Si algo tenemos que reconocer como pueblo Warao, son los derechos consagrados en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en donde se garantizan los derechos de nuestros pueblos como cultura propia, ancestral y donde se reconoce nuestra existencia.
Estos beneficios no lo podemos negar, son derechos que nos corresponden, pero sigue existiendo esa deuda social histórica con nuestros pueblos indígenas.
Aún con todos estos derechos reconocidos en nuestra historia contemporánea, a 522 años de invasión europea seguimos resistiendo, nuestros derechos establecidos en la Carta Magna han sido vulnerados, son violentado, irrespetados, son letra muerta en nuestro pueblo, en nuestra región, en nuestros caños, en todo el ámbito geográfico del Delta.
Como por ejemplo:
La CRBV y la LOPCI establecen el reconocimiento de las autoridades legítimas de los pueblos y comunidades indígenas, pero en reiteradas ocasiones vemos como estos derechos son violentados por las autoridades gubernamentales que con sus políticas contrarrevolucionarias y racistas desconocen a las autoridades indígenas y no las tienen en cuenta para la toma de decisiones de los proyectos y políticas públicas en las comunidades.
En cuanto al derecho a la salud y a la educación:
Nuestras comunidades indígenas se encuentran desasistidas, no tienen ambulatorios dignos y donde existen no tienen los medicamentos necesarios.
Tenemos comunidades indígenas sin escuelas, esto es gravísimo a estas alturas de la revolución; por eso tenemos hermanos indígenas analfabetas que desconocen el mundo jurídico y caen en delitos por la ignorancia; a cada rato vemos por los medios que detienen a los hermanos waraos por tráfico de gasolina, también por tráfico de drogas en el rio Orinoco.
Pero la pregunta que yo me hago es por qué no detienen a los guardias nacionales que llevan el control de la venta de gasolina. Ellos son los primeros responsables.
El derecho a la práctica económica de acuerdo a sus usos y costumbres: la caza y la pesca; las autoridades policiales y militares aun irrespetan estos derechos, atropellan al indígena que de algún modo busca el sustento diario para su hogar y cuando necesita vender lo que caza y lo que pesca para comprar en el pueblo o en la ciudad lo que no consigue en sus comunidades (como por ejemplo cuando le quitan un saco de cangrejo a un hermano).
El derecho a una vivienda digna según sus usos y costumbres: la vivienda tradicional del Warao la construyen con madera y el techo de temiche y ha habidos casos donde han detenido a waraos por trasladar y utilizar estos materiales para la construcción de sus viviendas. No es justo; el Warao merece respeto.
Tenemos derecho a nuestra practica económica tal cual como lo reza el Artículo 123 DE LA CONSTITUCION DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA: "Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y promover sus propias prácticas económicas basadas en la reciprocidad, la solidaridad y el intercambio; sus actividades productivas tradicionales, su participación en la economía nacional y a definir sus prioridades.
Nuestros hermanos indígenas viven de la pesca, de la caza, de la agricultura.
Hoy en día se suman otras actividades económicas no tradicionales del Warao adquiridas por la cultura criolla (adoptadas por la transculturización) como producto de la dinámica de la interculturalidad, tales como el comercio, la educación y otras.
Y es así como tenemos hermanos que practican actividades ilícitas: como el tráfico de combustible: HOY MAS QUE NUNCA producto de la misma crisis en que nos vemos sumergidos.
Pero en sí, los hermanos indígenas generalmente trabajan para sobrevivir de acuerdo a sus usos y costumbres, que muchas veces el criollo no entiende o los ve de una manera inapropiada, como por ejemplo: la venta de cangrejo en las calles de Tucupita, en el mercado municipal, en el paseo del Malecón Manamo o en el Puerto Volcán.
Estos hermanos indígenas hacen su sacrificio enorme para traer estos crustáceos desde su comunidad (12 a 15 horas aproximadamente desde su comunidad hasta Tucupita) para luego comprar los productos alimenticios que no tienen o no consiguen en su comunidad, así como el harina de trigo, harina de maíz, arroz, espagueti entre otros para su familia, pero estos derechos se ven frustrados cuando un policía o guardia nacional se los quita (los productos) salvajemente de sus manos de manera insensata, aprovechándose de su condición de autoridad, con el pretexto de que esa práctica es ilegal (estas son costumbres ancestrales).
Lo mismo ocurre con la pesca: en el trayecto de la comunidad a Tucupita frecuentemente la guardia nacional les quita el pescado sin su consentimiento. También ocurre con el ocumo chino.
La guerra económica, escasez de productos, acaparamiento, venta con sobreprecios, nos perjudican a todos y más a las comunidades indígenas distanciadas del pueblo o la ciudad.
Que estas críticas y autocriticas sirva para rectificar y seguir avanzando en revolución.