Durante uno de los juegos de la reciente Serie Mundial de Béisbol de Grandes Ligas, que finalmente conquistara el equipo Astros de Houston, ocurrió un hecho curioso. Después que bateara de jonrón uno de los lanzamientos que le hiciera el lanzador japonés Yu Darvish, el beisbolista de origen cubano, Yulieski Gurriel, hizo un gesto en son de burla dirigido al pelotero oriental, lo que le valió una suspensión de cinco juegos a partir de la próxima temporada. Al comentar este hecho para la cadena de televisión ESPN, el exbeisbolista venezolano Oswaldo Guillen, dijo que a él no le parecía nada grave, y recordó cómo, cuando vivía en Guarenas (estado Miranda), siempre le echaban bromas y se burlaban de los que parecían chinitos, chiquitos o negritos.
Hace algunos días el articulista Jesús Silva publicó un escrito a través del cual se burlaba del encuestador Luis Vicente León, debido a la voz que éste tiene, colocándole el alias de "vocecita", asemejándola a la voz de una niña, con lo cual satisfizo su vocación burlesca y minusvaloró a la voz de las niñas. Lo mismo ocurre cada vez que el Presidente Nicolás Maduro se burla de Henry Ramos Allup, al calificarlo de viejo decrépito e imitando entre risas irónicas la forma de hablar y de expresarse de las personas de la tercera edad y de la cuarta edad, algo que sin duda no es un buen ejemplo.
Lo anterior lo señalo porque, como ya se aprobó la Ley Constitucional contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia, se debe estar muy consciente que se está en un medio social cuya idiosincrasia burlona es el caldo de cultivo para que prosperen el odio, la falta de convivencia y la intolerancia. Así que, quienes tienen responsabilidades de gobierno y generan opinión a través de los diferentes medios de comunicación social, deben ser los primeros en contribuir a modificar progresivamente ese estilo grotesco que en nada contribuye a la construcción de una mejor sociedad.
