El periodismo palangrero y cipayo: un problema de salud pública

El periodismo en Venezuela: ¡Licencia para calumniar!

Justamente, así como reza el titulo, al mejor modo del afamado personaje de películas, el agente 007, algunos periodistas ejercen, sin freno o medida alguna, una muy particular Licencia para Difamar. Devenidos en novísimos señores feudales a consecuencia de la protección política que reciben de los grandes centros de poder mundial, no sólo expresan su opinión, por alocada y agresiva que esta sea, sino qué, la emprenden contra objetivos personales hasta no dejar títere con cabeza, o reputación y buen nombre sucios, siempre que esto contribuya a dar fiel cumplimiento al plan general desestabilizador detrás del cual se mueven como perros de presa y por el que cobran.

Esta especie de nobles damas y caballeros pareciera haber dado un salto valida de una suerte de túnel del tiempo que les ha permitido borrar -al mejor estilo del reyezuelo Carmona- tres siglos de civilización y progreso en el ámbito de la universalización de los derechos humanos. Un fuero especial les permite calumniar, difamar y asesinar moralmente a quien les plazca sin que deban presentar ni siquiera excusas.

Ninguno de los casos de periodistas que hoy se ventilan en los tribunales venezolanos y que da lugar a que el imperio califique a Venezuela como un país que porta mal con la sacrosanta libertad de expresión, tiene su origen en opiniones políticas. Ninguno de ellos está siendo imputado por su participación causas políticas, por más que se empeñen en demostrar lo contrario. Opiniones y acciones políticas por las cuales estarían presos en cualquier país de la tierra y especialmente en el país ideal para ellos: los EE.UU. La basura mediática orquestada desde el Departamento de Estado y la CIA hace aparecer a estos delincuentes comunes como víctimas de la persecución del régimen "autoritario" del Presidente Chávez. Frente a esta matriz grotesca de opinión se debe alzar la voz la verdad. Veamos las acciones ejecutadas -y fatalmente perdonadas- por estas joyas del periodismo así cómo las causas reales por la que están siendo imputados penalmente.

1) A la periodista Ibeyise Pacheco nadie le está cobrando su participación pública y notoria -videos a granel- en los acontecimientos del golpe de estado de abril de 2002, ni sus reuniones conspirativas con los cabecillas del golpe, ni los artículos preparatorios del clima para su ejecución. Nadie le está cobrando, -espero que por ahora- que haya convertido en ladrón a un menor de edad, hijo de Alí Rodríguez Araque, no obstante que éste hubiese fallecido muchos años antes. Nadie le está cobrando la compra de un cuadro del artista plástico Reverón en varios millones por parte del ministro Jesse Chacón, aunque esa compra nunca existió. Nadie le está cobrando los ríos cloacales en que convirtió su paso por el pasquín Asi es la Noticia propiedad de su jefe Miguel Enrique Otero. ¡No!, Para nada, nada de esto forma parte de su imputación ante los tribunales.

Ibeyise Pacheco fue demandada por un ciudadano de esta república de iguales, por más que les pese, a quien la periodista difamó afirmando qué, este ciudadano había hecho trampa para graduarse de abogado en la Universidad Santa Maria con gravísimo perjuicio para la carrera de este ciudadano. Después de años de papeleo y tortuosas acciones ante los tribunales de justicia, un juez sentenció a favor del ciudadano y condenó a la periodista por los delitos de difamación e injuria, previsto en las leyes y de obligatorio cumplimiento para todos en este país, sin fueros ni privilegios. No hacerlo significa que, una periodista puede difamar, calumniar y hacer lo que se le venga en ganas a cualquier persona o de lo contrario, será una perseguida por el régimen autoritario de Chávez y una violación a la libertad de expresión.

b) A la periodista Patricia Poleo nadie le está cobrando los vídeos forjados de los Comacates, las "pruebas" de las relaciones de Chávez con las FARC, el vídeo forjado del pistolero de Altamira asistiendo al sepelio del fiscal Anderson, ni el contenido falso de sus cientos de columnas en el Nuevo País. ¡No! Para nada, está siendo imputada por la sustracción de documentos con reserva procesal, delito tipificado en el Código Penal. De modo qué, una periodista, disfrutando de una prerrogativa foral al mejor estilo de los señores medievales puede sustraer documentos de un tribunal, amañarlos, forjarlos y si a la Fiscalía se le ocurre que quien eso hace está delinquiendo, la periodista será, de nuevo, una perseguida del régimen y una agresión a la libertad de expresión.

c) Al animador de televisión Napoleón Bravo, nadie le está cobrando que el llamado a la rebelión realizado el día 10 de Abril de 2002 por el general Néstor González González se hiciese en su casa y bajo su vista. Nada que ver con su famoso "buenos días, tenemos nuevo Presidente" y la lectura de la renuncia del presidente Chávez, -inexistente y por tanto forjada-. Nadie le está cobrando el chofer de Juan Barreto y la "escuela de milicias armadas" del gordo. Nada que ver. ¡No! Su imputación tiene que ver con dos cositas menudas: Haber llamado burdel al Tribunal Supremo de Justicia y haber incitado a los compañeritos de estudios del pequeño hijo de Pepe Rangel Vale para que lo agredieran por chavista porque en el colegio no estarían los guardaespaldas. En el primer caso una institución -el máximo tribunal de la república- exigió el debido respeto y en el segundo un ciudadano, como otro cualquiera, demandó ante el peligro que las incitaciones al odio representaban para su familia. ¡Bueno! Pues este caballero es otro que engrosa el expediente de periodistas perseguidos por el régimen. ¡Habrase visto poca vergüenza!

Sí, estimados lectores que puedan leer esto en otras tierras, esto no es ciencia ficción, esto es lo que pasa en la Venezuela Bolivariana sencillamente porque al imperio le da la real gana. Este es el expediente con el cual, los EE.UU., piensa solicitar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana en la OEA. Esto es el mundo al revés, para la razón, y al derecho para estos poderosos imperialistas empeñados en agredir el "mal ejemplo bolivariano".

Sólo se mencionan tres de los casos más resaltantes, faltarían otros para provocar un infarto de risa o algo parecido pero de rabia. Una periodista: Marta Colomina, con un programa que destila veneno cada mañana es despojada por los dueños del medio de su exquisito programa por "vacio de audiencia" -como lo llamó Earle Herrera- y por tanto de anunciantes e inmediatamente pasó a formar las filas de los periodistas perseguidos por el régimen.

Tenemos que ser muy imaginativos para ponerle el cascabel a este gato.




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Martín Guédez


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