No queda otra alternativa. A cada rato vemos las noticias: cerrado por 24 horas local por especular con los precios, fueron decomisadas tantas toneladas de alimentos, los mismos fueron vendidos al público. A cada rato se lee o se oye también, que tal o cual empresa fue multada por acaparar o por especular. Pero el problema serio de la especulación y acaparamiento sigue campante y sonante. Claro, al acaparador o especulador no le importa un comino las multas, los cierres temporales de sus locales comerciales. Al poco tiempo, o simultáneamente, esos mismos comerciantes, empresarios, industriales andan por allí tranquilos y quietos volviendo a cometer el mismo delito. Sin embargo, no vemos que se diga que metieron preso a un especulador o a un acaparador, nunca.
Algunos hacen uso, como los grandes mafiosos, de diversas estrategias para evadir a las autoridades y así acaparar o especular. Recientemente una vocera de un consejo comunal en San Cristóbal, Edo. Táchira, nos comentaba que al parecer grandes supermercados de esa entidad utilizan a otras personas a las cuales les alquilan casas, habitaciones y hasta pequeños depósitos, incluso en las barriadas populares, para esconder la mercancía. Productos que luego son comercializados a precios muchos más elevados o llevados de contrabando a Colombia. Qué puede importarle a un comerciante que le impongan una multa por especular con los precios de los productos, si él mismo decide el precio que le dé su gana para dicha mercancía. Es decir, que si esa persona paga una multa x, sencillamente vuelve a subir los precios y recupera lo pagado por concepto de multa. Así se sencillo.
Sin embargo, tanto la especulación como el acaparamiento están afectando seriamente no sólo el bolsillo del pueblo, de los consumidores, sino que está generando una fuerte distorsión en la economía venezolana. Uno de esos efectos es sin duda los niveles de la inflación, los cuales cuesta mucho bajar, pero que sin duda alguna está impactada por la especulación. Así, por ejemplo, un kilo de lechoza cuesta unos 10 bolívares, pero un jugo de agua de lechoza cuesta en cualquier restaurant de mediana categoría unos 30 bolívares. ¿Cómo es esa vaina?.¿Cuántos jugos de agua de lechoza se sacan de un kilo de lechosa?. Ayer consultaba en un mercado de venta de pescado por el precio del kilo de salmón, el cavero (transportista) me decía que él vendía el kilo a 150 bolívares para los detallistas. Cuando pregunté, en el mismo mercado, a un detallista que estaba a unos 10 metros del cavero, me ofreció el kilo de salmón en 280 bolívares. Es decir, el detallista le había colocado una ganancia de 130 bolívares al precio por él pagado, lo cual significa casi el doble del precio. Es decir, una ganancia del 87%. El salmón tiene un peso promedio de unos 10 kilos. Así, el detallista estaba obteniendo como ganancia 1.300 bolívares por cada salmón vendido. Cómo se llama esa vaina: atraco. Por cierto, salmón no era lo único que ese detallista vendía. El detallista tampoco tenía caja registradora, o sea paga cero impuesto. Bueno, tenemos entendido que los precios de los productos, de las comidas y de las bebidas servidas en los restaurantes son variables consideradas en el cálculo de la inflación. ¿Existe realmente en el país una inflación elevada o es una especulación exorbitante que impacta los índices de la inflación?.
El acaparamiento y la especulación, además de ser utilizada como una estrategia política tumba-gobierno, pues crea zozobra y malestar en la población, genera pingües ganancias para los especuladores y acaparadores; de ello no hay la menor duda. Como vimos, a cada producto le ponen precios especulativos muy por encima del precio real de venta al público. Y, obviamente, las ganancias son mayores mientras más costoso sea el producto. Por ejemplo, los vehículos. Esos muérganos deben estar podridos en dinero. Ganancias que muchísimos de ellos ponen al servicio de la oposición. Como parte de esa estrategia de desestabilización bien orquestada, vemos como las cámaras de comercio, de industria y empresarios en general, escurren el bulto, argumentando con ridícula ironía que son problemas asociados a la escasez de dólares, de producción, de competitividad, de falta de estímulos, entre otras tantas estupideces, con lo cual justifican que sus afiliados acaparen y especulen. Los políticos y medios opositores utilizan los efectos del acaparamiento y la especulación para atacar el gobierno por la falta de productos o por los altos precios de los mismos o por elevada inflación. De hecho, nunca se les oye a empresarios, comerciantes e industriales hablando de que hay acaparamiento o especulación en el país, por la misma línea andan los políticos opositores, nunca mencionan estas palabras. A todas estas uno se pregunta, cuál es la diferencia entre un acaparador, un especulador y un malandro que con un arma atraca a alguien para robarle. La respuesta es obvia: ninguna.
La solución al problema de la especulación y acaparamiento puede ser diversa. Sin embargo, humildemente propongo una económica y muy sencilla: meter preso a los acaparadores y especuladores, presos en las cárceles, no en retenes o cuarteles policiales, preso como un delincuente común, pero además que no tenga el beneficio de libertad condicional. El tiempo de prisión lo determinarían los jueces, pero sugiero que no sea inferior a un mes, para que esos carajos sufran lo que ellos hacen padecer al pueblo. Cuando veamos a un empresario, comerciante, industrial preso por especulador o acaparador allí comenzará a cambiar la cosa.
Propongo, además, que el que vaya preso no sea el gerente o jefe de la oficina, y esto es muy importante, debe ir preso el propietario. La razón es muy sencilla: él es quien recibe los máximos beneficios por el delito cometido. Él es el responsable directo si su empresa especula o acapara. Que si, por ejemplo y que conste que este es sólo un ejemplo, encuentran que las industrias Polar están acaparando Harina Pan, quien debe ser detenido y llevado a la cárcel debe ser el dueño de dichas industrias, no el repartidor. Que si, por ejemplo, repito es sólo un ejemplo, en los supermercados de Central Madeirense encuentran que están especulando con los precios, debe ser detenido y llevado a la cárcel el dueño de esa red de supermercados, no el gerente de una de las tiendas de la red. Que si el repartidor o el gerente acaparan o especulan, no es responsabilidad del Estado vigilar por el comportamiento del personal de las empresas o negocios del sector privado, la responsabilidad la tiene, inequívocamente, el dueño de dicho negocio que así como vigila para que le llegue entero su dinero producto de sus ganancias, es a quien también le toca responder ante la ley y la justicia por lo que haga el personal de su negocio.
Para cualquiera es claro entender que en el mundo del dinero, todo se resuelve por la vía del dinero, del billete como decimos popularmente; multar o cerrar locales en nada les afecta prácticamente. Pero la libertad, como todos sabemos, no tiene precio y esa vaina duele mucho al que se la quitan.
¡Cárcel para los bandidos que especulan y acaparan, pero que paguen completo su condena!
(*) Profesor Titular ULA
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