La gran negociación comenzó hace ya unos años. Y los que negocian no son todos los que aparecen, ni los que aparecen son todos los que son; ni los que viajan a República Dominicana son los principales. En esto, vuelve a mostrar su pertinencia el análisis materialista histórico: se trata de una pugna de intereses materiales, del gran capital transnacional (conceptualizado como imperialismo desde hace décadas), de clases, fracciones de clase y categorías sociales como la burocracia estatal, incluidos los militares. Los politiqueros de pantalla de TV, mítines y hasta marchas, esencialmente iguales, aunque polarizados, no son más que la fachada, los payasos. El verdadero negocio es el reparto del botín de nuestro petróleo, nuestro oro, coltán, diamantes y hasta "tierras raras" radioactivas. La galería está ahí para aplaudir y ovacionar, para ser carne de cañón y electores.
Por supuesto, negociar incluye patalear, chillar, amenazar, dramatizar, insultar, enviar mensajes contradictorios, en el mismo párrafo o en la misma línea. Todos quieren entrar en el negocio. Los que tienen las armas, la burocracia, el aparato de reparto de bolsas de comida, los votos, los medios para obligar sin necesidad de convencer, ofrecen gobernabilidad, estabilidad política y legal para que los contratos funcionen. Los otros politiqueros, idénticos pero polarizados, ofrecen eso mismo, la fachada democrática, la estabilidad política, la mayoría de los votos, para que los dejen participar y les tiren algo. Hasta Trump chilló para que no lo dejaran fuera las grandes compañías, a las que les dio la vicepresidencia de su país (Tillerson).
La gran negociación arrancó desde el decreto de las Zonas Económicas Especiales; si no antes, mucho antes. La inspiración puede que sea china, de un Partido Comunista con más de un 20% de jefes millonarios, que incluye entre su militancia a algunos de los ricos más ricos del mundo, que somete a su población a los rigores del trabajo asalariado semiesclavo de las maquilas, con la promesa de un mejoramiento de las horrorosas condiciones de vida que lleva y una figuración de imperio mundial que acaricia su orgullo nacional. El mencionado decreto promete un trato preferencial en lo impositivo, garantías de repatriación de ganancias, hasta suspensión de algunas incomodidades legales laborales. La actitud es la misma demostrada con aquella compañía canadiense ecocida que ganó un pleito en los organismos internacionales contra Venezuela, y la gran solución fue negociar, hacerlo socio. El mismo esquema del arco minero: la asociación con el gran capital transnacional. Y para ello, crean una compañía presidida por el Ministro de Defensa (CAMIMPEG). Se generaliza el esquema de las compañías mixtas. Pero la orden del día es, como dijo el presidente Maduro recientemente, "flexibilizar".
Impresiona el doble discurso: a luchar contra el imperialismo, marchas de los beneficiarios de misiones y CLAP, discurso inflamado en la OEA y la ONU; pero, mientras tanto, seamos prácticos, mejor reafirmemos a los mismos socios de las compañías petroleras (eso sí, incluyendo las rusas y las chinas, claro) para la explotación de las reservas más grandes del mundo, la Faja Petrolífera del Orinoco y el Arco Minero.
Impresiona el aire de gran gerente de Fernando travieso, asesor de PDVSA y constituyentista, entrevistado por un asombrado Walter Martínez el pasado 21 de agosto. Casi que me convence: las compañías petroleras promovieron una guerra civil aquí para apoderarse de las reservas petroleras; pero (o, más bien, precisamente por eso) es mejor hacerlas socias, ratificar a nuestros queridos socios (incluida la Exxon de Tillerson, claro; si es hasta socio de Rosneft en México), para "lograr la paz". Les hacemos los estudios (a través del Departamento de Estudios Integrales de PDVSA) mediante simulaciones computarizadas, y les permitimos mostrarlos en la Bolsa de New York para obtener financiamiento del gran capital. Las proyecciones de la producción a futuro demuestran que nuestras reservas son incluso más grandes que las árabes. ¿Para qué pelear si podemos ir a un esquema "ganar-ganar"? ¿Es un constituyentista revolucionario antiimperialista o un "coach" de gerentes de grandes compañías? No seas tonto, Jesús. Es obvio.
La gran negociación es el relanzamiento del extractivismo rentista y clientelar, mientras condenamos el rentismo, para el aplauso y la aclamación de la galería. Ya está el esquemita instalado en nuestra cultura, nuestras costumbres, las actitudes de la burocracia y los militares. Primero, el doble discurso. Engolar la voz y anunciar que anuncias que "constitucionalizaremos la economía postpetrolera y postrentista". Al mismo tiempo, segundo, salírsenos la baba cada vez que aumenta un céntimo el petróleo. Y, sobre todo, avanzar en los contratos con nuestros queridos socios, de la faja, del arco minero, del carbón del Zulia, etc. Tercero, aceitar los CLAP, ese mecanismo de supervivencia, controlados por el propio aparato (UBCh, Frente Francisco de Miranda, etc.) fundido con el estado, así como los militares están fundidos con el estado, y todos somos uno (ver "I am the walrus" de John Lennon).
Por eso, maestro Britto García, sus alertas sobre la Ley de Protección de las Inversiones Extranjeras caerán en saco roto. La culpa no es de los constituyentistas empresarios. Recuerde quién inventó ese mecanismo corporativista copiándose de Mussolini, tal vez sin ni siquiera saberlo. La responsabilidad es de los que dirigen el relanzamiento del rentismo, ahora no sólo petrolero, sino también minero, y siempre ecocida. Por eso, sus propuestas, maestro, no serán escuchadas y su análisis sobre el populismo adeco se hará más vigente, pero a propósito de esta realidad de clientelismo sostenido por el mismo rentismo de siempre.
No me voy a despechar. Ya no. Pero tampoco voy a negar los hechos, como hacen muchos. El antiimperialismo es cosa seria. Y el imperialismo también. Los payasos (Trump, etc.) son sólo una fachada, y las compañías (norteamericanas, chinas, rusas, canadienses, belgas, etc.) son los que están negociando en un esquema "ganar-ganar" con la cúpula burocrático-militar. Lo de República Dominicana y los acuerdos políticos (politiqueros), vienen en consecuencia y después.
Por eso, a celebrar que la gran negociación está viento en popa.