El diccionario define al intelectual como "persona que se dedica a los asuntos del espíritu". Con todo respeto por la definición, me gusta más pensar en el intelectual como alguien comprometido con la búsqueda de la verdad y qué, como el carpintero usa la madera como materia prima y el zapatero el cuero, el intelectual lo hace con el pensamiento. En ninguna de las dos definiciones me cuadra el Sr. Manuel Caballero, por más que sus publicaciones y apariciones públicas sugieran lo contrario. ¡Qué me perdonen las academias!. No pareciera importarle demasiado las cosas del espíritu, ni tiene la menor curiosidad por la verdad. Antes bien, leerlo, una difícil proeza para el sentido de lo bello, lo retratan como alguien gravemente comprometido con la materialidad más grotesca y, desde luego, fanático irreductible de la mentira.
En un artículo publicado por este Caballero tan caballero, titulado "Desobediencia Legítima", se dedica a retorcerle el pescuezo a la verdad con saña que duele. Por ejemplo, afirma que en Venezuela: "la frontera, -del enfrentamiento- no se sitúa entre las clases altas y las clases bajas, sino entre el autoritarismo personalista del gobierno de Chávez y el colectivismo democrático de la oposición". Agarren ese trompo en la uña y comiencen la búsqueda del lugar donde este caballero extravió la historia venezolana. De manera qué, según él, en este país no existió ninguna clase de atropello y, por tanto enfrentamiento, cuando este pueblo fue traicionado, al nacimiento de la IV República, negándosele, al mejor estilo carmonistico, el derecho a los sueños que lo llevó a pelear una guerra de independencia porque ésta le alcanzaría, patria, tierra y libertad. Supongo qué, en la mente de Caballero la guerra federal tuvo su origen en la aparición de algún protochavismo en el seno de la "sociedad democrática" de la época. Este caballero se tragó de un viaje la derogatoria del Decreto de Confiscaciones o el relativo a la liberación de los esclavos, y, desde luego se desayunó la Ley del Toma y Daca sin pestañear, de un trago.
Ahora resulta que, todo cuanto acontece en Venezuela es sencillamente consecuencia del "autoritarismo de Chávez" frente a la resistencia de "el colectivismo democrático (¿?) de la oposición". Estos intelectuales de la derecha no paran de inventar. Hay que reconocerles una imaginación flamígera. Ahora la reunión de unos conspiradores a sueldo se denomina "colectivismo democrático" y, según otra joya del pensamiento ilustrado, Aníbal Romero, un gobierno democrático, participativo y protagónico, popular e inclusivo se llama: "autoritarismo postmoderno". Bien, sigamos con la piedra filosofal del pensamiento político venezolano, el Sr. Caballero.
Cuesta abajo en su rodada intelectual afirma que la clase social más opuesta a Chávez es la clase obrera: "uno de los sectores que con mayor fiereza y combatividad se ha opuesto a Chávez ha sido la clase obrera organizada. Y no se crea que se trata del sindicalismo reformista, sino también los líderes más destacados del obrerismo más radical." Debemos suponer que quienes rescataron la democracia el 13 de abril de 2002 fueron los empresarios agrupados en Fedecámaras y la Embajada de los EE.UU., y qué, quienes rescataron la industria petrolera, reducida por el sabotaje a la paralización fueron los gerentes agrupados en Gente del Petróleo. La CTV, nido de ladrones y generales sindicaleros sin tropas es, para Caballero "lo más destacado del obrerismo radical". De pronto tiene razón, bastaría con ver el frente radical en el cual fue apresado el jefe máximo de la CTV: el casino Hawai Kay, mientras organizaba la resistencia llenando radicalmente los cuadritos de un cartón de lotería.
Encantinflado ,(con el perdón de Cantinflas) hasta el paroxismo, el Sr. Caballero se entrega al orgasmo mental de las contradicciones de modo qué, sin anestesia ni solución de continuidad, pasa de la oposición de los sectores populares a Chávez, a la afirmación de qué, sí lo respaldan, sí, pero eso no lo convierte en demócrata. Vean esta joya: "el fuerte apoyo de esos sectores a un caudillo no hace a éste un demócrata o un revolucionario". Entonces.¿en qué quedamos Sr. Caballero, se le oponen o lo respaldan?. No importa, cualquiera sabe por cual herida respira el Sr. Caballero, si no vean este remate pinturero, este lanzamiento en globito para que se le vean bien las costuras: a Chávez lo apoyan "los sectores marginales desclasados, -se le olvidó completar con desdentados, niches, tierruos y lumpen-", termina el discurso a la más elevada ilustración con esta afirmación: "La prueba está en su incapacidad para movilizarlos, como lo hacía algún tiempo atrás". Hemos de suponer que, la movilización de seis millones de "marginales" el 15 de agosto de 2004 para aguantar largas colas y votar por Chávez, fue algo que ocurrió "hace algún tiempo atrás", en la prehistoria pues, allá en los tiempos de los dinosaurios, eso fue entonces, hace mucho tiempo, ahora no. A menos que, contra todos los informes proporcionados por científicos estadounidenses, según el Centro Carter, en Venezuela no votaron seis millones por Chávez sino por "el colectivismo democrático" y Maria Corina y la pluma de cisne negro tienen la razón.
¿Seguimos?, el Sr. Caballero al referirse a ese recordatorio activo que el pueblo venezolano les hace cuando no los deja olvidar el golpe de estado de abril de 2002, el reinado de Carmona retrotrayendo la historia al absolutismo monárquico, la persecución y asesinatos de esos días, la guerra psicológica de todos esos meses, el sabotaje-golpe petrolero que lo dejó sin alimentos, sin gas, sin gasolina, sin empleo, sin navidades y casi sin esperanzas, las guarimbas con calles cerradas e incendiadas, los paramilitares, los firmazos con firmas planas y todo lo demás, llamándolos fascistas y golpistas es más que una falsedad, es una persecución de la dictadura, vean lo que afirma esta lumbrera ilustrada: "Falso: Decir que eso sea falso es quedarse corto: en verdad es la más gruesa mentira y a la vez la mayor muestra de cinismo que pueda exhibir un régimen." Como el Sr. Caballero se presenta como historiador e intelectual cabe preguntarle, ¿si llamarlos golpistas es falso, cuál es la verdad Sr. Caballero?. ¿Si aquí no hubo golpe, ni sabotaje petrolero, ni guarimba, ni guerra psicológica, ni paramilitares.que hubo?.
Acabo de oír sobre la renuncia de Francisco Flores a su postulación, respaldada por los EE.UU., a la Secretaría General de la OEA, "por su violación a la Carta de la OEA cuando en abril de 2002 reconoció el gobierno golpista de Carmona". Supongo que el mundo entero está equivocado, vive en la mentira y sólo el Sr. Caballero y el "colectivismo democrático" en la verdad. Ya me parece verlo como a Galileo con su "verdad" a cuesta afirmando "pero no hubo golpe, hubo vacío de poder". Esta es la intelectualidad que conduce la búsqueda de la verdad y los supremos valores del espíritu en la oposición venezolana. ¿Extraña por qué está tan perdida?.