Vigencia de los Derechos Humanos

  • Su devenir histórico

  • Incluye su tratamiento en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

  • El derecho a la información de los pueblos

A manera de introducción

Este trabajo referente a los derechos de los seres humanos, intitulado Vigencia de los Derechos Humanos, es esencia un reflejo del tránsito que ha recorrido la humanidad para alcanzar una vida digna, humanizada, desprovista de carencias, en el que el camino sea la paz, exigencias todavía incumplidas y que con razón reclama el género humano.

Por tanto, el epicentro de este documento --para el periodista que la escribe-- posee un carácter científico, desprovisto de todo o cualquier dogma, sólo busca ofrecer respuestas a las penurias, a la miseria, a la pobreza crítica en la que viven más de la tercera parte de las mujeres y los hombres de esta hermosa Tierra. Planeta que por cierto está amenazado por la eventual desaparición de toda forma de vida debido al calentamiento global.

Este infortunio que hoy vive una amplia mayoría de la humanidad, será corroborado por su único testigo excepcional: la propia historia, con las evidencias que certifican cómo este mundo ha sido muy mal gestionado.

Por tanto, el único objetivo es demostrar que a la luz de eso que suele llamarse Derechos Humanos, históricamente han venido conculcándose, pese a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Parte l

1948 marcó el inicio

La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada el 10 de diciembre de 1948, en una reunión solemne en París, cerca de la medianoche, sin ningún voto en contra, pero con 8 abstenciones, las de los países socialistas que, considerando justo el fondo de la definición de los derechos del género humano, estimaban que estas libertades así enunciadas serían ilusorias en tanto que existiese la propiedad privada de los medios de producción y que, por tanto, serían inalcanzables en los países capitalistas.

En el momento en que esta gran tarea se terminaba, surgían ya sus críticos. Uno de éstos, el filósofo católico Jacques Maritain, que dijo: "La función del lenguaje ha sido pervertida de tal manera, se ha hecho mentir de tal modo a las palabras más verdaderas, que para dar a los pueblos la fe en los derechos humanos no bastarían las más bellas palabras y las más solemnes declaraciones. Lo que se reclama a quienes las suscriben es que las pongan en práctica, es que encuentren la manera de hacer respetar efectivamente los derechos del hombre por parte de los Estados y los gobiernos".

Hay una maraña de perdición significativa por el intento de devanar estos conceptos de libertad y Derechos Humanos convertidas ruecas metafísicas y escatológicas, alejado de su destinatario: la especie humana. Sin embargo, es posible pensar que algunas de estas libertades cuya definición aparecen en esta Declaración como fútil, sean más tarde objetivos fundamentales, hasta tanto esa gran parte de la humanidad no sigan sometidos a la devastadora presión económica.

Hoy, en este momento, debe preocuparnos los derechos de las mujeres y los derechos de los hombres mucho más primarios, mucho más elementales. Cuyo espíritu, su esencia está establecido en la Declaración de 1948, y están siendo violados incesantemente, agredidos y negados.

Mientras la mayor parte del género humano viva en el hambre y en la sed de justicia, para luego morir en la miseria y en la ignorancia, el documento que ha sido suscrito en París en diciembre de 1948, continuará presentándose ante nosotros como un objetivo todavía lejano.

Más de la mitad de las mujeres y los hombres que integran este mundo viven en el hambre y mueren en la miseria; un cierto número de conflictos bélicos considerados, no sin cierta hipocresía, localizados, se nos presentan con una característica pronunciada de guerras de contención contra aquellos países que aspiran a gozar plenamente de sus Derechos Humanos.

Estos Estados injerencistas e intervencionistas en los asuntos de los países libres y soberanos, probablemente se adhirieron a la Declaración, la proclaman y la ensalzan; probablemente tratan de cumplirla, pero probablemente también es más importante en ellos su deseo de ignorarla antes que plasmarla en la serie de documentos legislativos y de principios que forma el gran arsenal escrito de cada nación, es decir, el de hacerla una realidad. Al parecer prefieren intensificar sus cruentos ataques contra los gobiernos que anhelan un mundo para la vida, en justicia y paz.

