Mi tarjeta de crédito, desde hace mucho tiempo, no la uso. Siento que ha perdido "Punch", además de la buena reputación que tenía; es decir cayó en descrédito. Hoy yace inerte en algún apartado de mi cartera, apretujada entre cédula, carnets y alguna estampa religiosa, esperando recuperar su prestigio, solo si, la banca comercial hiciera caso a la Sudeban cuando a través de sus comunicados, ordena que los límites de las tarjetas de crédito deben aumentar; sin embargo, nadie le hace caso y de allí que el descrédito de mi tarjeta vaya in crescendo, porque su valor ha disminuido a la vista de todo el mundo.
Ya no es aquella tarjeta que todo el mundo quería tener y sus poseedores se pavoneaban entre faramallas, cada vez que la sacaban entre sus amistades para impresionar y dar cierta envidia. Era la época en que los aumentos de límites se hacían silenciosos, automáticos y la gente se sorprendía cuando los veía. ¡No señor, eso pasó a la historia! Si actualmente se hiciera un comercial para la televisión, la tarjeta de crédito solo serviría para promocionar el pago de los picos, para completar alguna cantidad, por ejemplo, si algo cuesta 320mil bolívares, allí aparecería mi tarjeta de crédito, porque los 20mil bolívares serian pagados por la tarjeta, mas nada, porque ese es el límite que ella tiene. Y hoy en verdad que todo tiene precio, ya no se puede repetir aquel slogan que decía: "Eso no tiene precio" No señor, todo tiene precio, por eso es que deben aumentar los limites de las tarjetas de crédito, para poder pagar o abonar la deuda.
Mi tarjeta ha caído en descrédito; ¿Como va a ser posible que con ella, hoy tenga que hacer una vaca para completar el pago de un producto? Es decir, en la mano no caben las tarjetas que debo usar para pagar: tres tarjetas de débito de tres bancos distintos, mas la tarjeta de crédito de dos bancos diferentes, y por si acaso falta, hay que completar con algún efectivo de los 50 mil bolívares que da el banco. Así es como logro pagar cualquier cosa, cuando antes podía pagar solo con la tarjeta de crédito, gorda y rozagante que te solucionaba problemas.
Debo confesar además que, mi tarjeta de crédito ya no sirve para pagar en ningún lado, y las razones son muchas. ¿Usted sabe desde cuándo no entro a una tienda de ropa? Ufffffff ¿Usted sabe desde cuándo no entro a una farmacia? Uffffff. Ahora compro chinchín a los buhoneros de las medicinas. ¿Usted sabe desde cuando no saco la tarjeta de crédito de la cartera? Ufffff. ¿Usted cree que algún banco va a emitir una American Express Centurión o la tarjeta de crédito negra sin límite de gastos con la que se puede comprar de todo? ¡Como son las cosas! Es paradójico que para poder ver la luz al final del túnel hay que tener una tarjeta de crédito negra y con la visa o mastercard que tenemos y creemos que es suficiente, uno lo que está viendo es la vida negra. Creo que todo tarjeta habiente que se respete debe exigir a Sudeban que no ordenen más, subir los límites de las tarjetas para que no queden como faltos de autoridad, pues, los bancos no cumplen esas órdenes.
En estos días me he preguntado ¿Y para que tengo tarjeta de crédito si no me beneficia en nada? Y el colmo de todo es que en el momento en que hacia esta nota, recibí un mensaje del banco que emitió mi tarjeta de crédito, notificándome que fuera a retirar la nueva tarjeta ya actualizada, a la mayor brevedad posible. Cuando leo eso me puso a pensar, es decir, no debe ser tan apurado porque desde el sitio en que yo vivo hasta el banco es bastante lejos y hay que pagar por lo menos una carrerita. Y sabiendo que la carrerita es más cara de lo que tengo como límite en la tarjeta, fue necesario hacer un negocio con el taxista. Quedó en hacerme la carrerita por 50 mil bolívares, le di 30 mil en efectivo y cuando me dieron la tarjeta de crédito se la di para que se cobrara los otros 20 mil bolívares, que es el límite de mi tarjeta. La única forma en que se finiquitó el negocio fue que el taxista fue a la panadería a comprar un pan, sin embargo, tuvo que poner 10mil bolívares mas en efectivo para poder comprarlo, entonces el pobre hombre sin necesidad tuvo que comer pan sin querer.
Después de todo, no se puede negar que mi tarjeta ha caído en un descredito total y que la nueva que recibí ya está haciendo cama en la cartera, mientras que la vieja se liberó y hoy "anda feliz" entre las manos de mis nietos, sirviéndoles para sus juegos infantiles.