Con fines didácticos, podemos simplificar el debate acerca de la situación económica del país, en dos polos extremos: los estadofóbicos contra los privatofóbicos. Por supuesto, nadie es una cosa o la otra hasta sus últimas consecuencias, salvo patologías psicológicas que debieran ser objeto de otro tipo de examen, preferiblemente en el diván del psiquiatra. Los estadofóbicos realmente existentes, agrupados en fedecámaras, Cámara de Comercio o los nostálgicos del segundo gobierno de CAP (que los hay y últimamente se están notando por ahí), Siempre estarán clamando por una “ayudita” del estado: subsidios, protección arancelaria, excepciones impositivas y otras políticas por el estilo. Los privatofóbicos, por su parte, de pronto convierten a la “burguesía rentista” en “sectores productivos”, les entregan dólares preferenciales sin muchos controles que se diga, arruinan empresas estatizadas y hasta hacen sus negocitos bajo cuerda, para no hablar de llamados melosos al capital transnacional para que vengan ya a explotar nuestra riqueza minera como sea.
Por eso el debate deriva hacia otra configuración polémica que, también para que se me entienda fácilmente, organizaré en dos polos extremos: los controladores contra los liberadores. Como en la oposición binaria anterior, la realidad no tiene nada que ver con la coherencia lógica. Los controladores, precisamente cuando tienen que controlar bastante, se hacen los locos, como cuando se otorgaron aquellos miles de millones de dólares a empresas de maletín y a otras que no importaron nada, a comienzos del mandato de Maduro, situación que fue denunciada por Giordani y otros ya exministros, hoy debidamente excomulgados y arrojados al infierno de los “desleales”. Igual, los controladores del SUNDEE y hasta los militares (que son gobierno desde hace tiempo) que iban a imponer “disciplina” en la distribución y nada pueden hacer frente a una pendeja página web. Por su parte, los “liberadores”, sospechosamente, son los mismos que piden protección. Piden liberar control de cambio y precios, pero van poco a poco acordando con el gobierno “controlador” los nuevos precios “susto”.
Porque digámoslo de una vez: se está aplicando un ajuste encubierto y mal hecho. Es decir, un “paquete”, por el cual, en primer lugar, se hacen rendir los dólares mermados del petróleo para pagar deuda externa. Se ajusta tarde y mal (queriendo no queriendo) el precio de la gasolina para reducir ese subsidio a los que tienen carro. Se emiten cada vez más bolívares sin respaldo en producción, para mantener la imagen “misionera” de la época gloriosa de la época chavecista, cubrir aumentos de sueldos y cesta-tickets y, aplicando efectivamente una medida de guerra, se organiza un racionamiento a través de los CLAP para sostener un apoyo de base, cuya lealtad es sorprendente y angustiosa. Se clama por apertura de los sectores financieros globales para seguirse endeudando, como lo haría el gabinete de CAP 2. Mientras tanto, se deposita toda la esperanza en China, Rusia y la OPEP ¿Para qué? Para volver a tener renta, para seguir endeudándonos. Es lo mismo de siempre.
¿Cómo es que una simple página web, dirigida por un fanático irresponsable y criminasl, puede poner en jaque la economía de todo un país? Porque las distorsiones estructurales de la economía de ese país, llegaron al máximo. Hubo una cadena de condicionantes: los dólares subsidiados del control monetario (los de Bs 10) obviamente alimentaron el “mercado negro”, lo cual implica que no se controló el otorgamiento de esas divisas para la exportación, lo cual implica corrupción y colusión de funcionarios con empresarios “de maletín”, lo cual implica que se incentivó el contrabando y el “bachaqueo” con los productos regulados, lo cual explica la lentitud de las medidas, la censura de la información oficial del BCV, la locuacidad salsera del presidente, los zigzagueos de la oposición, la lentitud en impugnar acuerdos con Colombia para la libre convertibilidad de bolívares en pesos, etc., etc.
La “guerra económica” es en parte verdadera, pero ya era un dato de “librito” desde mucho antes que Maduro. Esa guerra estaba avisada desde hacía muchas décadas, y si está matando soldados, la responsabilidad es de los generales. Desde los 70, la burguesía de este país fuga masivamente capitales, producto de su apropiación indebida de la renta. Es natural que la burguesía esté contra un gobierno que se la pasa amenazando con expropiar todo como camino a un “socialismo mágico”, que su máxima amenaza es más controles y más costos (y diálogos) para cualquier inversión, lo cual la “desincentiva”. Pero ¿qué esperaba, señor presidente?
Yo no creo que haya un pacto entre la MUD y el PSUV como afirma ruidosamente “Marea Socialista”. En todo caso, lo que hay es aprovechamiento astuto de las circunstancias y convergencia de intereses circunstanciales. Sí me parece que la oposición no quiere gobernar por ahora, porque el costo político del ajuste económico es demasiado grande, mientras que el Partido-Gobierno-Militares prefiere hacerle pagar el costo político al chavismo (al fervor popular hacia el símbolo Chávez), mientras ellos mantienen el control del poder. Eso explica muchas cosas: la aparente e inmensa ineptitud política de ambos actores. Esto, por supuesto, en un ambiente donde la presencia militar en las colas desesperadas, la resignación masiva, el control informativo, el agotamiento físico y emocional de las masas y la responsabilidad política de esas mismas masas, impiden una verdadera rebelión popular ante la crisis. ¿Qué hacer? Lo primero darse cuenta. Luego tomaremos medidas más fuertes.