Hace ya cerca de tres mil años, en la famosa Oración Fúnebre de Pericles, recogida por Tucídes, pronunciada a 500 años antes de la era cristiana, Pericles hablaba al pueblo ante el tumulto de los primeros caídos en la guerra, decía: "Nuestra constitución política no tiene nada que envidiar a las leyes por las que se rigen nuestros vecinos; en lugar de imitar a los otros, nosotros damos un ejemplo a seguir. Por el hecho de que nuestro Estado está administrado en interés de las masas, y no de una minoría, nuestro régimen ha tomado el nombre de democracia. En lo que concierne a las diferencias particulares, la igualdad está asegurada a todos por las leyes; en cuanto concierne a la participación en la vida pública, cada uno está considerado con arreglo a sus méritos, y la clase a la que pertenece importa menos que su valía personal; finalmente, a nadie perjudica la pobreza o la oscuridad de su condición social, si puede rendir servicios a la ciudad. La libertad es nuestra regla en el gobierno de la República, y en nuestra relaciones cotidianas la sospecha no ocupa no ocupa ningún lugar; no nos irritamos contra el vecino porque actúe por su libertad; no usamos de ninguna de esas humillaciones que, aun no produciendo ninguna pérdida material, no son menos dolorosas por el espectáculo que producen. La coacción no interviene en nuestras relaciones particulares, y un saludable temor nos retiene de transgredir las leyes de la República; obedecemos siempre a los magistrados y a las leyes y, entre éstas, muy especialmente a las que aseguren la defensa de los oprimidos y que, aun sin estar codificada, producen para aquél que la viola un desprecio universal".

No todos los historiadores están de acuerdo en reconocer que la vida en la Atenas de Pericles respondiera justamente a esos ideales expresados por el gobernante a un pueblo en armas y muy seguramente destinados a realizar una crítica de Esparta, en un sentido quizás paralelo al que emplean en Washington o en las distintas administraciones estadounidense para oponer la imagen del "mundo libre" al mundo socialista, en forma tal que pueda justificarse algún acto como el de la guerra contra Siria y otros países del medio oriente, incluyendo el hemisferio latinoamericano.

Tenemos hoy más sobradas razones y experiencias como para no medir nunca más la vida de un país por las aserciones que hagan sus gobernantes a la luz del principio universal de la no injerencia e intervenciones en los asuntos internos de los demás Estados.

Aunque en esa historia existen abismos de diferencia entre historia real e historia oficial, y menos en un mundo tan ajeno y tan lejano como la Grecia de Pericles, es necesario subrayar que hace casi tres mil años estaban expuestos los principios básicos de los derechos fundamentales de las mujeres y de los hombres, aún no codificados, como dijo el propio Pericles; y tras una larga migración los lleva a la codificación de 1948 y a las continuas ampliaciones y modificaciones que desde entonces se vienen haciendo hasta nuestros días.

¿Hasta dónde llegaríamos en una investigación lejana? Hasta el principio de la humanidad, sin lugar a dudas, por la razón de que la formación jurídica de los Derechos Humanos de las Mujeres y los Hombres, se confunde con la noción filosófica, difícilmente aprehensible, de libertad, y que el deseo de libertad sentido, sea cual sea su forma de expresión, pertenece al alba de la humanidad. Esto está tan claro como la luz del día. Las mujeres, los hombres son el centro del universo, no los bienes materiales o cualquier cosa distintas al ser humano.

En este contexto, es interesante recoger la interpretación marxista del término de libertad, que encuentra una base definitoria en un fragmento del Anti-Duhring, de Federico Engels: "Los primeros hombres que se separaron del reino animal, eran en todo punto tan poco libres como los animales mismos; pero todo progreso de la civilización era una paso hacia la libertad".

En la concepción marxista de la libertad y de los derechos de los seres humanos, existe como una suerte de constante, esta necesidad de la transformación de las condiciones de vida por medio de la actividad práctica de las mujeres y los hombres y del crecimiento de sus conocimientos.

En esta consideración histórica del arranque de la idea de libertad como una separación del estado animal, se aprecia el sentido inverso: en la consideración de estado próximo a la animalidad que hacen las fuerzas de opresión con respeto a aquellos a quienes niegan los Derechos Humanos.

En la Crítica de la Razón Dialéctica, Jean-Paul Sartre advierte: "En cuanto a la opresión, consiste en tratar al otro como animal"; o como Franz Fanon en Los condenados de la Tierra, quien señala que "el colonialista, cuando quiere describir bien y encontrar bien la expresión exacta (con respecto al colonialismo), se refiere constantemente al bestiario".

Estas frases están muy lejos de ser casuales. Obedecen a un proyecto contrarrevolucionario claramente definido y expresado de forma que lo colectivo se degrada en gregario, en rebaño, cuya potencia bestial iguala a la estupidez.

En suma, la pretensión contrarrevolucionaria busca hacer regresar a la animalidad al ser humano que intentan simplemente el derecho a la condición humana. Como modelo de expresividad en este género se puede recordar aquí la frase del general estadounidense Curtis Le May: "Hagamos regresar al Vietnam a la edad de piedra", refiriéndose al poder de las bombas atómicas a su alcance. Es innecesario precisar, en este punto, de qué lado se encuentra la bestialidad. Esta barbarie es y ha sido una constante en la historia de la humanidad hasta nuestros días.

