“Solamente aquel que construye el futuro, tiene el derecho a juzgar el pasado”
Friedrich Nietzsche…
Los sucesos del viernes 8 de febrero de 2013, alarmaron como relámpagos a los habitantes de nuestra querida ciudad de El Tigre-Anzoátegui, que corría tranquila hacia la temporada de los carnavales 2013. La convivencia pacífica entre la ciudadanía fue alterada ese día cuando 4 delincuentes intentaron secuestrar a un empresario, y fueron repelidos por un escolta privado, en una urbanización de clase media de medianos recursos, donde es notoria la inexistencia con un mínimo de eficacia, de los servicios de seguridad e interdicción del delito. El estallido de violencia de ese día es la explosión más sangrienta de un comienzo de año emancipado de la ciudad, que la impunidad judicial pasa inadvertidamente por hacer cumplir la ley.
Las imágenes de la prensa regional anzoatiguense en relación con ese día, donde la extrema violencia asesina del hampa, expresan para la mayoría de los ciudadanos de este municipio, el extraordinario desprecio del hampa por la vida de los ciudadanos de bien.
En esta ciudad, sin embargo, y para una delincuencia creciente, fue algo revelador de la altísima cuota de violencia que la sociedad venezolana esta recibiendo de la delincuencia desbordada. Esto es el resultado de la impunidad en un país donde los hampones asesinos son tolerados por el Estado venezolano ante el miedo de los ciudadanos. Esta vez las imágenes en los medios de hoy sábado 9 de febrero, exponen los excelentes resultados del CCP de El Tigre ante la ola de violencia criminal sacando de circulación a los que llenan a nuestro país de delito y sangre.
Los sucesos de este viernes 8 de febrero, no obstante, recibieron una repuesta contundente por parte de los organismos policiales de nuestra ciudad; el pueblo asistió a la primera batalla urbana este año 2013 entre la policía, y un comando de delincuentes con rostros descubiertos. En el primer enfrentamiento de esa mañana, sangrienta ganó el delito, cuando asesinaron al custodio del empresario, cayendo también un delincuente, según los resultados conocidos, y dados por los medios de comunicación regionales: la toma del territorio del municipio por el hampa asesina, trayendo consigo el secuestro, la extorsión, el robo, y el ataque a los guardianes del orden público. En el segundo enfrentamiento, de esa mañana, ganó la policía gracias a un despliegue táctico operacional masivo, inteligente y decidido; ya que el cuarteto del delito estaba decidido a ‘entrompar a los policías’, pero esa vez la suerte les fallo, ya que el trío hamponil que logró huir, cayeron abatidos al hacer disparos contra los policías.
Es Imposible separar lo sucedido este día en El Tigre, con la preocupante, y creciente violencia, y el desafío al orden público por parte de la delincuencia; Lo sucedido fue una asonada, la rebelión del hampa asesina, un hito significativo en la espiral del delito, cuya intensidad probablemente siguen ignorando ciertas autoridades.
El mensaje ha sido claro. La brutal agresión a la policía por parte de hampones fuertemente armados ha generado la adhesión ciudadana a ella, pero al mismo tiempo, envía señales sobre el éxito que puede tener la impunidad, y el desafío a los cuerpos policiales desde el delito.
Cuando son asesinados policías por el hampa es un poderoso estímulo para el delito, y coloca en el debate ciudadano la extrema debilidad de la autoridad policial.
Evidenciándose también la fuerza, y el grado de agresividad de las bandas hamponiles, y su disposición temeraria de enfrentarse a las diferentes policías haciendo más visible que nunca la crisis de inseguridad ciudadana en Venezuela.
Las cárceles controladas por los pranes del delito, son un laboratorio para preparar a los futuros reclusos, y así perfeccionar organizaciones hamponiles mafiosas. Las complicidades entre los que toleran el delito, y los delincuentes que actúan dan legitimidad a las formas de vida de la delincuencia al margen de las leyes.
Percasita11@yahoo.es