Una bandada de malandros, paramilitares, bachaqueros y maleantes de toda índole se ha instalado en una alarmante proporción de los pisos construidos por la Misión Vivienda entregados, la mayoría, felizmente a dignos ciudadanos humildes y necesitados. Son pocos los indeseables pero suficientes ellos para infectar a la comunidad de los males asociados al tráfico de drogas y a la delincuencia organizada. Con el virus del lumpen vernáculo revitalizado con el importado desde Colombia las nuevas comunidades han nacido contaminadas con los más deplorables y degradantes vicios del capitalismo.
Esta realidad lamentable salió recientemente a la luz pública con la operación liberación del pueblo (OLP). El saldo drástico de antisociales puestos fuera de combate y capturados, además de los elementos materiales decomisados, corrobora lo ya expuesto.
Las acciones represivas del gobierno para sanear las comunidades creadas por la Misión Vivienda han sido muy bien recibidas por los sectores interesados, sin politiquería, en el mejoramiento de la seguridad vapuleada por el hampa pero este esfuerzo del gobierno y la FANB no es suficiente ni toca el fondo del problema.
La enorme estructura material de cabilla y cemento edificada por la Misión Vivienda ha dejado un peligroso vacío formativo en la individualidad y en el colectivo de las comunidades recién creadas. No se ha querido, sabido o podido manejar la relación dialéctica entre la idea de la estructura y la superestructura para la construcción de la sociedad socialista.
Lo primero que debe hacerse es cambiar radicalmente el concepto liberal de la Misión Vivienda por una filosofía socialista. Si no se rectifica a tiempo se estarán, sin querer, levantando las barricadas más afiladas de la contrarrevolución.
Cría cuervos y te sacarán los ojos. El General Pérez Jiménez construyó el urbanismo "2 de Diciembre", así llamado, en alusión al aniversario de su régimen dictatorial y aquellos bloques y superbloques terminaron llamándose "23 de Enero" en reconocimiento al aporte de sus habitantes a la caída del tirano cuyo derrocamiento devino en la pesadilla socialdemócrata y socialcristiana del puntofijismo.
La Misión Vivienda ha creado un monstruo social sin ideología ni conciencia comunitaria donde el lumpen proletariado tiene el terreno abonado para refugiarse y crecer. Pero esta tragedia no es lo más triste, sino la desorientación, inconsciencia y analfabetismo funcional de la mayoría de sus habitantes para vivir en el proceso de una propuesta transformadora. Es un crimen seguir con esta política populista de vivienda sin tomar en cuenta las críticas y las advertencias a todas luces pertinentes.
Impleméntese con urgencia una metodología diferente para la adjudicación de viviendas que priorice la formación de valores socialistas en los beneficiados a quienes hay que asegurarles además del techo también la capacitación necesaria para vivir en una sociedad digna y solidaria. No solamente es deplorable la condición material de habitar en una vivienda precaria o en un refugio temporal sino también la carencia de valores socialistas en la Misión Vivienda. La Misión Vivienda necesita educadores socialistas a montón, por lo menos, uno por cada trabajador de la construcción porque el problema humanista de la revolución no se resuelve sólo con ingenieros, arquitectos, albañiles, plomeros, pintores, choferes, electricistas y demás técnicos.
Si queremos darle un vuelco al desaguisado de la Misión Vivienda pongamos en la balanza con igual ponderación los valores formativos de la conciencia socialista con las necesidades materiales.
*Profesor de Filosofía de la Educación jubilado de la UPEL
