Antología de los Derechos Humanos (Parte II)

Los derechos humanos han sido convertidos en una parodia irrealizable, en una auténtica utopía. Hemos llegado así al punto de origen de los derechos de los seres humanos, que es justamente el de su desgajamiento del reino animal, como punto de partida de la libertad frente a la naturaleza, y hemos visto también que, a pesar de los milenios transcurridos desde el fondo de la prehistoria se producía este doloroso y difícil arranque en el que los modelos envueltos por la ideología dominante contrarrevolucionaria, pretende hacer regresar a la animalidad a las mujeres y a los hombres o países que intentan simplemente el derecho a la condición humana.

Estos escenarios contradictorios en los que únicamente se sabe es que los derechos fundamentales de las mujeres y de los hombres han sido históricamente pisoteados hasta la saciedad.

En 1941 se reúnen Churchill y Roosevelt, ante la guerra y redactan la "Carta del Atlántico" y en esa carta incluyen 19 palabras monosilábicas –a excepción de una bisílaba del idioma inglés--, una frase digna de ser recomendada a los Estados imperialistas, como un modelo clásico sobre la defensa de los derechos humanos: "…That all men in all the lands may live their lives in freedom from fear and want". Esto es: "…Que todos los hombres de todas las tierras puedan vivir sus vidas, libres de miedo y de la necesidad".

El desarrollo de esta expresión de deseo aparece cuatro años más tarde en el párrafo 2° del Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, en el que se incita a los países "…a reafirmar su fe en los Derechos Humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y de las naciones grandes y pequeñas"; en el Capítulo 1° continua esta incitación: "… promoviendo y alentando el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión".

Preceptos que se hacen obligatorios en el artículo 56: "Todos los miembros se comprometen a emprender una acción conjunta y separada, en cooperación con la Organización para alcanzar los objetivos indicados en el

artículo 55", en el que se determina la promoción de los derechos de las mujeres y de los hombres.

Existe la tendencia de olvidar –y siempre ha sido así—que la Carta es un tratado libremente concertado entre los Estados que constituyen las Naciones Unidas y que tiene el mismo valor que cualquier otro acuerdo internacional. Como tal, impone a los Estados signatarios la obligación jurídica de aplicar las disposiciones contenidas en la Carta. Aunque la Carta estableció los derechos sin definirlos.

Era necesario llegar a una definición y de ahí que en 1946 el Consejo Económico y Social, atendiendo el artículo 68 de la Carta crease el órgano especial, la Comisión de Derechos Humanos, cuyo primer presidente fue la esposa de Roosevelt, que quedó encargada de someter con carácter prioritario un proyecto de Carta Internacional de Derechos del Hombre a la consideración de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En 1946 se creó una División de Derechos Humanos dentro de la Organización Internacional, y a partir de enero de 1947 los 18 miembros de aquella Comisión comenzaron las reuniones para abordar sus tareas. En junio de 1947 es entregado el primer proyecto. El período de sesiones celebrado en los primeros meses de 1948 fue decisivo. No sólo se adoptó el preámbulo y los artículos finales y se tuvo en cuenta los pareceres de la Comisión que se ocupó de la condición social y jurídica de la mujer, sino que se llegó a establecer un equilibrio entre dos categorías de derechos: por una parte los civiles y los políticos, y por otra parte los económicos, sociales y culturales.

El Consejo Económico y Social elevó poco después el proyecto de Declaración a la Asamblea para que ésta lo considerara en su período de sesiones correspondiente a diciembre de 1948.

Al quedar aprobada la Declaración se subrayó que "millones de personas, mujeres, niños de todas partes del mundo han de buscar ayuda, guía e inspiración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos". Había salido al ruedo universal la carta de la libertad del oprimido y del humillado para que a la luz del derecho interno de los Estados sea protegido el ser humano de manera integral a través del imperio de la ley y la justicia social.

Paradoja que aún está en mora, pues, adelantándonos en esta investigación encontramos en materia de derechos humanos paradojas desafiantes sobre el anhelo de materializar definitivamente el menú de los derechos de los seres humanos.

En efecto, en ocasión del Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) insiste en crear programas para disminuir la esclavitud infantil a través de la protección social centrada en una educación formal.

El 16 de abril se celebra el Día Mundial contra la Esclavitud infantil. Esta fecha fue escogida por el asesinato de Iqbal Masih en 1995, un niño de tan solo 12 años activista de los derechos humanos.

Iqbal a los cuatro años fue vendido por su padre a una fábrica de alfombras de Punjab porque necesitaba un préstamo para pagar la boda de su hijo mayor. Trabajaba doce horas trenzando alfombras por una rupia al día.

