A la opinión pública de Venezuela y Colombia. A la Comunidad Internacional
Sumario: acuso al ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y su aparato paramilitar, de cualquier atentado contra mi vida, mi honor y mi integridad, o cualquier agresión que sufra mi familia.
"El instinto es un consejero leal…"
Simón Bolívar
"La intuición: esa fina matemática del alma"
YRFO
Yo, Yldefonso Rafael Finol Ocando, venezolano, mayor de edad, natural del pueblo indígena AÑÚ El Moján, municipio Mara del estado Zulia, República Bolivariana de Venezuela, nacido el 09 de noviembre de 1959, economista, historiador y escritor, con Cédula de Identidad número 7.601.509 y pasaporte diplomático número 045736784, declaro en este escrito, bajo juramento de honor y verdad, que: La situación de riesgo de mi vida personal y familiar se ha tornado vulnerable por las amenazas veladas y explícitas que he recibido del ex presidente de Colombia Álvaro Uribe y su aparato paramilitar.
En los últimos tiempos hemos tenido que asumir una existencia casi clandestina, modificando nuestras rutinas. Sufro en particular por las secuelas en mis jóvenes hijos y en mi esposa. Ellos están pagando caro el precio de ser mi familia, por las amenazas de que he sido objeto por parte de fuerzas muy peligrosas y extendidas en mi país y la región: el paramilitarismo colombiano y venezolano. Ha llegado el momento de actuar en mi resguardo y la vida, integridad y calma de mis seres amados.
Mi formación vital no es ajena a este tipo de persecuciones. Desde temprana edad he militado en la lucha social. Fui líder comunitario y estudiantil, experimenté tempranamente la represión, siendo encarcelado por primera vez a la edad de 15 años, y a los 16 tuve que huir de mi hogar por persecución política.
Por ser oriundo de la zona fronteriza con Colombia, muchas de mis actividades estuvieron relacionadas con la solidaridad hacia el pueblo colombiano. Me fui especializando en temas fronterizos, conocedor como soy de esas realidades y de las historias de ambas naciones. Mi experiencia personal con la atención de refugiados comenzó desde la década de los 80, y se profundizó en 2001, durante la entrada masiva de desplazados colombianos en las regiones adyacentes al Catatumbo, zona donde el paramilitarismo provocó masacres horrendas y puso en práctica el terror generalizado cortando cuerpos de personas vivas con motosierras. Mi compromiso con la solidaridad y los derechos humanos me llevaron a ser objeto de amenazas. Varias personas allegadas fueron asesinadas, tanto en Colombia, como en territorio venezolano. También en ese periodo la situación interna de mi país se vio perturbada por hechos violentos que llevaron al Golpe de Estado en abril de 2002, suceso que contó con financistas y mercenarios extranjeros que mataron a sangre fría a manifestantes de las dos tendencias enfrentadas.
En tal ambiente de polarización, no ha sido ajena la intromisión extranjera, en especial las operaciones imperialistas encubiertas, la guerra mediática y conspiraciones de las derechas internacionales que desde Miami y Bogotá han patrocinado el ingreso de paramilitares a Venezuela. Esto quedó palmariamente demostrado con el caso de la finca "Daktari", donde se detectó la presencia de más de cien colombianos armados y con uniformes militares que tenían el plan de atacar la sede de la Presidencia de la República. Yo personalmente, al igual que ilustres investigadores como Luís Britto García, hemos denunciado esta penetración criminal desde comienzos del siglo XXI. Hay abundantes artículos de opinión, notas de prensa y ensayos que lo demuestran. Es una de las razones por las que he estado en la mira de estos terroristas.
El asesinato selectivo de luchadores sociales y dirigentes intermedios en Venezuela es un fenómeno conocido. Se estima que más de doscientos líderes campesinos han muerto a manos de sicarios. El paramilitarismo ha cobrado la vida de personalidades de alto perfil. Un caso emblemático fue el magnicidio del cacique indígena del pueblo caribe-yukpa Sabino Romero, al lado de quien tuve el honor de luchar, junto al profesor Lusbi Portillo, quien me acercó a las comunidades originarias de la Sierra de Perijá. Igualmente los casos del diputado Robert Serra y el concejal y estimado Constituyente Eliecer Otaiza conmocionaron la opinión pública por las muestras de odio y terror que descargaron los sicarios paramilitares. Esto, en medio de un clima de mucha inseguridad, violencia criminal e impunidad, que crea un marco negativo para la paz social. La situación específica que vivo hoy, está estrechamente ligada al diagnóstico precitado, a mi perfil histórico como defensor de derechos humanos, y al trabajo que realizo como Presidente de la Comisión Nacional para los Refugiados, a favor de las víctimas del conflicto colombiano y de las personas en necesidad de protección internacional que han escogido a Venezuela como su país de asilo.
