PDVSA ha sido y sigue siendo el objetivo principal para toda clase de oportunista. Hay mucho dinero en sus cuentas de banco. Es el centro de toda clase de negocios, desde el pícaro que en nombre de su cooperativa busca un contrato para distribuir comidas, el otro que solicita autobuses para los viejitos para él robárselos, el que quiere que le financien sus CDs para luego vendérselos a la misma empresa, el que desvalija o se queda con los carros institucionales… hasta los traficantes de combustible, los que otorgan contratos a trasnacionales, los que frenan proyectos de la revolución para beneficiar a compañías privadas, el nepotismo, el colonialismo en la empresa, y así; son casi ilimitadas las posibilidades de negocios, de corromper y de ser corrompidos, dentro de una burocracia y una sociedad miserables.
¿Para qué tener tanto dinero? Es simple: para Viajes, lujos y putas. Viajes: hoteles lujosos con todos sus servicios; lujos: carros, vinos y licores, droga, otra vez Hoteles, ropa, zapatos, perfumes, joyas, mercancía imperecedera, es decir, arte; Putas: sexo caro. Lo cierto es que estas tres cosas vienen juntas y resumen los deseos más comunes, más populares de esta clase de humanidad; sus ambiciones de resumen a esto, a sentir una chispita de poder, da tristeza ¡Dan tristeza!
¿Y por ésto se renuncia al socialismo, a conquistar los imposible, a la inmortalidad? Sí, por esta bagatela, por llevar una vida apresurada a fin de llenar el hueco sin fondo de las insatisfacciones, una vida de auténtica miseria espiritual (Es más digno atracar un Banco; claro, cuando la inflación sea de un dígito).
Creer que PDVSA estaba blindada de toda esta miseria, por el solo hecho de decretarlo, de solicitarlos en los discursos o reuniones de directorios, es una estupidez. Eso lo entendió Chávez y Rafael Ramírez; había que actuar mucho más allá del discurso, y así se hizo. La corrupción es un mal derivado de un espíritu vulgar el cual se confunde con los instintos más básicos y una inteligencia gregaria que obedece a la autoridad de la sociedad capitalista burguesas, La corrupción es un mal pequeñoburgués, y si había que darle un uso a la renta petrolera, que ese fuera político, para adelantar planes sociales revolucionarios, Las misiones, salud, educación; para la soberanía petrolera, para apoyar los planes sociales nacionales, antes de fortalecer la exclusión, los privilegios, el clasismo en la empresa, reproducir más capitalismo. El precio fue extender los espacios las oportunidades para la corrupción, pero había que dar ejemplos claros de cambios.
Así lo pensó Chávez y así lo cumplió Rafael Ramírez. Eso se lo cobran hoy los capitalistas, a través de los reformistas y fascistas. La línea editorial de los medios más reaccionarios es hoy vincular todos los casos de corrupción en PDVSA con Chávez y la gestión de Ramírez, calumniar los proyectos chavistas de soberanía petrolera: hacer de la fuente principal de divisas del país, PDVSA, el motor de la revolución socialista.
Los criterios que se usan para criminalizar muchas de las decisiones tomadas por Ramírez y Chávez parten de las mismas leyes y normas burguesas (las cuales solo les son permitidas violar a los ricos burgueses) ¿Por qué se persiguen a los corruptos y no a los corruptores, es decir, a los capitalistas? Las preguntas que uno se ha hecho desde que comenzó esta cacería de corruptos son estas ¿Por qué el gobierno no defiende a Rafael Ramírez? ¿Por qué no defiende la gestión de Rafael Ramírez, íntimamente ligada a las decisiones de Chávez, de usar a PDVSA como un arma política de la revolución? Otra ¿Por qué estallan todos los casos ahora, mezclados, indiferenciados, justo ahora?
El gobierno cometió un error en todo esto: haber comenzado la reversión de la llamada “plena soberanía petrolera” y luego cazar a los corruptos, porque dejó claro su intención de privatizar la empresa, es decir, su “mala voluntad” cuando ataca la corrupción. Lo mismo pasó con el caso de la Fiscal ¿Por qué no la denunciaron antes si tenían tantas pruebas contra ella y su marido? Mala voluntad.
Todos condenamos la corrupción, pero la del otro. La “mala voluntad” es al caso de corrupción más pernicioso, porque en torno a ella todos nos hacemos cómplices y entonces no se ve. El caso es que en tiempos de revolución, vistos con los ojos de lo viejo, desde el moralismo hipócrita burgués que ahora juzga a Chávez y a Ramírez, se confunden los valores. Esta hipocresía, este moralismo burgués se ha hecho “viral”, lo practica todo el mundo, dentro de los socialdemócratas reformistas del gobierno y los fascistas de la derecha más derecha.
Por último, es bueno recordarle al Ministro Ramírez que sus “camaradas” de partido lo dejaron solo, que ahora lo condenan por carambolas todos los medios de la derecha; solo estamos a la espera de las acusaciones de los “revolucionarios robespieranos” como el señor Pedro Carreño. Que el tiempo de defender con valentía su gestión y la de Chávez (ahora en el blanco político del gobierno y de la derecha, por razones económicas) ya pasó. O está pasando, tan rápido como el aceleran la entrega definitiva de la economía, de los chavistas y el chavismo a los capitalistas y sus tribunales, a los oligarcas de siempre y su justicia despiadada. Un político debe tener desarrollado el sentido de la oportunidad y su oportunidad está pasando, Ministro, apúrese.