Los Derechos Humanos han sido convertidos en una parodia irrealizable, en una auténtica utopía. Hemos llegado así al punto de origen de los derechos de los seres humanos, que es justamente el de su desgajamiento del reino animal, como punto de partida de la libertad frente a la naturaleza, y hemos visto también que, a pesar de los milenios transcurridos desde el fondo de la prehistoria se producía este doloroso y difícil arranque en el que los modelos envueltos por la ideología dominante contrarrevolucionaria, pretende hacer regresar a la animalidad a las mujeres y a los hombres o países que intentan simplemente el derecho a la condición humana de su pueblo.

En estos escenarios contradictorios lo que únicamente se sabe es que los derechos fundamentales de las mujeres y de los hombres han sido históricamente pisoteados hasta la saciedad y hasta hoy día.

Más mentiras. En 1941 se reúnen Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt, y redactan la "Carta del Atlántico" y en esa carta incluyen 19 palabras monosilábicas –a excepción de una bisílaba del idioma inglés--, una frase digna de ser recomendada a los Estados imperialistas, como un modelo clásico sobre la defensa de los Derechos Humanos: "…That all men in all the lands may live their lives in freedom from fear and want". Esto es: "…Que todos los hombres de todas las tierras puedan vivir sus vidas, libres de miedo y de la necesidad".

El desarrollo de esta expresión de deseo aparece cuatro años más tarde en el párrafo 2° del Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, en el que se incita a los países "…a reafirmar su fe en los Derechos Humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y de las naciones grandes y pequeñas"; en el Capítulo 1° continua esta incitación: "… promoviendo y alentando el respeto de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión".

Preceptos que se hacen obligatorios en el artículo 56 de la Carta: "Todos los miembros se comprometen a emprender una acción conjunta y separada, en cooperación con la Organización para alcanzar los objetivos indicados en el artículo 55", en el que se determina la promoción de los derechos de las mujeres y de los hombres.

Existe la tendencia de olvidar –y siempre ha sido así—que la Carta es un tratado libremente concertado entre los Estados que constituyen las Naciones Unidas y que tiene el mismo valor que cualquier otro acuerdo internacional. Como tal, impone a los Estados signatarios la obligación jurídica de aplicar las disposiciones contenidas en la Carta. Aunque la Carta estableció los derechos sin definirlos.

Era necesario llegar a una definición y de ahí que en 1946 el Consejo Económico y Social, atendiendo el artículo 68 de la Carta creó el órgano especial, la Comisión de Derechos Humanos, cuyo primer presidente fue la esposa de Roosevelt, que quedó encargada de someter con carácter prioritario un proyecto de Carta Internacional de Derechos del Hombre a la consideración de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En 1946 se estableció una División de Derechos Humanos dentro de la Organización Internacional, y a partir de enero de 1947 los 18 miembros de aquella Comisión comenzaron las reuniones para abordar sus tareas. En junio de 1947 es entregado el primer proyecto. El período de sesiones celebrado en los primeros meses de 1948 fue decisivo. No sólo se adoptó el preámbulo y los artículos finales y se tuvo en cuenta los pareceres de la Comisión que se ocupó de la condición social y jurídica de la mujer, sino que se llegó a establecer un equilibrio entre dos categorías de derechos: por una parte los civiles y los políticos, y por otra parte los económicos, sociales y culturales.

El Consejo Económico y Social elevó poco después el proyecto de Declaración a la Asamblea para que ésta lo considerara en su período de sesiones correspondiente a diciembre de 1948.

Al quedar aprobada la Declaración se subrayó que "millones de personas, mujeres, niños de todas partes del mundo han de buscar ayuda, guía e inspiración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos". Había salido al ruedo universal la Carta de la libertad del oprimido y del humillado para que a la luz del derecho interno de los Estados sea protegido el ser humano de manera integral a través del imperio de la ley y la justicia social.

Paradoja que aún está en mora, pues, adelantándonos en esta investigación periodística encontramos en materia de Derechos Humanos incoherencias desafiantes sobre el anhelo de materializar definitivamente el menú de estos derechos fundamentales.

En efecto, en ocasión del Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) insitió en crear programas para disminuir la esclavitud infantil a través de la protección social centrada en una educación formal.

El 16 de abril se celebra el Día Mundial contra la Esclavitud infantil. Esta fecha fue escogida por el asesinato de Iqbal Masih en 1995, un niño de tan solo 12 años activista de los Derechos Humanos.

Iqbal a los cuatro años fue vendido por su padre a una fábrica de alfombras de Punyab, un estado que limita con Pakistán y es el corazón de la comunidad sij de la India porque necesitaba un préstamo para pagar la boda de su hijo mayor. Trabajaba doce horas trenzando alfombras por una rupia al día.

