Una tarde empecé a meditar, vi a mi mama preocupada, pasaron las horas y junto a mis ocho hermanos veíamos la puerta, esperando la llegada de nuestro padre. Como ya anochecía pregunté a mi madre… ¿Dónde está papa? Con tristeza respondió: está haciendo la cola para comprar gasolina en el Puerto Volcán. Pasará varios días en esa cola y sin que lo veamos llegar, tendrá que dormir en la curiara entre una y dos semanas en el Puerto Volcán para obtener el combustible y poder regresar a la comunidad de origen, “Dos tambores de gasolina” es el valor de nuestra angustia amarga que los indígenas Waraos tenemos que soportar.
El Orinoco crece con las lágrimas que reprimen nuestros sueños, cuántas familias esperando su pensión o cobro de su salario para luego verse obligadas a pagar 2.000 Bsf por cada tambor, y adicionalmente el costo del aceite para ligar la gasolina: 2 tambores de gasolina 4.000 Bsf, 12 potes de aceite para motor fuera de borda 2.400, costo del viaje para el regreso a casa en combustible 6.400 Bsf. Más que un retorno, es un clamor a la conciencia de quienes se enriquecen a cambio de la desdicha de un pueblo inocente y humilde.
Un llamado a la conciencia a quienes juraron un día por defender la patria (GN) y defendernos como ciudadanos, que hoy en día nos reprimen y atropellan libremente. Somos hijos de un mismo Dios, seremos libres algún día.
“¡Como quisiéramos despertar de esta pesadilla!”
Son muchos años que hemos sido maltratados, no somos culpables de pensar diferente, de vivir como nos gusta, de ser observadores. Esta denuncia ha sido elevada a los entes gubernamentales regionales y nacionales sin que tengamos respuestas favorables.
El misterio del Puerto Volcán es la fuerza de un poder que algún día terminará.
AT/JR