Los recientes sucesos violentos en Maracaibo y otras localidades del estado Zulia, con saqueos incluidos, significan, sin lugar a dudas, que buena parte del pueblo venezolano no soporta ya la situación crítica del país suramericano, en especial la escasez de productos básicos, el altísimo costo de la vida, la ineficiencia en la prestación de servicios públicos y el auge delincuencial. El tan mentado y prometido socialismo del siglo XXI, no pasó de ser pura retórica populista, y en su lugar una serie de medidas gubernamentales adoptadas para proteger al gran capital, como la liberación de precios, la devaluación y el endeudamiento externo, han hecho añicos el bolsillo de millones y destrozado su ánimo y su moral. Una verdadera desgracia que los pobres, como siempre, paguemos por las crisis económicas generadas por un puñado de burgueses y sus aliados políticos, quienes sí se benefician, y con creces.
La violencia en Maracaibo, expresión de rebeldía ante la compleja coyuntura económica actual, podría ser considerada como la gran chispa que incendie la pradera en toda Venezuela, en medio de una situación ya insoportable, al menos para la mayoría cada vez más empobrecida, para el ciudadano común y corriente que tiene que aguantar largas colas y que prácticamente está pasando hambre debido a los precios "justos" de numerosos alimentos. Por ahora hay una pequeña fogata que se limita a saqueos esporádicos a camiones, destrucción parcial de abastos y supermercados, pequeñas marchas, y cierre parcial de una que otra vía en estados como Sucre, Carabobo, Táchira y Barinas; pero por los vientos que soplan, la situación tenderá a empeorar, en el contexto de unas medidas gubernamentales que no hacen sino beneficiar cada vez más a los capitalistas y asfixiar económicamente al pueblo humilde. De nada sirven los aumentos salariales decretados por el Ejecutivo, pues así mismo aumentan los precios de absolutamente todo en Venezuela.
Por ahí hay quienes consideran que esas protestas que se vienen dando en el estado Zulia y otras zonas de Venezuela, forman parte de actos desestabilizadores planificados por el Imperio estadounidense, la ultraderecha venezolana y otros perversos poderes foráneos y nacionales. En verdad no hay que minimizar el nefasto papel del capitalismo global y local en la historia contemporánea de Venezuela, incluso en la actualidad; las apetencias de una potencia como Estados Unidos siempre están a la orden del día, y aún somos su patio trasero, aunque algunos imbéciles (algunos de ellos "revolucionarios") digan lo contrario. El intervencionismo del águila imperial jamás cesara mientras haya intereses económicos y geopolíticos que defender. Pero atreverse a señalar que todo aquel que proteste contra la complicada situación en la nación suramericana es apátrida, pagado por la CIA, ultraderechista o algo por el estilo, es estúpido por decir lo menos. Debe entenderse que, si bien han habido acciones violentas planificadas y azuzadas por intereses ajenos a las necesidades de las masas, también es cierto que el descontento de los venezolanos es enorme, y las protestas espontáneas no se han hecho esperar. En este contexto habría que preguntarse, si Estados Unidos está metido de lleno en una hipotética desestabilización del Gobierno de Maduro, ¿por qué continúa siendo importante socio comercial de Venezuela, obteniendo enormes ganancias?, ¿por qué el oficialismo venezolano tomó medidas que justamente favorecen al gran sector capitalista, del que es importante referente mundial Estados Unidos?, ¿qué pasó con el tal socialismo del siglo XXI?