Saliendo de mi casa hacia mi oficina, a pocas cuadras, diagonal a una ferretería y frente a una posada turística, me encontré con que de dos gandolas de las más grandes que existen, dedescargaban cemento, muchas personas haciendo cola y un grupo de guardias nacionales como en función de custodia.
La situación me llamó la atención y me bajé a investigar, optando por preguntarle a un vecino del lugar que tiene una venta de frutas y verduras, si sabía lo que sucedía y esta fue su versión.
“Estaban comenzando a descargar el cemento en un depósito que tiene supuestamente un militar de alta jerarquía, en la posada, cuando la gente al darse cuenta comenzó a exigir que le vendieran el producto, que lo necesitaban, pareciera que la voz corrió como pólvora y cada vez llegaba más gente, lo que obligó a que comenzaran a venderle dos sacos a cada persona a razón de 120 bolívares por unidad, pero ante la protesta, en algún momento, de gente de la cola, le bajaron el precio a 80 bolívares, ambos precios por supuesto especulativos, pues es un producto regulado a 20 bolívares”, en resumen fue lo que me respondió el vecino de la posada y me dijo que no era la primera vez que allí descargaban grades cantidades de cemento.
Como muy cerca funciona una ferretería, le pregunté si los dueños de ella, no serían los mismos del cargamento y me respondió que no, porque a esa ferretería le habían suspendido el cupo hacía meses.
Me sentí muy mal con esta información que de ser cierta, sería inexplicable, cómo esos ilícitos, porque son varios los que se estarían cometiendo, pueden pasar desapercibidos ante los funcionarios que tienen el deber de evitar el acaparamiento, la especulación y quién sabe qué otros delitos, como en este caso, y más, cuando existe una ley “muy estricta” y acciones contra la guerra económica perfectamente reflejada en este caso.
Pensé en dirigirme a denunciar al organismo regional, pero opté por no hacerlo, ante las malas experiencias que he tenido en otros casos, en lo cuales he confirmado que mis denuncias no se han procesado y por ello es que decidí contarlo por Aporrea, a ver si de repente alguien de la Superintendencia del área, en manos de la joven Ministra Andreina Tarazón, se entera porque leen mi artículo, o porque alguien se lo cuenta, a ver si por lo menos se investiga esta irregularidad que considero grave, e inexplicable, a no ser que forme parte de una de las mafias de las que tantas veces se ha hablado, no sólo en el rubro del cemento, la cabilla y otros insumos para la construcción, sino en muchos otros que hoy por hoy, tienen al Táchira sometido a una economía casi que de guerra, que supera en mucho la que vivimos cuando el paro del 2003, en que las protagonistas del día eran las colas kilométricas que ahora se repiten por doquier, para adquirir cualquier producto.
Tal situación que ha permanecido en el tiempo y que a la revolución le ha dado muy malos dividendos, sobre todo en las elecciones municipales de diciembre, a no ser que ocurra un milagro, se va a reflejar de nuevo el próximo 25 de mayo cuando la esposa del innombrable se haga con el gobierno municipal, para que su marido siga tras bambalinas conspirando y creando caos en esta la otrora ciudad de la cordialidad y la paz.-