“Una de las grandes batallas de la Revolución es la revolución moral, para reinstalar los valores y la dignidad del ser humano”.
Hugo Rafael Chávez Frías - (presentación de la Misión Negra Hipólita, enero de 2006)
Acabamos de comprar un cartón de huevos por bolívares 5.400, lo que quiere decir que la unidad está por el orden de 180 bolívares cada huevo, situación que nos llevó a pensar en la impotencia que sentimos la mayoría de los venezolanos, al ser víctimas de quienes juegan con el destino de nuestro país.
El desbordamiento de los parámetros de la vida económica y política de nuestro pueblo está atado a una Mesa de Diálogo donde se sientan unos dizque líderes, quienes en la calle hacen y deshacen para luego sentarse a discutir los problemas del país, con la bendición del Papa Francisco y atados con unas cadenas a las puertas del Vaticano.
Es muy cierto que hemos vivido uno de los episodios más trágicos de los pueblos latinoamericanos, con la única salvedad (y Dios nos libre) de que no hemos llegado a una guerra de bombas y misiles, como ocurre con los países del medio oriente (Libia, Afganistán, Irak y Siria) donde las condiciones para negociar en una mesa de diálogo, son el número de muertos que caen cada día en las escuelas, hospitales y calles de sus ciudades (alto porcentaje de mujeres, ancianos y niños).
Los hechos ocurridos en los últimos días en Venezuela y que repercuten en toda la población (sin distingos políticos) son iguales que las bombas que matan a libios, afganos, iraquíes y sirios pero que apuntan a la muerte de nuestra moral y destruyen los valores y la dignidad de los venezolanos.
No podemos aceptar que en nombre de una oposición disociada (una élite) de venezolanos, nacidos en esta tierra, quienes por el sólo hecho de no estar de acuerdo con el sistema político que nos dimos los venezolanos a partir de enero de 1999, luego de un proceso constituyente, se utilicen métodos terroristas para derrumbar el gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
Lo peor de la situación se refleja en como de una manera reincidente, unos dirigentes de dichos partidos políticos que transitan los senderos de la ilegalidad con sus actos (VP y PJ) justifiquen cualquier vía bajo el principio de “el fin justifica los medios” para la toma del poder.
Este camino fue negado de plano por el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías cuando fue derrotado y sometido a prisión, al comprender luego en libertad, que el camino correcto no era el de las armas sino el de conquistar con votos el sendero democrático.
Hoy quienes adversan a la Revolución Bolivariana han buscado los caminos verdes y los atajos; así como los contrabandistas y los terroristas financieros, quienes apuntan sus misiles desde Cúcuta, Miami, Madrid y Panamá contra el pueblo venezolano.
Hay un refrán popular que dice: “tanto va el cántaro al río hasta que por fin se revienta” y esto es justamente lo que está pasando en nuestro país, a pesar de abrirse un camino al diálogo, donde la oposición juega a dos cartas: una donde maneja la violencia financiera e irrespeta las leyes y otra con la cual pone condiciones, como el abandono del cargo del Presidente Maduro y la libertad de unos supuestos “presos políticos”.
Esta situación exige del Estado venezolano, de una vez por todas, que se coloquen en su lugar a los extremistas financieros y se declare la nulidad de algunos partidos políticos, si fuera necesario, quienes reiteradamente violan el juego democrático.
Lo ocurrido en Venezuela es único en el mundo y representa una modalidad de terrorismo, hecha en las propias narices del Gobierno revolucionario y violando todas las normas del sistema económico y financiero venezolano.
Es por ello que no hay excusas. Es a través de esta guerra prolongada que se aplica en nuestro país, que ciudadanos convictos y confesos, justifican su descontento y su oposición, ya no sólo contra el Gobierno sino contra el Estado venezolano.
El ataque despiadado contra nuestro pueblo, además de no tener perdón de Dios ni del Papa Francisco, debe encontrar la aplicación de las más severas leyes de la República, sin ninguna contemplación.
Ya es hora de reaccionar y además de la detención de los ciudadanos involucrados en el acto terrorista de Credicard, se debe proceder a la revisión de la conducta de algunos partidos políticos reincidentes en hechos violentos, los cuales incluso ya cruzaron los linderos de la ilegalidad.
En la IV República donde el enfrentamiento era más ideológico que económico, por menos razones y actuaciones que la de los terroristas de VP, fueron ilegalizados partidos políticos por el CSE y por instrucciones precisas del entonces presidente de la República Rómulo Betancourt contra el Partido Comunista de Venezuela, PCV.
Hoy se hace necesario que el gobierno revolucionario del Presidente Nicolás Maduro actué con autoridad ante los enemigos de la Revolución, porque no estamos jugando con chapita.
Si por ejemplo, comenzando por lo más simple, no frenamos y se envían a la cárcel a los operadores de “huevo today”; aunque parezca jocoso, mucho menos estaremos en capacidad de comprometer al gobierno colombiano del Presidente Juan Manuel Santos, para que elimine las casas de cambio del dólar Cúcuta y las lleve al precio del dólar del Banco República.
Es a través de este funesto mecanismo con el cual las redes paramilitares del ex presidente Álvaro Uribe, junto a los apátridas venezolanos desde Cúcuta y Miami, hacen desastres contra la economía y el pueblo venezolano y pretenden arrodillar al régimen socialista del Presidente Nicolás Maduro.
¡Amanecerá y veremos!