Sirena dulce del canto y la fulía, chistosa mujer criolla para la danza y el floreado vestido, mariposa en el aire al compás de las malagueñas, divertida actriz para el zapateo del joropo, divertida negrita infantil para animar las parrandas, mulata grácil descalza del cabello amarrao, compositora de jotas y pícaros contrapunteos, imagen de su lindo pueblo donde la tierra es humilde, estampa de identidad, sentir cultural sin fronteras, tal es la mixtura del nombre y de la huella de María Rodríguez, Sirena de Cumaná, quien sostuvo durante 90 años la alegría espiritual de llamarse María Magdalena y de apellidarse Rodríguez, así como de ser nieta de Tomasa y de Lorenza, quienes le pusieron en la sangre el don del arte popular para merecerse en 2008 la honrosa distinción del Premio Nacional de Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.
Aparte de todo, anduvo de buena compañía intelectual nada menos que al lado de un gigante de la crónica y del relato encantador, don Alfredo Armas Alfonzo, el hijo de Clarines y sus aledaños históricos, lo mismo que junto al cantor revolucionario de las luchas ancestrales Alí Primera, por virtud de su alma entregada a la batalla del bien, a la conquista de la solidaridad infinita, al clamor de la justicia en el estamento social, y a la defensa del amor como suprema bendición del existir. Todo lo fue María Rodríguez, como un río, como su sentir.
Su madre Carmen María Rodríguez y su padre Jesús Eloy Ríos, ella del hogar señero y la sal del mejor bocado, él tocante del cuatro y sus arpegios sonoros, le dieron a María Rodríguez la luz de este mundo el dos de julio de 1924 allá en su barrio Plaza Bolívar de Cumaná para despedirse de su tierra, cual estrella luminosa que habita el infinito, el 30 de septiembre de 2014, 90 años después, en la urbanización Gran Mariscal de Ayacucho. Fue la segunda en venir al mundo entre siete hermanos cumaneses como el héroe patrio Antonio José de Sucre, el no menos glorioso José Antonio Ramos Sucre y el poeta nacional Andrés Eloy Blanco, lo mismo que la estirpe dolida de Cruz Salmerón Acosta.
Desde niña el folclor fue su cuna y su oficio, su aprendizaje y su docencia lo mismo que su ejercicio y su expresión. Todo lo dijo con su cuerpo abierto al baile y la danza, con su voz singular para cantarle al tabaco y a la playa, al aguinaldo y al cruzao, al caminante y a la Cruz de Mayo, a la guacharaca y a la iguana. Por eso soltó su voz en ritmos de jotas y galerones, de gaitas y de polos, y los hizo escuchar desde oriente hasta occidente, desde Guayana hasta el centro de Venezuela, de los Llanos hasta los Andes, y un poquito más allá, donde mientan los Estados Unidos o Colombia, Barbados y Trinidad, Cuba y Jamaica, Portugal e Inglaterra, porque la generosa y familiar mano de Benito Yradi, sabio defensor de nuestras expresiones populares, le propició solidaria orientación y desmedida entrega promocional.
Los pescadores la tienen en su timonel como una luz infinita. La saben suya tanto como a Luis Mariano Rivera. La quieren tanto como a Gualberto Ibarreto. La conocen tanto como a Remigio "Morochito" Fuentes. Saben de la famosa oración del tabaco tanto como de Margarito Aristiguieta, el inspirador del tema. La sintieron feliz tanto en las Comparsas de Cumaná como en la casa de otros músicos, desde Atanasio "Chiguao" Rodríguez a Daniel Mayz, desde Luis "Güillo" Rodríguez a Cruz Quinal y su bandolín morocho. Por eso en el cristal de la arena de la playa de San Luis la saben eterna y señorial como un ave cantora que no borrará jamás cuanto encauza su nombre: salitre, mar y canción; canto, baile y folclor.
La cantora y el cantor, los músicos y el pueblo perfilan una unión afectiva. Por eso se hacen huellas. Y María Rodríguez, cantora de Cumaná, se debió también al afecto y al abrigo de la amistad. A su lado las tribunas le pusieron de compañeros a don Rafael Montaño lo mismo que a Simón Díaz. Estrecharon sus manos francas José Ramón Villarroel –llamado Huracán del Caribe, lo mismo que Francisco Mata –llamado Cantor de Margarita–. Y la tuvieron cual reina "lo más del corazón", como gusta decir el poeta escuqueño Ramón Palomares, Chelías Villarroel –Maestro del Punto del Navegante, Jesús Ávila –llamado El Guanaguanare y don Beto Valderrama Patiño –el de la mandolina de oro, entre otros grandes artistas.
