33 es
un número de suerte y fatalidad. Cristo fue asesinado a los 33 años
por los fariseos de la época. Hoy, por
los 33 mineros rescatados,
los herederos de aquellos fariseos pretenden asesinar
a la Clase Obrera chilena. Sebastian Piñera sabe muy bien sobre cuando y
cómo aprovechar las oportunidades
que le brinda la suerte de otros. El 33 fue su número de suerte. El
nuevo inquilino de La Moneda
supo utilizar el infortunio de los
mineros chilenos –más un boliviano- en pro de llevar adelante su
pretendido plan privatizador; de entrega del país a los capitales transnacionales,
sin mucha resistencia. No se equivocaron quienes dijeron que Piñera
no dejaría escapar el momento para “justificar” lo injustificable
so pretexto de la ineficiencia del Estado. Con el rescate de los 33
mineros atrapados durante 69 días en las minas de Cobre de San José, en Chile,
el gobernó derechista de Sebastian Piñera dejo sepultada a la Clase
Obrera de ese país.
Hoy es todo el pueblo chileno la victima de un mayor desastre.
Entre
celebraciones de muchos, brindis y borracheras de algunos, otras noticias
no menos dolorosas fueron opacadas por los medios de comunicaciones
internacionales que sólo centraron la atención del mundo en las liberaciones
de “los 33 mineros atrapados que volvían a nacer”. La noticia aparecida
el día 14 de octubre de 2010 en la página Web aporrea.org, a través
del link: http://www.aporrea.org/internacionales/n167504.html. sacaba a la luz, junto con
los mineros atrapados, lo que la burguesía chilena pretendía ocultar.
Decía: “Tal como lo afirmara El Mercurio –paladín de los intereses
de los grandes capitales- en el editorial del 17 de abril de 2010,
en el sentido de que “…mantener en el futuro bajo el alero estatal
a (empresas)…como Cimm T & S…no parece ya tener justificación
suficiente, por lo que convendría abrir un debate amplio sobre la conveniencia
de enajenarlas”, finalmente, 6 meses después, se oficializó la privatización
de otra propiedad del Estado asociada al cobre (…) Hasta ahora, los trabajadores
habían logrado detener la privatización de la corporación, mientras
las amenazas de su venta son hoy un hecho.”
La euforia del pueblo chileno por la liberación de los 33 trabajadores mineros, hoy proclamados héroes de la patria y hechos publicidad en beneficio del gobierno de Piñera, más tarde aborrecidos y olvidados para siempre, quedará sepultada junto a su Clase Obrera y la olvidada lucha de los mapuches.
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