"No debe haber sectarismo posible cuando se trata de un esfuerzo como el que estamos haciendo, en el cual lo importante es el colectivo mucho más que el protagonismo de alguien".
Hugo Rafael Chávez Frías (Miraflores, 24 de febrero de 2006)
Si una revolución ha sido sometida a duras pruebas en tiempo record ha sido la Revolución Bolivariana y no escapan a ella las siete plagas de Egipto, encarnadas en la burguesía parasitaría y en la defenestrada oposición lacaya la cual hoy se resiste a morir en nuestro país.
Desde todos los frentes se han desatado los demonios y ante cada arremetida, desde los inicios del proceso revolucionario con el Comandante Chávez, hemos visto como los intereses oligárquicos y oligopólicos se han encompinchado para frenar el avance de los programas sociales y el cambio de rumbo de nuestra sociedad.
Los esfuerzos han sido portentosos y a pesar de los triunfos y avances en lo político (más de 24 elecciones para Presidente, gobernadores, alcaldes, la Asamblea Nacional Constituyente y ahora concejales) ahora la guerra contra un sistema neoliberal decadente se ha centrado en lo económico.
La lucha se ha tornado dura contra mecanismos dictados por el imperio norteamericano a través de un guion que ha enfilado sus baterías con guerras de IV y V generación, las cuales hoy han aterrizado en una guerra económica que estrangula el bolsillo de los venezolanos.
El gobierno revolucionario del Presidente Maduro ha respondido con medidas que trascienden la economía tradicional e implementado un nuevo cono monetario, también atacado por francotiradores financieros.
Especialmente desde Colombia y desde los Estados Unidos (Florida), nos han querido demoler con un dólar paralelo (el dólar Cúcuta y Today) que hoy está siendo enterrado por el Petro, nueva moneda virtual que rompe los paradigmas de la economía moderna.
En los mercados populares, abastos y demás cadenas de productos de primera necesidad (alimenticios, farmacéuticos y de limpieza, etc.) se han incrustado los bachaqueros y los testaferros de una cadena de ladrones, quienes hacen la comparsa a los enemigos de la Revolución Bolivariana.
Luego de un gran esfuerzo por parte del Estado Venezolano para superar los estragos de la guerra económica, con medidas de protección al salario (nuevo salario mínimo) para proteger el poder adquisitivo de los venezolanos con el bolívar soberano y el Petro, ahora renace de nuevo el ataque desde la vecina Colombia y los cipayos de nuestro país, representados por Fedecámaras, Fedenaga, Venacham y Conindustria y demás especies.
Desde estas sempiternas cofradías de enemigos del país y sicarios del imperio se disparan los misiles a través de sus empresas, redes de distribución de alimentos y de productos de primera necesidad contra un pueblo y para acorralar al Estado, con el cual se han agotado todas las vías de diálogo y conciliación, porque sólo recibe hipócritas repuestas de los empresarios en la mesa de negociación.
Un Estado socialista y abiertamente revolucionario ya no puede seguir dándose el lujo de utilizar el "diálogo" y la buena fe como armas para la defensa del pueblo. Las instancias han sido agotadas y los mecanismos de ataque - propios de un sistema capitalista - deben ser enterrados para siempre para consolidar la Revolución.
La realidad nos demuestra que una vez agotados los mecanismos del Estado dentro de un esquema de libre comercio y mercado, este sólo recibe repuestas de explotación y saqueo a los recursos que el mismo Estado proporciona al pueblo para su subsistencia.
Hemos caído a la merced de unos ladrones de cuello blanco que ya no lo tienen blanco sino muy sucio y no ocultan su afán de depredadores, al no poder subsistir en un esquema de economía socialista.
Los bachaqueros y ladrones que exprimen los bolsillos del pueblo no pueden convivir en un esquema de relaciones de "ganar ganar" sino de "robar robar".
Los ladrones todos sabemos dónde está su lugar destinado: es la cárcel, castigo que les espera por sus fechorías. Si no lo hacemos de inmediato estaremos haciendo el papel de pendejos o de bolsas en una revolución que no es de pacotilla sino auténtica y que debe consolidarse.
Los venezolanos hemos caído de nuevo en las garras de los ladrones y mafiosos especuladores de los huevos, pollos y de la carne (precios de locura), productos de vital importancia para la subsistencia y la alimentación del pueblo venezolano.
El calvario de negociaciones y de diálogo ya agotó la paciencia del pueblo llano y de a pie, quien transita por las calles y avenidas de los pueblos de Venezuela en busca del sustento y de sus alimentos.
Ha llegado la hora de darle un parao a los zamuros de la carne y ponerlos en su lugar. El Estado Revolucionario debe actuar de inmediato en defensa de las conquistas del pueblo y de su empoderamiento (Poder Popular), con la aplicación de severas leyes que ya están consagradas en la Constitución Bolivariana.
Las instituciones del Estado y la unión cívico- militar deben demostrar de una vez por todas de que está hecha nuestra Revolución y salir desde ya en defensa de las conquistas del pueblo, antes que el mismo pueblo aplique sus "Tribunales populares" a quienes han hecho su agosto con el hambre del pueblo venezolano…¡Ya basta!
¡Amanecerá y veremos!