El anuncio que hicieran el ministro Giordani y el presidente del BCV Nelson Merentes, constituye sin lugar a dudas, un duro golpe para el bolsillo y la calidad de vida de las grandes mayorías populares, base sociopolítica y electoral del proceso revolucionario, que una vez más se verá obligada a sacrificarse en aras de que los especuladores financieros de siempre, la banca privada, y los monopolios comerciales sean cada vez más ricos y poderosos.
Desde el último trimestre del año pasado se venía especulando parejo con los precios de las llamadas mercancías secas y demás artículos de consumo cotidiano, en especial los textiles y el calzado, mención aparte merecen los rubros de medicinas y los servicios hospitalarios en clínicas y consultas medicas, que incrementaron olímpicamente sus precios sin aviso y sin protesto, ante la ausencia absoluta de acciones por parte del gobierno.
El tema del acaparamiento, la especulación y la escasez de los alimentos de la cesta básica, en especial los rubros regulados, constituyó la tapa del frasco de toda esta locura cotidiana en la que se ha convertido para el venezolano de a pie el salir a “hacer mercado”.
Cara largas, gestos de inconformidad y desaprobación es el “lugar común” por parte de la población que acude a diario a los mercados en busca de proveerse de los alimentos necesarios, ante las extensas colas a las que hay que someterse para comprar un pollo, o ante la ausencia de azúcar o harina de maíz.
Crónica de una de una devaluación anunciada me decían algunos allegados conocedores del tema, ante la tozudez de voceros del gabinete económico y hasta del propio Comandante Chávez negando el llamado ajuste cambiario, así como verdaderamente insólitas resultaron las declaraciones de un alto personero del BCV, quien en visita reciente a Maracaibo, desde el auditorio regional del ente emisor, nos dijo que no existían condiciones para realizar ningún ajuste cambiario, me gustaría saber donde habrá metido la cara este funcionario ayer por la tarde, para no ver la cara de circunstancia de Giordani y Merentes anunciando la nefasta devaluación, tan cacareada por muchos y negada hasta el jueves por el gobierno.
Mientras al pueblo le toca cargar nuevamente con esta pesada carga, al gobierno le toca, valga la redundancia, gobernar, gobernar cuesta arriba; que se traduce en tomar importantes decisiones para producir los cambios estructurales e institucionales en el corto, mediano y largo plazo que reconduzcan las políticas diseñadas para impulsar el nuevo modelo productivo y se le enseñe de una vez por todas a los poderes facticos que ejercen quienes ostentan el poder económico, quien manda a quien.
De lo contrario, si no se gobierna obedeciendo el clamor de las grandes mayorías, decidiendo oportunamente en su favor, la materia económica y cambiaria se convertirá en un recurrente ciclo pernicioso que en pocos meses obligara nuevamente a tomar los caminos del infierno que nos conducirían a una nueva devaluación de consecuencias impredecibles para toda la población.
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