La eficiencia del Banco de Venezuela

Desde hace cinco años, como representante de la sucesión Sánchez-López, estoy tratando de vender una modesta casa producto de una herencia de la cual quedamos sólo tres herederos, todos adultos mayores, dos de ellos seriamente enfermos. La negociación, rodeada de un halo de fatalidad, pareciera un cuento de nunca acabar, a pesar de que se han realizado todos los trámites legales que tal transacción amerita. Todo comenzó con la muerte de mi padre en el año 1949. A partir del fallecimiento de mi madre (2007), la compradora y el vendedor, hemos tenido que padecer desagradables sinsabores, comenzado por el incumplimiento del abogado que se encargó de la venta, pasando por los funcionarios del banco y del registro, que en oportunidades desconocen la Declaración Sucursal de mi padre por no estar emitida por SENIAT. Para esa fecha nuestro país se llamaba Estados Unidos de Venezuela y el SENIAT, como era de suponer, no existía. Después del fallecimiento de mi padre se sucedieron cuatro muertes más, herederos y estos a su vez, con otros herederos y por lo tanto, el papeleo pareciera nunca terminar. En ocasiones, cuando todo estaba listo, se vencía uno de los benditos escritos y había que reanudar el proceso. Son innumerables los documentos que hay que solicitar por cada difunto, de la casa y de los que quedamos vivos, algunos, con fecha de vencimiento (documento de compra-venta, rif suceral de los herederos difuntos, rif de los herederos vivos, cédula catastral, solvencia de agua y luz, certificación de gravamen entre tantos) y cuando ya se suponía que todo estaba consignado y aprobado, la gran tragedia: el banco de Venezuela extravió los documentos.

La compradora Nancy Chacón (C.I 6.433.437) y quien suscribe, el representante de la sucesión (C.I. 2.958.209) hemos desarrollado la paciencia de los monjes budistas, pero llega el momento que los desatinos del banco y del registro nos hace rebosar el equilibrio emocional. Pasados diez meses de introducidos los documentos en el Banco de Venezuela, después de la pérdida y la inmediata reposición de los innumerables papeles y una vez aprobados, el registro nos informa que pasado 60 días hay que comenzar de nuevo a sacar los documentos vencidos. Todo esto consecuencia de que la agencia financiera no bajó los recursos del préstamo para la fecha de la firma del documento. Hasta el día de hoy han transcurrido casi seis años para intentar la venta del inmueble.

Como se puede ver la situación es insólita, dado el esfuerzo, el tiempo, el dinero perdido. Así mismo, las incomodidades y maltrato al cual someten a un ciudadano que aspira que las oficinas del gobierno cumplan con eficiencia su trabajo.


Por todo lo anterior aspiro que el presidente del Banco de Venezuela aplique los correctivos que amerite el caso, de manera que los herederos logren resolver el problema que contribuirá a mejorar la calidad de vida de dos de ellos con problemas de salud.


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Enoc Sánchez López


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