“Los dueños del país son los ciudadanos y frente a una crisis de la magnitud que vive Venezuela es fundamental escuchar la opinión de los venezolanos para que decidan el rumbo a seguir”, indicó finalmente el también dirigente político”, el economista Braulio Merino. De ser cierto, que los ciudadanos y ciudadanas son “los dueños del país”, el soberano, deberíamos preguntarnos en consiguiente, qué opinión tienen los ciudadanos de los precios de los bienes de primera necesidad, si es que es fundamental escuchar su opinión, a los fines de que las empresas y los negocios privados tomen Carta en el asunto, y decidan corregir el rumbo económico, además si los dueños del país permitirían que los precios vacíen sus bolsillos, si las empresas a las que se otorga permiso legales de funcionamiento atenten contra el bienestar del dueño de la Casa.
El rumbo que llevan las empresas privadas capitalistas comenzando el año 2017, es la de vaciar el bolsillo de los consumidores, agotar las fuerzas productivas, empobrecer la sociedad, esquilmarlas y como corolario, tumbar el gobierno de Nicolás Maduro, apartarse del rumbo constitucional, socialista, partiendo del hecho que empresas privadas y socialismo no es factible el matrimonio, pero no es así, en esta transición al socialismo, se necesita de la empresa privada, de sus capacidades productivas, de la desintoxicación de su ortodoxia liberal, el mercado es un patrimonio histórico, no es exclusivo del capitalismo
Por supuesto necesitamos un espacio común de negociación, entre intereses ciudadanos (públicos) e intereses privados, la empresa capitalista no puede estar de espalda a los ciudadanos, al bienestar de la sociedad, lo que es bueno para la sociedad de los trabajadores debe ser bueno para la empresa privada, para el mercado, es decir para estímulo al consumo, ya que no puede realizarse la producción sin el consumo y viceversa, entonces debemos pensar en común este 2017.
En el 2016, tanto la empresa privada como los ciudadanos estuvieron de espalda los unos a los otros, como si fuera dos países, dos naciones, dos sociedades distintas, la verdad es que las empresas necesitan de los trabajadores y los ciudadanos de la producción social de la empresas, para ello, debemos crear ventajas comparativas para ambos, del lado los consumidores no debemos renunciar al subsidio, al estímulo de la producción social, de los bienes de primera necesidad, de los bienes que permiten reproducir la vida social humana y su calidad de vida, lo que aspira el socialismo y el capitalismo no puede dar más allá del salario, una vivienda digna, salud, educación, recreación, cultura social.
Del lado de los capitalistas, el estímulo a la producción social se hace necesario, tomando en cuenta la elevación de la productividad social, el incentivo a la disminución de costos, creando capacidades competivas para exportar los excedentes, es decir tomando en cuenta solo el interés nacional, en tal sentido hay la necesidad de reingeniería en las empresas privadas, desmitificar el objeto de su organización, no solo el lucro debe ser el motivo que deba animarlas, sino también hacer hincapié en el objeto social, en el destino social de su producción, la felicidad social de los ciudadanos, orgullecerse de la producción social, la satisfacción del cliente interno y externo, la identidad de la empresa con el mercado, sin ello, se colocarían de espalda los dueños del país, a su mayoría, a los ciudadanos, si es que deberíamos ser coherentes.
Por lo tanto; siendo los ciudadanos y ciudadanas, los trabajadores, obreros campesinos, empresarios sociales, los estudiantes, entre otros “los dueños del país”, deberían entonces hacerse cumplir las reglas, todas las leyes que a bien le satisfacen, mal podríamos proponer reducción de aquellos “programas de asistencia social directa a través de un programa temporal de ayuda a los sectores más necesitados”, si es que estos ciudadanos los necesitan, quiere decir que deberíamos continuar el apoyo social en la lucha contra la pobreza extrema y por el contrario, deberían las empresas privadas ser invitadas a luchar contra este flagelo de la humanidad por dignidad social, por dignidad nacional, por compromiso con la humanidad, apoyar las medidas contra la pobreza social en el país.
Asimismo; así como se pide reorientar a las empresas públicas, hacer reingeniería, hacerlas más eficientes, más eficaces, más productivas, tareas que deberían compartir también las empresas privadas, menos rentistas, más productivas, todas en una lucha común contra la inflación, este debería ser un frente común, a la que el gobierno de Nicolás Maduro debería convocarlas hacer un frente común, la lucha contra la devaluación, contra la inflación y contra la pobreza social como secuela.
Claro al respecto no basta que sea “es necesario reducir el ingreso de circulante inorgánico en la economía con una política de restricción del gasto público y desviarlo hacia "programas intensos de inversión que generen altos niveles de empleo” se necesita también, no solo la disminución del despilfarro, el desperdicio, gastos públicos de representación, se necesita también la disminución del gasto suntuario de los empresarios, de la alta acumulación de riqueza a costilla del pueblo trabajador.
Ni debe seguir el gobierno con su políticas inorgánicas de creación de dinero pero tampoco la empresa privada continuar con su política rapaz de enriquecimiento despiadado a costa de precios elevados, si de ajustes se trata, una cosa lleva a la otra, el gasto social provocado por las necesidades que crea el mercado, por la represión del consumo, si de justicia se trata. La política de precios inflacionaria del mercado no debe empujar a la emisión inorgánica de dinero, por el contrario, solo una política de precios justos, tendiendo a la disminución de costos. No debemos ir en dirección contrarias, mercado y sociedad, empresas y sociedades.
Hasta ahora los discursos son antagónicos, sencillamente porque no se comprenden quien es el verdadero “dueño del país”, al parecer la empresa privada solo aspira de manera egoísta que la disminución del gasto social se haga a costa del pueblo trabajador para estimular la producción privada, sin que esta se vea comprometida a desembolsar sus ganancias, asumir sus riesgos, impropio del espíritu empresarial, no se puede pedir al gobierno, renunciar atender a sus usuarios, los ciudadanos, lo que para la empresa privada serían sus clientes al decir que el Estado debe renunciar atender el gasto social para responder programas intensivos privados que generen empleos.
Cada quien en sus obligaciones, en su deberes, tanto gobierno como empresa privada, pero no nadando en direcciones opuestas como en el 2016 se manifestaron sus políticas, el 2017 debe ser distinto, la unidad en un frente común empresarios y gobiernos a recuperar el crecimiento económico en bien de todos, a entendernos en el dialogo, a respetar las instituciones a encontrar coincidencias en las diferencias, a entendernos, que el Banco Central de Venezuela no es una empresa privada atendiendo el mercado y ajena del gobierno y del Estado, que ella es autónoma y del gobierno, responsable de las políticas monetarias públicas, a comprender que PDVSA es del pueblo, de los dueños del país, los ciudadanos y a ella responden sus frutos, las divisas del país, de allí el socialismo petrolero.
Fuente consultada:
Conversatorio con el economista Braulio Merino “Exhortan a establecer una ´política clara´ de estímulo a la producción”, El Universal, 28 de diciembre de 2016