"Una Fuerza Armada que no esté en el corazón de un pueblo, está destinada al fracaso"
Hugo Rafael Chávez Frías (Aló Presidente 248, marzo 2006)
Luego de varios días apartados de la rutina y de compartir con los paisanos en los andes venezolanos, en la zona fronteriza, hemos retornado a la cotidianidad la cual no es distinta a la que vivimos todos los venezolanos a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Con algunos matices, las colas para conseguir los alimentos son las mismas; a excepción del suministro expedito que realizan bachaqueros, quienes en la mayoría de los casos, comercian desde centros de acopio protegidos por algunos gendarmes, vestidos de verde, quienes han pasado a ser la vergüenza de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y gozan del rechazo del pueblo en general.
Es como dicen algunos paisanos. "Los guardias o policías antes disimulaban el manejo de víveres o alimentos en bolsas negras, pero ahora los trasladan a sitios de venta en los barrios u otros lugares de las ciudades, en sus propias patrullas, ya no con disimulo sino a la vista de todos".
La cultura derivada de la guerra económica que con fines políticos se inició en Venezuela, ya rebasó los límites de la intención inicial y se convirtió en una cultura del "viva la pepa" y del que roba al propio pueblo, con el afán de hacer riqueza a corto plazo y arrebatar dinero a lo Jalisco.
El caso de la frontera con Colombia, a pesar de un cierre que ya está cerca del parto, al cumplirse los 9 meses de haberlo decretado el Presidente de la República Nicolás Maduro, reviste características muy singulares y se ha convertido en vez de una medida positiva, en una aberración donde se lucran mafias y contrabandistas de los dos países, quienes han perfeccionado sus métodos y sus ganancias.
En la frontera es "voz populi" lo que se maneja. Los métodos, la matraca, el tráfico de influencias, el abuso de autoridad, el paramilitarismo, el contrabando y el tráfico de combustible (gasolina, diesel) es el pan de cada día.
Para nada han servido los esfuerzos por frenar la corrupción, la cual campea a diestra y siniestra por todos los 2.219 kilómetros de la frontera con Colombia (Táchira, Apure, Zulia y Amazonas) y nos anuncian, que otro tanto ocurre en la frontera con Brasil, en especial con la fuga de minerales preciosos.
Viajar a cualquier pueblo fronterizo del estado Táchira es vivir una odisea. Las colas para la gasolina son cotidianas e interminables. La escasez de alimentos campea para los nativos y del lado colombiano, se ha incrementado el contrabando para Venezuela, con productos que son reciclados y nos los revenden a precios exorbitantes, gracias a la necesidad creada en el mercado.
Muy a pesar de que el "dólar today" ha bajado en los últimos meses para el cambio en bolívares, todavía sigue siendo lucrativo, así como la venta de billetes venezolanos para el mercado cambiario fronterizo; sin hablar o entrar en detalles, sobre el mercado conocido como "dólar Cúcuta".
En el caso de las colas para la compra de gasolina o el gas oíl, ya no hay que detenernos en el mercado de los pimpineros colombianos. El negocio ha sido inmensurable para los dueños de las estaciones de servicio en la frontera (del lado venezolano).
Los bachaqueros de la gasolina ya no se arriesgan por el cierre de la frontera de pasar al otro lado. El negocio está acá mismo en Venezuela.
Se ha creado una red protegida presuntamente por altos "jerarcas" de soles y otros astros, quienes tienen sus centros de acopio de este lado de la frontera y acumulan miles y miles de litros, los cuales luego pasan la frontera en "gandolas invisibles" y hacen el negocio del siglo.
Muy cerca de La Grita, donde las colas son interminables, y sufren los paisanos un viacrucis para echar gasolina, existen depósitos y centros de acopio que ya compran el litro de gasolina a 100 y 150 bolívares; esto en nuestro propio territorio (entre La Grita y La Fría).
Ni hablar de los miles y miles de toneladas de alimentos, que en muchos casos han sido denunciadas a la GNB. Los decomisos son anunciados y efectivos, pero a su vez también es efectiva la red del bachaqueo que los desaparece como por arte de magia.
En realidad el cierre de la frontera con Colombia se ha convertido en un cuento de nunca acabar. Las historias de "cien años de soledad", son cuentos de camino al lado de la realidad que se ha convertido en un cáncer el cual sigue vivito y coleando por la frontera del Táchira, sin entrar en detalles con la brasileña que a todo pulmón reclama también la falta de gobierno…¡Amanecerá y veremos!