Cada día, el temor se apodera más de las personas víctimas de los delitos y, en consecuencia, repunta la impunidad en beneficio de las organizaciones hamponiles.
Aunque no creo que muchos desconozcan tal situación, debo comentar que los delincuentes se las ingenian para todavía descubiertos, mover sus tentáculos y evadir la acción de la justicia. Y ¡epa! no me refiero al soborno que pueda existir dentro de lo que es la corrupción policial, suficientemente demostrada aquí en el Zulia.
Sino al hecho de que si la policía sorprende in fraganti a un hampón, obviamente lo detienen y pasan al retén, pero esto es sólo el comienzo de toda una actividad judicial, para que vaya a la cárcel y pague su pena de acuerdo con la ley.
Pero esta parte del proceso la aprovechan los delincuentes, para actuar y entorpecer la acción de la justicia. Generalmente, cuando participa el hampa organizada, lo hace sobre víctimas que son previamente seguidas e investigadas por los bandidos.
De manera, que averiguan su dirección de residencia, trabajo, teléfonos, bienes y sobre todo, los datos filiatorios. El nombre y la ubicación de los padres, hermanos, esposa e hijos.
Con esta información, dado el alto índice de inseguridad, la persona queda en manos de los bandoleros, quienes acuden al terror como mecanismo para controlar a sus “presas”.
Les explico. La policía hace el procedimiento de rutina, envía el expediente a la vindicta pública, y el fiscal que se encarga del caso, dentro de los parámetros legales, cita al afectado para que haga un reconocimiento del delincuente.
Sí al bandido lo sorprenden en pleno delito y encima de eso lo reconoce el agraviado, continúa el proceso y es casi seguro que vaya a la cárcel.
Pero sí lo desconoce, el caso es un manjar para los abogados defensores de delincuentes. El antisocial gana la calle en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, cuando los bandoleros están en esas circunstancias, se activa toda la mafia para contactar a la víctima.
“Tu vives en tal parte y trabajas en equis empresa. Tu hijita menor estudia en…”, amenazan por teléfono con el agravante de que la policía promete seguridad y no cumple, mientras que los mafiosos dicen te matamos y no les tiembla el pulso…y es que esas palabras en bocas de un criminal son casi un documento firmado, sellado y refrendado.
¿Qué creen ustedes que pueda hacer entonces la gente indefensa? ¿Resistirse?, sabiendo que en las próximas horas puede estar muerta o, en su defecto, uno de los familiares más queridos.
Sin embargo, no pretendo descubrir el agua tibia. Ese es un procedimiento muy conocido en el Zulia, dada su condición de indefensión delictiva, pero si llamar la atención de los integrantes del proceso de reforma policial que adelanta el Gobierno nacional, pues de no hacerse las correcciones, este sería un flanco débil por donde se seguirá filtrando la injusticia, la impunidad y el hampa.
Pero al presente, este proceso parece inevitable. Y en lugar de buscarse soluciones, los jefes policiales y fiscales, sólo se limitan a efectuar llamados a las personas, para que se armen de valor y hagan las denuncias, sin darse cuenta de que los envían directamente al sacrificio.
Incluso, se enardecen, porque hay casos tan evidentes, que tanto la policía como los representantes de la vindicta pública, palpan que la víctima se ha negado a reconocer al hampón.
Es muy cómodo responsabilizar a los afectados de la situación, cuando más bien deben estudiar alternativas, para que esas personas no se pongan en la fiscalía ciegas, sordas y mudas como Shakira.
Más cuando llegas a este órgano de justicia y es muy probable que te codees con la otra parte. Con los familiares del hampón a quien tienes que “echarles dedo”.
Así que la situación no es sencilla. Creo que en el proceso de reforma policial hay que analizar el asunto, porque aún con una policía eficiente, los procedimientos en la fiscalía podrían caerse sino se brindan garantías, para que los agraviados no corran riesgo a la hora de señalar a sus agresores.
albemor60@hotmail.com