El mundo al revés, frase de Eduardo Galeano. En Venezuela se está dando un fenómeno, después que Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, inició la contraofensiva contra la guerra económica, dirigida y planeada por la derecha amarilla y Álvaro Uribe, el narcotraficante colombiano. Aunque usted no lo crea. Por ejemplo, Fedecámaras, en boca de su flamante presidente Jorge Roig, exhorta al gobierno a moderar sus acciones contra los empresarios y comerciantes especuladores, acaparadores, usureros y ladrones, y hasta llega al cinismo de pedir que cesen las inspecciones. ¿Qué bolas tienen estos? Los verdugos pidiendo clemencia. Fin del mundo, caballero.
Subestimaron a Nicolás Maduro, desde un principio. Y se tiraron por un barranco. Tal cosa había sucedido con Hugo Chávez. Esa dirigencia oposicionista es bruta. No aprende. Por eso están acorralados. Desesperados y sin chance alguno para hacer nada por su futuro. Todo lo contrario. Cada día que pasa se embrutecen más. Meten más las patas. Se enlodan más y más. Y no encuentran en que palo ahorcarse. Esos le pasa por apátridas. Por traidores. Por querer desplazar el chavismo para entregar el país a los gringos. Para que dispongan de nuestras riquezas: petróleo, oro, bauxita, hierro, diamantes, las aguas de nuestros ríos, y, por supuesto, nuestra soberanía.
Esa osadía, de estos despatriados, la pagarán bien caro. Sus seguidores cada día que pasa se dan cuenta de los mediocres que son, como dirigentes, y como personas nacidas en este territorio. Tierra bendita que ha dado a hombres como Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Simón Rodríguez, entre otros, y, en especial, a un hombre contemporáneo llamado Hugo Chávez Frías. Ahora, señores de la derecha, ¡chúpense ese caramelo! Para que pasen la amargura, y compren, antes de que se acaben, alpargatas, porque lo que viene es joropo. ¡Se cansa uno! ¡Volveré!