Cuando tenía 10 años asistió a un mitin sobre Derechos Humanos. Desde entonces consiguió la libertad por medio de una campaña del Frente de Liberación del Trabajo Forzado y se convirtió en un activista que logró cerrar empresas en la que se explotaban a menores.

La lucha de Iqbal trascendió y recibió premios internacionales en Estocolmo y en Boston, con los que decidió abrir una escuela. Su trabajo se convirtió en una molestia para los empresarios que se lucraban con la esclavitud infantil, y fue asesinado de un disparo mientras montaba bicicleta. Menudo ejemplo histórico de la gigante grandeza de un pequeño infante que debe ser tomado en esta lucha revolucionaria que sabemos que está en pleno desarrollo, sin saber el tiempo en que acabará.

Así, pues la OIT en su informe de 2010, reportó que 215 millones de niños están en situación de esclavitud. Sin embargo, estas estadísticas son objetadas por muchas Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que las califican como "encubrimiento de la esclavitud", y hablan de aproximadamente 400 millones de niños esclavos en todo el mundo.

Datos oficiales de ONG estiman que alrededor de 400 millones de menores en todo el mundo son esclavos, de los cuales 168 millones trabajan y 85 millones de ellos lo hacen en condiciones peligrosas.

Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que la violencia, la explotación y el abuso frecuentemente están a cargo de personas que el niño conoce, incluyendo los padres y madres, otros familiares, cuidadores, maestros, autoridades policiales, agentes estatales y no estatales, etcétera.

La pobreza y las crisis económicas son un papel clave para determinar el mercado de trabajo infantil. Al que no escapa como principal responsable el abominable sistema salvaje capitalista.

Los niños más propensos para la esclavitud infantil suelen ser los que sufren discriminación y exclusión, como las niñas, las minorías étnicas y los pueblos indígenas y tribales, los niños de clase baja, los discapacitados, los niños desplazados y los que viven en zonas apartadas, advierten los investigadores.

De otro lado, algunas convenciones, como las referentes a los derechos políticos de la mujer, al trabajo forzado, a la esclavitud, han realizado considerables progresos pero en áreas relativamente pequeñas en el mundo. Uno de los principales problemas que se plasman es el de las distintas concepciones de la urgencia de los derechos fundamentales. Mientras, por ejemplo, los países occidentales se detienen en fórmulas jurídicas dirigidas a reforzar los derechos cívicos, los países categorizados como subdesarrollados que luchan aún por su independencia, que sufren la injerencia y la intervención de los Estados imperialistas, reclaman que se establezcan los jalones necesarios para un libertad económica, aludiendo al principio, tantas veces repetido como olvidado, de que no hay libertad individual ni de sociedad, mientras desde la perspectiva individual o en la misma sociedad en la que convivimos estemos sometidos a las presiones económicas.

Estas imposiciones que están enmarcadas en este reportaje periodístico desde una perspectiva histórica nos obligan a reseñar que toda la historia de las sociedades humanas, hasta nuestros días, están desarrollada e históricamente marcadas por una lucha de clases, de pobres contra ricos, bajo la anuencia de un Estado que por más bienhechor que pueda ser, estará siempre sometido a la alienación que ha generado la ideología dominante. "La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en su entrañas otra nueva. Es, por sí misma una potencia económica", escribió Carlos Marx.

"En los tiempos históricos –apuntó Marx-- nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos, dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos; en la Edad Media los señores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos matices y degradaciones.

La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los argumentos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas".

De los siervos de la tierra de la Edad Media surgió la villa que trajo los "villanos" de las primeras ciudades; y estos villanos representan el germen de donde brotó el primer germen de lo que hoy suele llamarse burguesía.

La comunidad primitiva definitivamente quedó convertida, en el caso dominante por el sistema capitalista, en la organización social deshumanizada que, si bien torna realmente posible la individualización, es exterior y hostil al individuo. Y, justamente este proceso es de inmensa posibilidades para la humanidad.

En estos escenarios nada halagadores y aunque parezca contradicción el ideal humanista del libre desarrollo individual está más cerca ahora que en cualquier fase anterior de la historia, aun en esta forma deshumanizada y evidentemente –repetimos-- contradictoria. La etapa prehistórica de la sociedad humana –el estadio en que el capitalismo no ha sometido a una sociedad de clases—prepara su camino sobre el cual camina ya la mayor parte de la población del mundo, hacia la era en la que las mujeres y los hombres dominen su destino, la era del socialismo como sistema de vida incluyente y humanizado.

Vale decir, los Derechos Humanos, son acumulativos e imprescriptibles, es decir, cada vez se conquistan más derechos fundamentales, y al mismo tiempo, una vez conquistados, pasan a formar parte del patrimonio de la dignidad humana, y son imperecederos.

