Los fascistas nos vuelven a mostrar sus dientes. A 200 años de la Batalla de La Victoria, donde José Félix Ribas al mando de jóvenes venezolanos derrotó a las tropas realistas, jóvenes fascistas comandados por Leopoldo López dejan como saldo trágico en el centro de la ciudad capital: 2 personas asesinadas, 23 lesionados y daños al patrimonio público (vehículos incendiados y destrozos en la sede de la Fiscalía.)
Desde hace varios días venimos viendo imágenes de la violencia en Táchira, donde el saldo trágico hasta ahora es el de un estudiante electrocutado, mientras participaba “pacíficamente” en las acciones de protesta callejera.
Por la noche, vino a nuestras memorias las guarimbas del Este, no como meros recuerdos de un pasado negro que no termina de irse, sino al ver de nuevo cierre de vías, barricadas encendidas y grupos minúsculos de jóvenes enardecidos, mostrando que la única salida a las diferencias políticas es la violencia en la calle.
Seguro estamos que no veremos a ningún dirigente político opositor en los medios privados ni en los públicos denunciar la violencia que el ala más fascista de la oposición intenta reeditar.
Quienes hoy apelan a la violencia como recurso y casi que como derecho político legal y moralmente válido, pretenden enterrar de un plumazo los más de 15 años que llevamos como sociedad intentando sobrellevar nuestras diferencias políticas en elecciones y complejos procesos que han permitido que no nos matemos como bárbaros por ideas políticas encontradas.
Cuando en el pasado, últimos 40 años de la cuarta república, los hijos del pueblo más humilde estuvieron convencidos de la violencia como recurso político y moralmente válido para enfrentar al Estado, las respuestas fueron inmediatas y no fueron otras que: represión, cárcel, tortura y muerte. En los 15 años de revolución chavista, las respuestas del Estado a la violencia generada por factores opositores han sido totalmente distintas y contrarias a las de la cuarta república, sino recordemos que tratamiento se le dio a quienes fueron responsables de Golpe de Estado (2002), paro petrolero (2003), guarimbas, hechos de Plaza Altamira, etc.
El chavismo en 15 años está tan fortalecido que a pesar de haber perdido físicamente a su líder más importante en 2013, no solamente ha logrado mantenerse en el poder sino que ha demostrado mantener la unidad en la diversidad aún sin la presencia física de Hugo Chávez Frías.
Estamos enfrentándonos ahora, con ese fascismo que ahora reeditan los cuatro loquitos de Leopoldo López y María Corina, a uno de los escenarios más riesgosos no sólo del chavismo, sino de la sociedad venezolana toda, que es que unos pocos, y peor aún una minoría nada significativa para el país, nos enrumbe al destino de la confrontación violenta sin salida y sin mediación posible. Ya antes lo intentó también Henrique Capriles (14 A), sin ningún éxito, dejando sí un trágico saldo de 13 personas asesinadas.
Nicolás y el gobierno deben poner en práctica toda la experiencia que en casos similares aplicó Hugo Chávez y que hicieron posible que se derrotara al fascismo que durante 15 años intentan imponer los que no duermen apostando a volver a ponerle la mano a los recursos que genera el petróleo en Venezuela, para volvernos a un pasado del que sólo una minoría sería beneficiaria. El imperio tiene y tendrá siempre sus manos detrás de los personajes que aparecen.
El asesinato del camarada Juancho está inscrito en un formato. Se aspira desatar los demonios del chavismo para alcanzar el caos y la ingobernabilidad que no han podido lograr con la guerra económica que lleva año y pico.