Con el actual conflicto laboral en Empresas Polar, queda al descubierto la gran mentira de que esta compañía paga muy bien a sus trabajadores, al menos a la mayoría. Y queda demostrado que todo capitalista, incluido Lorenzo Mendoza, es parásito y ladrón por naturaleza; de manera que es rico, en buena medida, gracias al trabajo duro y mal pagado de sus trabajadores, auténticos generadores de la riqueza que disfruta una minoría. Mientras el mil millonario Mendoza se ha mantenido como el segundo hombre más adinerado de Venezuela, muchos de sus empleados han padecido día a día las dificultades propias de ser pobres en un mundo en el que manda el capital.
Por desgracia Empresas Polar controla en un elevado porcentaje el mercado venezolano, aprovechándose en este sentido de la baja productividad del sector público, de la escasa competencia y del apoyo gubernamental. Este último factor puede parecer sorprendente, pero el Gobierno de Venezuela, en plena “crisis” capitalista, ha ayudado a los grandes empresarios mediante la entrega puntual de divisas, la devaluación, la liberación exagerada de precios, la flexibilidad laboral, la impunidad ante delitos económicos y otras medidas, acciones e irregularidades tendientes a facilitar la movilización y reproducción de los capitales, injustas e impopulares pero necesarias para la preservación del Statu Quo burgués. Es tanto el poder y la influencia general de Polar, que prácticamente ha puesto de rodillas al Gobierno y a buena parte del pueblo; es una corporación que casi monopoliza la producción y distribución de unos cuantos alimentos.
En medio de la escasez de algunos productos en Venezuela, ha adquirido mayor dimensión y notoriedad la compañía aquí reseñada, y sus alimentos son vendidos incluso en la red pública (Abastos Bicentenario, Mercal y PDVAL). Entonces cabe preguntarse, ¿por qué el Gobierno, supuestamente contrario a la concentración de los medios de producción y del dinero, ha permitido que Polar controle de manera notable la producción y distribución alimentaria? La administración de Maduro, que insiste en autocalificarse como socialista, es todo lo contrario a lo que pregona, considerando, por ejemplo, que ha incentivado al gran capital local y foráneo, contribuyendo así a la consolidación del oligopolio en Venezuela, tendencia económica igualmente predominante en el resto del mundo. Y cuando se incentiva al gran capital, obviamente son perjudicadas las pequeñas y medianas empresas, incapaces de competir con las compañías gigantescas. Los peces grandes se comen a los pequeños.
De manera que en Venezuela es más que evidente que el Estado ayuda poco o nada a los pequeños empresarios, y al no importarle la democratización de los medios de producción y de cambio, es claro su carácter burgués, y por tanto el desinterés de sus autoridades por el bienestar social. En este orden de ideas es obvio que Empresas Polar se mueve como pez en el agua bajo el amparo del Statu Quo capitalista, y que el Gobierno de Maduro, más allá de las amenazas contra Lorenzo Mendoza (pelucón, como lo llama Maduro), no hará nada que atente contra los intereses del empresario. En este contexto no se ha hecho esperar la decepción de numerosos ciudadanos humildes, muchos de ellos de la izquierda combativa, opuestos a la prevalencia del capitalismo y de empresas como la Polar, que además de explotar a sus trabajadores, los maltrata y les coarta su libertad de expresión y de asociación, y para colmo es responsable en alguna medida de la escasez, la especulación y otros desaguisados y situaciones que perjudican notablemente a millones de venezolanos.
Ante semejante panorama, es necesario luchar por cuenta propia contra Empresas Polar, al menos en solidaridad con sus trabajadores y en respuesta a Mendoza por ser cómplice de la difícil coyuntura económica venezolana, que evidentemente afecta con fuerza a los pobres. En este sentido, se plantea en el presente escrito un boicot a Polar, como herramienta para golpear de cierta forma el bolsillo del multimillonario; acción que parecería inadecuada teniendo en cuenta que a nivel de los supermercados, abastos y otros centros de venta hay una abrumadora presencia de alimentos elaborados y/o distribuidos por Polar. No obstante hay alternativas para el consumidor, o incluso podría considerarse la eliminación de algunos productos del régimen alimentario cotidiano.
Claro está que a la par del boicot, se debe presionar al Gobierno para que estimule e impulse de una vez por todas la industria nacional, específicamente a la pequeña empresa, no sólo como contrapeso de las corporaciones, sino como solución a la escasez, a la carestía, al desempleo y a otros problemas socioeconómicos derivados de la concentración de los medios de producción y del capital en pocas manos. Por ahí se ha hecho referencia a una posible expropiación de Empresas Polar, pero de nada servirá pues el ordenamiento jurídico pondría esta corporación en manos del Estado y no de las masas.
He aquí una descripción resumida de lo que sería el boicot a Empresas Polar:
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Sustituir la conocida harina P.A.N. por productos de otras empresas o por la masa de maíz artesanal, alimento más nutritivo y con el que se elaboran fácilmente diversos platos, incluyendo por supuesto la arepa. También pueden sustituirse el arroz, la pasta, las sardinas, la margarina y otros productos elaborados por Empresas Polar.
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Eliminar de la alimentación cotidiana la mayonesa, la salsa de tomate, las gaseosas, los pasapalos y otros “alimentos” que Polar elabora para perjudicar la salud.
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La venta de cerveza representa una importante fuente de ingresos para Empresas Polar, y dejar de consumir esta bebida alcohólica sería un golpe duro para Lorenzo Mendoza, y un proceso beneficioso para la salud corporal-mental y financiera de millones.