En consecuencia, los Derechos Humanos son inviolables. Nadie ni nada puede atentar, lesionar o destruirlos. Es decir, debe regirse, toda autoridad, por el respeto a los Derechos Humanos, lo cual incluyen su reivindicación si éstos fueran cercenados, pues son de obligatorio cumplimiento.

Carlos Marx y Federico Engels ofrecen una visión científica para entender este andamiaje que comprende el oprimido y al opresor

Comenzaremos con este epitafio que pronunció su inseparable amigo Federico Engels, al pie de la tumba de Carlos Marx: "Marx fue ante todo un revolucionario. Su verdadera vocación era contribuir de un modo u otro al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones estatales creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, al que él mismo había sido el primer en dar conciencia de su situación y de sus necesidades, conciencia de las condiciones para su liberación". A propósito de esta cita en el siglo XIX las condiciones del proletariado eran terribles. Y como era de esperarse en ninguna época desde que nació la escritura ha existido clemencia por parte del opresor contra el oprimido.

Marx es el gran protagonista del socialismo científico. Toda su vida estuvo consagrada a sentar las bases de una ciencia general del desarrollo humano, bajo postulados materialistas. Su obra en la que interviene prioritariamente su amigo de toda la vida, Engels, abarca filosofía, historia, economía, política, entre otros estudios por su estilo.

Durante su trayectoria, bastante penosa y de carencias para una subsistencia digna, Marx prevé una etapa más avanzada de la revolución, y apunta:

"El resultado general a que llegué y que una ver obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política, y a la que corresponde determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, por el contrario el ser social, es lo que determina su conciencia (el subrayado es nuestro). Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con sus relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella".

En el pensamiento de Marx hay ideas claves para su comprensión. Marx busca con la filosofía la relación exacta entre teoría y la práctica, entre el pensamiento y la acción. Su praxis, es la teoría de la acción. "No se trata de interpretar el mundo de diversos modos como hasta ahora han los filósofos sino de transformarlo". Así toda teoría lo es de una experiencia práctica y toda práctica corresponde a una teoría.

Por otra parte, acerca del materialismo como base del sistema y antes de entrar en consideración sobre el materialismo marxista vale precisar lo que se entiende por materialismo en sentido amplio. Materialismo o materialista ha sido o es utilizado por las personas aplicándolo a un individuo egoísta que solo busca gozar de placeres materiales: comer, beber, etcétera. En este sentido la doctrina marxista no es materialista, puesto que para intentar el fin último que propugna es necesario, como los socialistas más formados, por ejemplo, llevan una vida de sacrificios por su causa revolucionaria. Pues bien, fijémonos ahora en el significado filosófico. A nuestra imaginación se presentan unos objetos con peso, color y propiedades más o menos, perceptibles por los sentidos, son los objetos materiales. Otros fenómenos como la idea de amor, odio o justicia no son perceptibles por los sentidos, se les dominan espirituales. Luego para Marx "el mundo material perceptible por los sentidos es la única realidad".

Asimismo, para el materialismo marxista, el movimiento es interior a la materia que libera un principio dinámico activo o en sí misma; el movimiento es ordinario y progresivo, cualidades que acompañan la materia y; el universo es producto de un gigantesco proceso organizado donde las cosas se relacionan en movimientos de acción y reacción mutuas. Es decir, a diferencia del materialismo antiguo mecanicista en el que el movimiento era considerado como algo exterior a la materia desordenada, inerte en sí misma y los fenómenos naturales eran fruto de la casualidad, tomando las cosas aisladas, prescindiendo de sus relaciones mutuas y acciones recíprocas surge el materialismo marxista.

De otro lado, Marx llegó al materialismo dialéctico, que es una concepción del universo organizado autodinámico, ordenado y en evolución apoyado en la filosofía idealista, la tesis materialista, evolucionista y positivista. Uno de los pilares en el marxismo es el materialismo dialéctico. Un método de razonamiento que había sido utilizado por los griegos junto con el lógico.

Desde el átomo al hombre, todo se halla constituido para Marx por impulso o cualidades positivas y negativas en movimiento. El hombre nace por la unión de dos sexos contrarios y su personalidad se realiza por la conjunción de rasgos egoístas y altruistas. Este proceso, que pareciera ser complejo es entendible. Si retomamos la concepción idealista en la que la realidad es igual a la idea que se desarrolla mediante un proceso dialéctico de contradicción o de lucha, esto es, la afirmación o tesis, negación, contradicción de lo anterior o antítesis y fusión de ambas o síntesis, lo cual supone un avance y al mismo tiempo afirmación que será negada a su vez para que surja una nueva síntesis más rica y así sucesivamente. Marx aplica este proceso que para él constituye la única realidad existente, la material, surgida por la unión de impulsos contrarios incompatibles, pero necesarios, comprendiendo ésta: la naturaleza y por ende el hombre, sus relaciones mutuas y los hombres con toda la especie humana.