Cuando tenía 10 años asistió a un mitin sobre derechos humanos. Desde entonces consiguió la libertad por medio de una campaña del Frente de Liberación del Trabajo Forzado y se convirtió en un activista que logró cerrar empresas en la que se explotaban a menores.

La lucha de Iqbal trascendió y recibió premios internacionales en Estocolmo y en Boston, con los que decidió abrir una escuela. Su trabajo se convirtió en una molestia para los empresarios que se lucraban con la esclavitud infantil, y fue asesinado de un disparo mientras montaba bicicleta. Menudo ejemplo histórico de la gigante grandeza de un pequeño infante que debe ser tomado en esta lucha revolucionaria que sabemos que está en pleno desarrollo, sin saber el tiempo en que acabará.

La OIT en su informe de 2010, reportó que 215 millones de niños están en situación de esclavitud. Sin embargo, estas estadísticas son objetadas por muchas Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que las califican como "encubrimiento de la esclavitud", y hablan de aproximadamente 400 millones de niños esclavos en todo el mundo.

Datos oficiales de ONG estiman que alrededor de 400 millones de menores en todo el mundo son esclavos, de los cuales 168 millones trabajan y 85 millones de ellos lo hacen en condiciones peligrosas.

Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que la violencia, la explotación y el abuso frecuentemente están a cargo de personas que el niño conoce, incluyendo los padres y madres, otros familiares, cuidadores, maestros, autoridades policiales, agentes estatales y no estatales, y otros niños.

La pobreza y las crisis económicas son un papel clave para determinar el mercado de trabajo infantil. Al que no escapa como principal responsable el abominable sistema salvaje capitalista.

Los niños más propensos para la esclavitud infantil suelen ser los que sufren discriminación y exclusión, como las niñas, las minorías étnicas y los pueblos indígenas y tribales, los niños de clase baja, los discapacitados, los niños desplazados y los que viven en zonas apartadas, advierten los investigadores.

De otro lado, algunas convenciones, como las referentes a los derechos políticos de la mujer, al trabajo forzado, a la esclavitud, han realizado considerables progresos pero áreas relativamente pequeñas en el mundo. Uno de los principales problemas que se plasman es el de las distintas concepciones de la urgencia de los derechos. Mientras, por ejemplo, los países occidentales se detienen en fórmulas jurídicas dirigidas a reforzar los derechos cívicos, los países categorizados como subdesarrollados que luchan aún por su independencia, que sufren la injerencia y la intervención de los Estados imperialistas, reclaman que en primer lugar se establezcan los jalones necesarios para un libertad económica, aludiendo al principio, tantas veces repetido como olvidado, de que no hay libertad individual ni de sociedad, mientras desde la perspectiva individual o en la misma sociedad en la que convivimos estemos sometidos a las presiones económicas.

Estas imposiciones que están enmarcadas en este análisis desde una perspectiva histórica nos obligan a reseñar que toda la historia de las sociedades humanas, hasta nuestros días, está desarrollada e históricamente marcada por una lucha de clases, de pobres contra ricos, bajo la anuencia de un Estado que por más bienhechor que pueda ser, estará siempre sometido a

la alienación que ha generado la ideología dominante. "La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en su entrañas otra nueva. Es, por sí misma una potencia económica", escribió Marx.

"En los tiempos históricos –apuntó Marx-- nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos, dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos; en la Edad Media los señores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos matices y degradaciones.

La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los argumentos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas".

De los siervos de la tierra de la Edad Media surgió la villa que trajo los "villanos" de las primeras ciudades; y estos villanos representan el germen de donde brotó el primer germen de lo que hoy suele llamarse burguesía.

La comunidad primitiva definitivamente quedó convertida, en el caso dominante por el sistema capitalista, en la organización social deshumanizada que, si bien torna realmente posible la individualización, es exterior y hostil al individuo. Y, justamente este proceso es de inmensa posibilidades para la humanidad.

En estos escenarios nada halagadores y aunque parezca contradicción el ideal humanista del libre desarrollo individual está más cerca ahora que en cualquier fase anterior de la historia, aun en esta forma deshumanizada y evidentemente –repetimos-- contradictoria. La etapa prehistórica de la sociedad humana –el estadio en que el capitalismo no ha sometido a una sociedad de clases—prepara su camino sobre el cual camina ya la mayor parte de la población del mundo, hacia la era en la que las mujeres y los hombres dominen su destino, la era del socialismo como sistema de vida incluyente humanizado.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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