Muchas expectativas en torno a la reaparición del presidente Maduro llegaron a su climax cuando se anuncia “En Contacto con Maduro #52”. Estoy seguro que nadie le ha dicho al presidente que ya los factores distractores en su programa, tales como la elaboración y envío de algún ocurrente tuiter en vivo en verdad termina siendo agotador, inútil y muy narcisista.
Pero más allá de esos detalles de forma que advierten la ausencia de contenido elaborado del programa, los anuncios que se hicieron nuevamente no tocaron los temas sensibles que todo el mundo quiere que el presidente toque, y cuando digo todo el mundo no exagero, estamos esperándolos desde hace más de año y medio, aunque se vuelve a anunciar que se harán en “próximas horas”.
Para el momento de escribir esta columna, no tenemos indicadores económicos del 2015, el proceso vivió una derrota electoral contundente el 6D, se están impugnando 8 diputados ante una Sala Electoral constituida por, entre otros, un excandidato a diputado por el PSUV que no quedó (Cristian Zerpa), y se contamina el ambiente con un ambiente de fraude electoral de voces de un gobierno que firmó un acuerdo de reconocimiento de los resultados dados por el CNE de manera incondicional que la oposición no firmó.
Si a esto le sumamos que para provocar, y sólo espero que sea para eso, se convoca a concentraciones el 5 de enero para la “defensa” de lo que no se defendió como y cuando realmente debía hacerse, mientras que se constituye un Parlamento Comunal Nacional del que no hubo en los últimos 10 años de amplio poder legislativo ningún tipo de voluntad de adelantar ni un paso hacia su institucionalización, a pesar de ser totalmente legal, constitucional y necesario para el apoyo del Poder Popular y Comunal.
Las imposturas siguen siendo la táctica torpe de quienes se extraviaron en el camino de construir un socialismo viable y profundamente democrático.
Pero, ante estas expectativas, irrumpe en la pantalla un hombre del pueblo, cantante, padre de funcionarios públicos, que ha tenido la suerte de cantar algunas parrandas en Miraflores, vaya a saber por qué razón, y ante su frustración por la derrota del 6D se le sale una muy triste frase que debe ser claramente condenado por todos: “El que se rinda, un pepazo por la cabeza".
El Presidente impávido, no dio al tino para una oportuna y contundente reprimenda pública, y apenas logró tener una risa nerviosa y un “estamos en vivo” para casi justificar que si es detrás de las cámaras no habría problema en tal afirmación.
Las medidas tomadas por Maduro, entre las cuales está la extensión de la inamovilidad laboral, y el anuncio de una serie de leyes habilitantes de última hora son importantes, y deben debatirse desde la perspectiva de un país en la más profunda crisis económica de su historia republicana, pero lamentablemente, el “pepazo” ofrecido logra que todo lo que se pretenda hacer con las manos se desmorone con los pies.
Una expresión tan espontanea sin una debida reprimenda ética, da paso a una permisividad que pone en riesgo los valores que acompañan originariamente al proceso revolucionario, es por ello que en nombre de toda aquella gente que siendo chavista ve con indignación este tipo de cosas, pido que la reflexión del gobierno sobre la derrota del 6D no sólo se mida en horas y reuniones, sino en calidad revolucionaria, y que las sanciones por la incitación al odio se den como sin duda en cualquier Estado de Derecho deben darse.