El impulso interno que brota de la materia, de la contradicción o lucha de sus elementos, la lleva hacia un desarrollo progresivo. Así de una semilla nacerá su contradicción, la planta, que comportará la desaparición de aquélla, ésta a su vez al florecer producirá una nueva contradicción: las semillas, que no serán una sola, sino 20 ó 30 y así sucesivamente. Se progresa a través de sucesivas contradicciones. A veces este desarrollo de la materia produce formas nuevas que surgen bruscamente como sí la realidad diera un salto.

El agua al calentarse crece gradualmente de temperatura, pero al llegar a 100° hierve apareciendo una forma nueva y ya no es más agua caliente sino gas, ha habido una revolución por contraste violento.

Marx deduce que si el movimiento es el modo de existir de la materia y ésta lleva sus leyes en sí misma ordenada hacia su progreso, no es necesario que la "mano invisible" sea el motor exterior al mundo, legislador y ordenador de la naturaleza.

El hombre como parte de la naturaleza es a la vez opuesto o negación de ésta, porque se le resiste para arrancar sus bienes bien de consumo inmediato: el agua de un manantial, bien transformándola mediante el trabajo, negación dialéctica de la naturaleza, que eleva a ésta, la hace útil, así como el del trabajador.

Hemos llegado al materialismo histórico. Para Marx el hombre es un ser fundamentalmente con necesidades que se realiza en su lucha dialéctica con la naturaleza para satisfacerlas. La historia es la actividad de los hombres (del género humano) en la conquista de sus objetivos. Por lo que la historia tiene una doble explicación, una superficial, producto de los ideales del hombre y, otra que se orienta en lo profundo, de la que la primera es sólo un reflejo, el factor económico, modo de producción o desarrollo de las fuerzas productivas con sus técnicas necesarias para ello. A cada modo de producción corresponde una organización social determinante.

Las técnicas de producción son la infraestructura, algo así como el esqueleto de la historia, las relaciones de propiedad; de ella se deriva la superestructura, esto es, Estado, religión, literatura, arte, música, etcétera, que en cierto momento contribuye al desarrollo de la fuerza productiva.

En este contexto las técnicas de producción evolucionan más rápidamente que la superestructura que pretende frenar el desarrollo o el progreso de la clase trabajadora. Dando lugar a una tensión y lucha protagonizada por la clase dominada y la dominante apegada al pasado, a sus privilegios y estalla la revolución que hace que la superestructura se acople a las nuevas necesidades y técnicas.

A propósito de la lucha de clases, según Marx, la sociedad siempre se ha reducido a dos clases en constante lucha: la oprimida y el opresor, que corresponden en la época capitalista al proletariado y la burguesía. La historia humana avanza mediante un proceso dialéctico o de contradicciones que consisten en la lucha de estos dos elementos opuestos y antagónicos que son las clases sociales.

Desde la óptica marxista su doctrina está concebida como movimiento revolucionario, cuyo objetivo es acelerar la ruina del capitalismo que al llevar larvada su propia contradicción le conducen a la destrucción. Según Marx la meta será en principio la sociedad socialista, donde las mujeres y los hombres encontrarán su pleno desarrollo social e individual, superando las enajenaciones o alienaciones del sistema capitalista. Estas alienaciones que colocan a la mujer y al hombre fuera de sí en nuestros días está reforzado por el poder mediático que cercena la creatividad e idiotiza al individuo haciéndolo marioneta manejable por el oprobioso sistema capitalista.

El régimen burgués, en virtud del vigoroso impulso que dio en todos los países al desenvolvimiento de la gran industria, ha creado en el curso de las últimas décadas un proletariado numeroso, fuerte y unido y ha producido a sus propios enterradores.

Justamente, Engels en torno a este último punto, señala que "el régimen económico y la estructura social que de ellas se deriva necesariamente en cada época histórica, constituyen la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia, desde la disolución del régimen primitivo de propiedad común de la tierra, ha sido una historia de lucha de clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del proceso social; y que ahora esta lucha ha llegado a una fase en que la clase explotada y oprimida no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime, sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre, a la sociedad entera de la explotación, la opresión y las luchas de clases; esta idea fundamental pertenece única y exclusivamente a Marx".