Las denuncias del Mayor Juan Carlos Meneses contra los Uribe Vélez
La situación se ha tornado más riesgosa a partir de la detención de Santiago Uribe Vélez, hermano del ex presidente Álvaro Uribe, a quien se le acusa de haber creado grupos paramilitares. El hecho guarda relación con Juan Carlos Meneses Quintero, Mayor de la Policía Nacional de Colombia, quien permaneció un tiempo en Venezuela en calidad de solicitante de refugio. Las denuncias que formuló Meneses están en la Fiscalía colombiana. Sus declaraciones se las tomaron en Buenos Aires, Argentina, con la presencia de un Fiscal colombiano y del Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, quien las hizo públicas. La periodista colombiana, Olga Behar, publicó un libro en abril de 2011 titulado El Clan de Los Doce Apóstoles, basado en entrevistas con Meneses.
El 18 de septiembre de 2012 a las 7:07 AM, la cuenta oficial del ex presidente Uribe publicó lo siguiente: "@AlvaroUribeVelColombia "Así manipula testigos delincuentes la dictadura chavista"; y presenta un texto que comenta el caso de las denuncias del Mayor Juan Carlos Meneses. De seguidas "el abogado Jaime Granados, quien defiende los intereses del expresidente Álvaro Uribe Vélez y algunos miembros de su familia, presentó un memorial ante la Fiscalía General con el fin de que se investigue la presunta manipulación de testimonio del mayor (r) Juan Carlos Meneses Quintero, quien acusó al hermano del mandatario de ser parte de la organización conocida con el nombre de Los 12 Apóstoles. En el memorial se indica que presuntamente el oficial de la Policía habría sido manipulado por parte de personalidades y funcionarios públicos de Venezuela entre los que se encontraría el canciller venezolano Nicolás Maduro y el militante Yldefonso Finol". (El Espectador.com, 21-09-2012)
La posición del abogado de los Uribe se descalifica por sí sola, porque las denuncias de Meneses fueron hechas antes de venir a Venezuela, y cuando me tocó recibirlo en mi oficina, ya la noticia tenía decenas de miles entradas en google y un éxito editorial en el haber de la periodista Olga Behar.
Actualidad de un refrito
La reciente captura de Santiago Uribe por parte de la justicia colombiana, ha provocado una campaña de desprestigio en mi contra, que persigue enlodarme en el lodazal de la parapolítica, a lo que se han prestado medios de comunicación interesados en desviar la atención de la materia central del hecho, cual es, la veracidad de las denuncias que recaen sobre los hermanos Uribe Vélez. Extrañamente no les ha importado la violación de los derechos humanos señalados en el libelo de la causa; ni mucho menos el derecho a la privacidad personal y a la confidencialidad de los datos de los solicitantes de asilo, establecida en la Convención del Estatuto de los Refugiados de 1951, el Protocolo de 1967, y las legislaciones latinoamericanas, que en esta materia comparten un celo riguroso. De todo ello se burlan quienes hackearon nuestras cuentas de emails para embarrarnos de las miserias del mundo sórdido en que han amasado un poder criminal denigrante. Apenas la semana pasada, el hacker Andrés Sepúlveda confesaba sus vínculos con el uribismo y los delitos de espionaje a funcionarios de varios gobiernos, entre ellos de Venezuela.
Yo acuso al ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y su aparato paramilitar, de cualquier atentado contra mi vida, mi honor y mi integridad, o cualquier agresión que sufra mi familia. Ya estoy harto de esta zozobra por estar en la mira del "paraco mayor", quien desde 2012 hizo uso y abuso de sus tentáculos para tratar de enredarme en procesos judiciales espurios y amedrentarme con amenazas concretas como las ocurridas el 2 de agosto de 2013 (folio 258 del 03/08/2013 subdelegación Maracaibo del CICPC).
Mi compromiso solidario de amor y honor con las víctimas del conflicto colombiano no se quebrantará, en especial con los más pobres y vulnerables, campesinos, adultos mayores, niñas y niños, mujeres agraviadas por el terror sexual aplicado como arma de guerra, viudas y huérfanos, luchadores sociales contra la opresión oligárquico-imperialista, los menesterosos de Colombia que vienen a refugiarse en la esperanza. En mí siempre tendrán una mano amiga, un corazón solidario, y un oído atento a escuchar las historias terribles del ayer y los sueños que se asoman al horizonte.
Por último, quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Voluntariado de Refugiados en Venezuela, al Foro Internacional de Víctimas, a la Asociación Colombianos en Venezuela, a mis compañeros de labores, y a todas las organizaciones y personalidades que me han apoyado esta delicada situación.
Anuncio que ya he conformado un equipo legal que me está asesorando para ejercer acciones judiciales contra mis persecutores y sus cómplices.
Yldefonso Finol Ocando
Presidente de la Comisión Nacional para los Refugiados
Sólo la verdad histórica forma pueblos libres.