No se diga también la admiración sin fin cultivada hacia ella por Cecilia Todd y Lilia Vera, Francisco Pacheco y Daysi Gutiérrez, Otilio Galíndez y Morella Muñoz, Luis Laguna y Nelson Laya, junto a galeronistas notables y de nueva cuna como el maestro Benjamín Rojas "Jinjín", José Farías —"Anjá mi maestro, anjá", Andrés Rodríguez —"El Gallo de Quiriquire" y también por musicólogos como su gran amigo Carlos García y Rafael Salazar. Es tanta la gente de su querencia sembrada que, sin ánimos de jerarquía ni de indeseada omisión, la cuereta de Perucho Cova y de Mónico Márquez, el bandolín de Jesús "Chuito" Rengel y el violín de Eddy Marcano, el bajo de Roberto Koch y el cuatro de Jorge Glem o el de Alfonso Moreno Muñoz le brindarían hoy una serenata en coro con Hernán Marín y Lucién Sanabria, acompañadas de unas décimas espinelas de José Agreda –"El Vendador" y Ernesto Da Silva–"El Ciclón de Margarita", Maximiliano Villarroel– "El Nuevo Huracán" o Luis Antonio Rodríguez –"El Pintor Maravilloso"–, o Rocky Vizcuña y Marino González.
María Rodríguez es el joropo estribillo y la gracia del merengue, la dulce armonía de los valses y la ensoñación del bolero. Consustanciales todos como la arepa e’ budare y el cafecito en totuma, como el sancocho en leña y como la güima e’tabaco, como la piedra e molé y el pilón de pilá. Un teatro con su nombre es vestigio para honrarla, y para celebrarla quedan sus más notables diversiones: La sirena y La mariposa, al paso de Aurelia Rodríguez, sus carnavales y comparsas, así como el amor perenne de sus siete hijos, las semillas más amadas. Por todo ello, María Rodríguez fue reconocida en la radiodifusión venezolana desde Radió Cumaná –invitada por su promotor iniciático Santos Barrios– hasta Radio Sucre y Radio Rumbos, Radio Continente y La Voz de El Tigre, Radio Nueva Esparta y Radio Oriente o Mundial Margarita, dondequiera que su voz haya sonado al amanecer y en las noches para beneplácito de los radioescuchas de antaño y de ahora.
Así la acreditan sus dieciséis producciones discográficas, a saber: trece en viejo formato de acetato long play y tres en disco compacto o CD. Y para no olvidarla jamás, nos queda esta joya musical titulada La oración del tabaco:
"Hombre loco y pendenciero/ hombre loco y pendenciero señores sí que les cuento/ señores sí que les cuento/ se puso a hacer un invento/ pa’ volverme una cualquiera/ Me tenía en el hechicero/ un prendedor y un retrato/ un prendedor y un retrato/ un vestido, unos zapatos,/ todo eso poseía/ pero yo me defendía/ con la oración del tabaco// Me fui pa’ un pueblo sin nombre/ me fui pa’ un pueblo sin nombre/tierra de la brujería/ tierra de la brujería/ El hombre me perseguía/ los pasos por donde quiera// decían que era una fiera/ pero yo era un buen chaco/ pero yo era un buen chaco/ creyó verme el lado flaco/ y dijo "ya está amarrada"/ pero yo estaba ensalmada/ por la oración del tabaco// Con la oración del tabaco/ calle arriba y calle abajo/ andaba mi pretendiente/ andaba mi pretendiente/ buscando los ingredientes/ para empezar el trabajo//Cariaquitos y cariacos/ la yerba de amansar guapos/ Pero él se llevó un buen chasco/ cuando se vio fracasado/porque lo tenía ensalmado/con la oración del tabaco —¡Qué hombre tan terco, pues!// Pero yo tengo que vencerlo a él.// Nananana nananana/ El hombre que está pensando/ de poseer mi cariño/ de poseer mi cariño/ tiene que tratarme fino/ como persona decente/ con amarme es suficiente/ sin hacerme brujería/ sin hacerme brujería/ con el diablo pelearía/ ensalmándolo hasta a él/ yo que encomendé acabao/ con la candela al revés.//Nananana nananana,/nananana nanaraira/ nananana nananana/ el hombre que está pensando/ de poseer mi cariño/ de poseer mi cariño/ tiene que tratarme fino/ como persona decente/ con amarme es suficiente/ sin hacerme brujería/ sin hacerme brujería/ con el diablo pelearía/ ensalmándolo hasta a él/ yo que encomendé acabao/ con la candela al revés.//—¡Así es como es!
Este artículo lo publiqué en
Imagen. Revista Latinoamericana de Cultura, № 7
Nueva Época, septiembre 2015
Director-editor
Gabriel Jiménez Emán