diez ciudadanas y ciudadanos y despertaba la ira antichavista.
Luego nos tocó enterarnos que el avión voló con más de una docena de asientos vacíos.
Lo último que nos tocó vivir fue el viernes 4 de enero, en el vuelo 304, Caracas-Porlamar, a las 12 del mediodía. La historia fue similar: no hay cupos, hagan una colita sin compromiso de la empresa, el tiempo de espera, el antichavismo activado contra "la mala calidad del servicio" y, finalmente, si hay cupos. ¡Rápido, compren sus boletos!
Yo era el tercero en la cola de espera, detrás de mí unas ocho personas más. Todo en orden, sin coleados ni empujones. Llegué al mostrador y justo al momento de entregarme el pase para el embarque, viene un funcionario de Aeropostal y anuncia que no se puede embarcar a más nadie porque el vuelo está cerrado.
Aquí la protesta fue más leve que en Conviasa, puesto que nadie nos había dicho cuántos podíamos abordar el avión. Yo fui el último en montarme en el aparato. Allí vino la desagradable sorpresa. Faltaban veinte minutos para la salida del vuelo, había unos ocho pasajeros en cola, conté a mi alrededor doce asientos vacíos y el funcionario cerraba el vuelo tipo caporal.
¿A qué se juega? Ingresa menos dinero a la empresa del Estado, se perjudica a ocho personas, se despierta el malestar en la gente y el culpable es el gobierno,
¿Por qué se actúa de esta manera? No creo que sea brutalidad de estos funcionarios, tampoco puede ser política de la empresa embarcar menos pasajeros para ganar menos. Entonces, ¿será saboteo?
Desde el alto gobierno debe abrirse una investigación, pues la enfermedad del Presidente parece que les está despertando la locura.
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