Venezuela en defensa de los Derechos Humanos

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) es conocida por su tendencia progresista en materia de Derechos Humanos, hasta el punto de servir de inspiración en los procesos constituyentes que tuvieron lugar en América Latina. De tal manera, que la Carta Magna venezolana (1999) —por su concepción profundamente democrática, en el que el pueblo es protagónico y participativo, en virtud de superar desde el punto de vista sustantivo el alcance y contenido de muchos de los derechos previstos en instrumentos internacionales sobre los Derechos Humanos—, se erige como marco de referencia en la materia dando origen a una corriente de pensamiento denominada "Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano".

Los Derechos Humanos aparecen establecidos en el Texto Fundamental venezolano desde su preámbulo, extendiéndose a lo largo de todo su cuerpo normativo. De allí que en la Constitución, tales derechos aparecen además como eje axiológico, valor superior del Estado y principio orientador de todo el aparato institucional. Junto a los ya tradicionales valores y principios que fueran heredados de nuestra historia constitucional (libertad, igualdad, independencia, soberanía popular), la Constitución resalta la preeminencia de los Derechos Humanos, lo que es un deber del Estado garantizar y respetar tales derechos, así como investigar y sancionar a las personas responsables en caso de que los mismos sean vulnerados. La Constitución contiene un catálogo prolijo de Derechos Humanos en el cual resaltan los derechos de niños, niñas y adolescentes; de las y los jóvenes; de las mujeres; de los pueblos y comunidades indígenas; de las personas con discapacidad, así como de los adultos y adultas mayores.

Vale decir, el texto constitucional apostó por reconocer derechos a grupos históricamente excluidos y marginados, --que quedaron visibilizando en el plano normativo de la nueva Constitución-- quienes estuvieron desposeídos o desprovistos de derechos durante décadas. Además, la CRBV recoge los principios de progresividad, irrenunciabilidad, indivisibilidad, interdependencia e igualdad y no discriminación. También prevé la cláusula abierta como posibilidad de reconocer nuevos derechos no consagrados en el Texto Fundamental a partir de las luchas emprendidas por el pueblo organizado, asumiendo así que los derechos son dinámicos y su reconocimiento en el orden jurídico obedece a razones de orden social.

De igual forma, contempla la jerarquía constitucional de los tratados, pactos y convenios relativos a los Derechos Humanos, que prevalecen sobre el derecho nacional, en la medida en que contengan normas más favorables, siendo de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público.

Asimismo, la Constitución venezolana contiene un capítulo dedicado exclusivamente a los derechos de los pueblos indígenas, lo que constituye una ruptura normativa de la concepción liberal de los Derechos Humanos, igualmente elimina conductas estatales que en el pasado favorecieron la impunidad, prohibiendo el indulto y la amnistía a las funcionarias y funcionarios del Estado que hubieren violado los Derechos Humanos.

También consagra mecanismos para la justiciabilidad de los Derechos Humanos y la obligación del Estado de investigar y sancionar legalmente los delitos contra los mencionados derechos, recogiendo la imprescriptibilidad de las acciones para sancionar los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra, así como la indemnización integral de las víctimas cuyos derechos han resultado quebrantados.

La Constitución Bolivariana contempla los derechos civiles acumulados a lo largo de nuestra historia constitucional. En concreto, en ella se reconocen el derecho a la vida y la correspondiente prohibición de la pena de muerte; a la libertad personal y la prohibición de la desaparición forzada de personas; a la integridad física, psíquica y moral; a la inviolabilidad del hogar doméstico, el domicilio y recinto de las personas; al secreto e inviolabilidad de las comunicaciones privadas; al debido proceso en todas las actuaciones administrativas y judiciales; a la libertad de tránsito; a presentar peticiones y obtener oportuna y adecuada respuesta; a asociarse y a la reunión; a la protección de la integridad física de las personas por parte del Estado; a la identidad, a la libertad de expresión y pensamiento; a la información; religión y culto; protección del honor, vida privada, propia imagen y condencialidad; y a la libertad de conciencia, entre otras materia fundamentales.

Los derechos políticos se enmarcan dentro del principio de la democracia participativa y protagónica, que implica la concepción de un pueblo directamente involucrado —desde la cotidianidad— con su destino, en la formulación y ejecución de las políticas públicas y el control de las y los representantes electos.

Como parte de este esquema democrático se recoge el derecho al sufragio; la rendición de cuentas de manera pública, transparente y periódica sobre la gestión de las y los representantes electos; el derecho a la asociación con fines políticos; a manifestar de manera pacífica y sin armas; al asilo y refugio.

La ampliación de los derechos políticos en la CRBV, también supone la extensión efectiva del derecho al sufragio a las y los militares, así como a las extranjeras y extranjeros para ciertos actos electorales. Como medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía prevé, en lo político, la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativas —constitucional y constituyente —, el cabildo abierto y las asambleas de ciudadanas y ciudadanos.

