El Presidente Chávez, único líder del país, ha dicho en innumerables oportunidades que la corrupción y la burocracia son dos enemigos del proceso revolucionario, que todos debemos hacerle un guerra sin cuartel a esos peligrosos obstáculos. A mi entender, también existe otro aspecto que ya ha hecho metástasis en el cuerpo de la nación y que está causando mucho daño: la impunidad.
No solamente han quedado impunes, al menos hasta ahora, el asesinato del fiscal Danilo Anderson (los autores intelectuales), los crímenes perpetrados contra más de cien dirigentes campesinos, los responsables del golpe y paro petrolero del 2002; el asalto a la embajada de Cuba donde se ven claramente a los fascistas agresores, la actitud subversiva (todos los días) de los medios de comunicación, las permanentes ofensas y vilipendio al propio Presidente en los programas de opinión y en la prensa; la actitud anticonstitucional de esa ong apátrida llamada Súmate, los más de treinta policías y guardias nacionales heridos de bala por los “estudiantes” delincuentes en Mérida; también, de manera grotesca un grupo de ciudadanos que se dicen “chavistas” invadieron el parque Vicente Emilio Sojo donde han cometido un ecocidio descomunal advirtiendo que “somos invasores, ¿y qué?”, y como colofón la proliferación de ranchos en las faldas del parque nacional El Ávila en los Altos de Lídice.
Estos son algunos hechos donde se demuestra de manera fehaciente que la justicia no está funcionando; uno se pregunta dónde está el Ministerio Público, ¿por qué no se ha imputado a los responsables?. Por eso quienes pretenden destruir al proceso bolivariano actúan sin freno y conspiran; saben que nada les pasará porque al fin y al cabo la impunidad es su mejor arma estratégica en un “régimen autoritario” que es una perita en dulce para sus tropelías. Estimado compatriota Isaías Rodríguez, fiscal general de la República, actúe de una vez, Venezuela no se lo pide, se lo exige.