Ya el Comité Local de Abastecimiento y Producción, CLAP, es una realidad y eso no puede ser negado, aunque la otra parte fuerte de la economía venezolana, que debe ir de manera paralela con la producción, es la distribución, porque es allí donde está la segunda gran mafia que altera diariamente los precios y que impactan a la ciudadanía.
Como la tarea que tiene la Venezuela de hoy es fortalecer la soberanía, es importante que se diga que hay que consolidarla acabando con la gran mafia de la distribución que no solo se ocupa de los alimentos sino de una amplísima variedad de productos, a los que también aumentan los precios.
Es en la distribución donde está parte del problema que hay que resolver, porque es en el traslado de sujetos de la producción, que se efectúa a lo largo y ancho de la nación, donde se realiza la mayor parte de la vagabundería que viene ocurriendo desde hace más de medio siglo.
¡La malsana distribución sigue siendo un nudo dañino!
Quien controla distribución sabe lo que hace. Conoce muy bien a donde lleva lo que se produce en las fábricas y también maneja a donde no llevar la producción. En el negocio de la distribución es donde se esconde la mercancía, se desvía, se adultera, se desperdicia y lanza a los ríos, como sucede con algunos alimentos conocidos, entre ellos la leche.
Nadie puede decir que eso es mentira, porque los ganaderos para subir el precio de la leche y sus derivados utilizaron este recurso en más de una vez y eso lo saben los venezolanos y ciudadano de otros países del mundo.
La distribución, que debería ser un negocio honesto como el postal, el de los carteros es un gran negocio que se ha llenado de perversidad, que fractura la ética y facilita siempre el despojo, porque cuando un producto indispensable no llega al ciudadano, lo están despojando de la posibilidad de ayudar a sus hijos, a sus familia y eso sucede cuando pasamos por un determinado negocio y vemos las grandes colas que continúan haciéndose.
Y la fractura suele ser más perversa cuando los que hacen cola, deben marcharse porque el o los productos no llegan ese día. La vida no es fácil para la ciudadanía que viene soportando y enfrentando la guerra económica que le han desatado al país, pero Venezuela saldrá adelante y esa es la otra pata de la mesa que el CLAP debe crear y consolidar, porque además, los venezolanos lo están pidiendo a gritos.
Por eso no podemos ignorar que la distribución en esencia, es almidonada con el sentido de la perversidad. ¡Patea la honestidad! No hay maneras de desconocerlo y eso lo sabe cada Comité Local de Abastecimiento y Producción, CLAP..