El tema alimentario es un aspecto muy sensible y a la vez de gran importancia para Venezuela. Todos sabemos lo que enfrenta hoy el país. Una guerra entre empresarios y el gobierno central, donde el dialogo y la concertación no aparecen por ningún lado. En el medio de estos dos grandes oponentes, nos encontramos nosotros; Los ciudadanos, acogotados, temerosos, del timbo al tambo, rasguñando, estirando el dinero, con baja autoestima y desesperanzados. Esta situación que describimos es lo que realmente sucede allá fuera. Ahora bien, tirios y troyanos, es decir Gobierno y Empresarios conocen y están al tanto de cómo podemos medio paliar esta situación. Decimos “medio paliar”, porque sabemos que para salir a flote, pasaran algunas lunas, y no vemos por ningún lado la voluntad política, técnica empresarial, de querer salir a mediano plazo de esta crisis económica, que afecta lo social y también lo político.
Todos conocemos los orígenes de esta crisis. Un “papá estado” rentista, repartidor de divisas petroleras, generadas sin esfuerzo alguno, lo cual ha marcado nuestra economía por más de un siglo. Un sector industrial parasitario, generador de plusvalía, que no genera divisas y que toda la vida ha vivido de la “teta” del “Papá Estado”. Un modelo agrícola precario, inocentón, que ni en la cuarta y tampoco en la quinta ha podido crecer y desarrollarse, convirtiendo al país, en un gran campo de importaciones de rubros agrícolas, trasladando la agricultura a niveles de producción tan bajos solo comparados con la época colonial. Que decir de los 30 millones de hectáreas fértiles que esperan por nosotros para su desarrollo. Hoy vemos que el discurso oficial, esta dirigido a los 17,9 millones de hectáreas del esequibo, pero si no hemos podido ser capaces de desarrollar aquellas, como pensamos desarrollar estas. Algo no está bien, existe algo que esta funcionando mal, y estamos volteando la cara para no entrarle al problema de frente y con voluntad política. La “política del avestruz” no es recomendable en una crisis económica de gran magnitud y menos en Revolución.
Quedamos sorprendidos con dos medidas aplicadas por el ministro de Alimentación Carlos Osorio. La primera, haber abolido la compra de productos esenciales según el terminal de cedula del consumidor. La segunda, arrebatarle a los entes comerciales privados (cadenas de supermercados), la venta de productos esenciales de la canasta básica.
Para nadie es un secreto que la distribución de alimentos y de productos esenciales es una de las más importantes en la cadena productiva.
Producción- Almacenamiento- Distribución- Venta, es lo mínimo esencial que nosotros los ciudadanos de a pie queremos que se cumpla. No toda la culpa es del gobierno central, pero tampoco podemos echarle toda la culpabilidad de quienes hacen tripa corazón para seguir expendiendo productos a duras penas. Las medidas si son aplicadas y no revocadas, traerán más anarquía en las colas y mucho más escasez de productos básicos y esenciales en zonas específicas, urbanas y rurales del país.
Rectifique Ministro Osorio, la patria y los ciudadanos venezolanos se lo agradecerán….
Es ahora o Nunca….