Un asnto que deben conocer los notarios, registradores, directivos de la Alcaldía de Caracas, directivos del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Supremo de Justicia!
¿Épale coleguita, tienes el teléfono del Cielo?
¿Me viste cara de ángel?, responde la reportera con cara de pocos amigos. Y de inmediato pregunta, ¿Qué te ocurre, te volviste loco?
Pues veras que no es así. Pero necesito comunicarme allá con mi padre, mi madre o mi madrina, ya fallecidos, pero estoy seguro que sus almas están por aquellos lados porque siempre fueron buenas personas. Y es que tengo un problema acá en territorio venezolano.
Resulta que fui a sacar la partida de nacimiento de mi hermana –que vive fuera de Caracas y después de levantarme a las cinco e ir a la Jefatura de la Pastora a hacer cola, para que le reciban a uno la solicitud en cuestión, le dicen que vuelva dentro de unos días, lo que no ocurre, así que tuve que ir otro día para encontrarme con el tremendo lío de que, a mi madrina, quien presentó a mi hermana con la autorización de mis padres, se le olvidó firmar el acta.
Eso fue por allá, en la década del 40.
Y ciertamente estoy preocupado ¡Señores notarios, registradores, directivos de la Alcaldía de Caracas, directivos del Consejo Nacional Electoral, del Tribual Supremo de Justicia! Y es que lo estoy porque después de haber hecho una solicitud, me entregan copia de la primera página del libro de registros donde presentaron a mi hermana y, en efecto, no firmó mi madrina, que había sido autorizada por mis padres –por un problema de salud- para presentar a mi hermana.
La cuestión está en que Jesús fue el único capaz de hacer un milagro tan impactante como levantar a Lázaro, pero yo lo que soy es periodista, estudié para eso y no tengo maneras de revivir a mis padres para que vengan a la Jefatura Civil de La Pastora o al Registro Principal o al Consejo Nacional Electoral, donde sea, para testificar y decir que mi hermana es su hija.
Ahora bien, al parecer –descubro después-, no se trata de que mi madrina no firmara, sino que presuntamente las firmas de quienes lo hicieron son ilegibles.
La pregunta, periodística por supuesto, que cabe en estos momentos es, ¿Estaban preparados todos los que concurrieron a ese acto para hacer las cosas, en el orden que debían hacerse? ¿Instruyeron bien los funcionarios de la Jefatura Civil, aquel 10 de septiembre de 1946, a la presentante de mi hermana y los testigos?
Lo peor del caso, coleguita, es que mi esposa le sacó la partida de nacimiento a mi hermana, hace como un año y no ocurrió nada de lo que está sucediendo en estos momentos. Ahora bien, ¿Saben el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral este tipo de cosas que ocurre?
Lo único que digo, a estas alturas del asunto, es que carezco de información acerca de quién puede enseñarme a hacer milagros, a ver si le vuelvo la vida a mis parientes y me ayudan a resolver este lío,