“Si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros” (Ernesto Che Guevara). Vaya que fue indignación la que sentí el domingo 06 de septiembre en horas de la mañana. Apenas entramos al Mercado de Los Conejeros escuchamos varias indirectas contra los chavistas. No fue eso lo que nos indignó, pues nos hemos acostumbrado a lo largo de estos quince años; antes con el orgullo de militar en las mismas ideas de Chávez, ahora, con el peso de no poder defender un gobierno que cada día se me coloca más lejos. La indignación la sentimos al saber las razones de tal rechazo ante los chavistas.
Al pasillo de las bodegas del Mercado de Los Conejeros se presentó un grupo de Guardias Nacionales Bolivarianos, acompañados de un funcionario de la Superintendencia de Precios Justos, institución nacida en revolución, por lo tanto debe estar conformada por funcinarios bien rojosrojitos, enemigos de las injusticias. Los funcionarios proicedieron a ingrsar en algunas de las bodegas, sin pedir permiso, ni presentarse, ni mostar identificación, ni notificar que procedimiento se ejecutaban. Tomaron cuatro pacas de azúcar de una de las bodegas y se las llevaron. Las pacas estaban a la vista del público. Los funcionarios se las llevaron tal como si fuesen unos asaltantes (sólo se ahorraron las obscenidades y los empujones, las malas caras no). La dueña de la bodega tenía las facturas de la compra de la azúcar, además una guía que el propio Estado entrega o controla.
La indignación nuestra fue inmediata, sumada a la indignación de los presentes que fueron testigos de la acción facistoide de la Guardia Nacional Bolivariana y el funcionario “alto y gordo” de la Superintendencia de Precios Justos, tal como era descrito por los indgnados ciudadanos. Por cierto, esta imagen me trajo a la memoria que en una oportunidad fui a comprar una batería, pasando por mi respectiva colacola, un funcionario alto y gordo de la Superintendencia de Precios Justos obligaba con su pose de funcionario todopoderoso a los empleados del negocio a venderle la batería sin tener que pasar por el suplicio de la cola. Sólo los gritos de los que amanecieron en el sitio impidieron el abuso.
Este tipo de acción que indigna se está volviendo muy repetida. En el caso del Mercado de Los Conejeros ha sido así. Me pregunto si este funcionario alro y gordo de la Superintendencia de Precios Justos visitará los frigorificos donde los precios de la carne de res y el pollo son fijados al criterio abusivo del fueño del negocio, mientras se pasan por las mochilas los precios regulados por el gobierno. Y no me salgan con la historia de la guerra económica, pues ésta -que es real y existe- no se combate en las bodeguitas del mercado de Los Conejeros sino en los grandes negocios que hacen de las suyas, mientras el funcionario alto y gordo de la Superintendencia de Precios Justos atropella a los de menos recursos.
La denuncia la hicinos ante varias instancias, esperamos que se proceda a cerrarle el paso a este tipo de abuesos. De lo contrario el pueblo hará uso de ese Poder que el camarada Chávez contribuyo a que lo ejercieran.