En lo social y económico, contempla las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas, incluyendo las de carácter financiero, las cajas de ahorro, las empresas comunitarias y demás formas asociativas guiadas por los valores de mutua cooperación y solidaridad. La Norma Suprema se plantea de esta manera la politización permanente de la sociedad en la lucha por la transformación social.

La construcción de la democracia participativa representa la garantía política para trascender en la defensa formal de los Derechos Humanos y avanzar hacia la construcción de un sistema de Poder Popular que controle el aparato burocrático estatal, asegure la vigencia de esos derechos, la satisfacción de las necesidades humanas, la autorrealización de las personas, la justicia social y el respeto de la naturaleza.

La democracia participativa prevista en la Constitución cuestiona la democracia clientelar, burguesa y de élites. Se concibe como ejercicio sistemático, activo, contundente y radical del Poder Popular, desde la cual se estimula la toma de decisiones de interés público que hagan posible la redistribución de los recursos, de forma tal, que las grandes decisiones no queden en manos de una élite sino que, por lo contrario, sean las bases, la organización popular, quien señale cuáles son las decisiones que deben tomarse y hacia dónde debe estar encaminada la política pública del país.

Por otro lado, la CRBV acopia de forma extensa un conjunto de derechos agrupados como "Derechos Sociales y de las Familias", entre los cuales se encuentran la protección a las familias, el reconocimiento de las uniones estables de hecho y la condición de niños, niñas y adolescentes como sujetos plenos de derechos. También se establecen los derechos de los adultos y adultas mayores y de las personas con discapacidad, así como el derecho a la vivienda, a la salud, a la seguridad social y una amplia gama de derechos laborales. Estos derechos son plenamente exigibles y tienen carácter normativo. No han sido recogidos en la Constitución como simples normas programáticas dependientes de un desarrollo legislativo posterior para su cumplimiento y exigibilidad.

La Constitución contiene de esta manera un marco jurídico-político ideal para la creación de un modelo de Estado democrático redistributivo de la riqueza y, por tanto, tendente a la creación de mayores niveles de igualdad social. La Constitución Bolivariana en su capítulo relativo a los "Derechos Culturales y Educativos", consagra —por primera vez en la historia constitucional venezolana— un conjunto de derechos culturales para asegurar a las personas la participación en la vida cultural, el goce y disfrute del progreso científico, el acceso a la producción literaria y artística, imponiendo además obligaciones para la adopción de medidas que permitan la conservación, desarrollo y difusión de la ciencia y la cultura.

Por tanto, la Carta Magna dota de contenido a los derechos culturales, complementándolos normativamente a través de un conjunto de definiciones, garantías y obligaciones específicas del Estado, que resultan capitales para lograr que estos derechos no se queden en una mera formulación retórica, sino que revistan carácter operativo, cuyo cumplimiento pueda ser exigido incluso mediante las denominadas garantías judiciales. De esta manera, se reconoce el derecho a la creación cultural; la obligación del Estado de garantizar la protección, el enriquecimiento, la preservación y la conservación de los bienes materiales e inmateriales que integran el patrimonio cultural de las obras de las y los artistas, arquitectas y arquitectos, músicos, escritoras y escritores y las creaciones populares que expresan la creatividad del pueblo (la lengua, ritos, creencias, lugares y monumentos históricos, la literatura, obras de arte, archivos y bibliotecas).

En este sentido, se confiere especial protección y tratamiento a las culturas populares, se garantiza la incorporación de las trabajadoras y los trabajadores culturales al sistema de seguridad social y se impone la obligación del Estado de garantizar la emisión, recepción y circulación cultural, y el deber de los medios de comunicación social de coadyuvar en la difusión de nuestra cultura. Respecto a los derechos educativos, la Constitución se encuentra ajustada a las corrientes más avanzadas para la época, estableciendo los términos y condiciones para garantizar su ejercicio, a través de la ejecución de políticas públicas que permiten la gratuidad de la educación desde el maternal hasta el pregrado universitario. Estas obligaciones comprenden la inversión prioritaria en educación y la creación de instituciones y servicios suficientes que aseguren el acceso, permanencia y culminación en el sistema educativo.

La CRBV establece también por primera vez en nuestra historia constitucional venezolana, la autonomía universitaria. Asimismo, en el capítulo relativo a los derechos culturales y educativos, se consagra también por primera vez en un texto constitucional venezolano el deporte y la recreación como derechos, lo cual demuestra de manera irrefutable el carácter progresista del Texto Fundamental de 1999.

Por otro lado, en su capítulo denominado "De los Derechos Económicos", reconoce la libertad económica, llamada también libertad de empresa, industria y comercio, y el derecho de propiedad y a disponer de bienes y servicios de calidad, sin dejar de lado que todos estos derechos se encuentran articulados en la cláusula del Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, lo cual le asigna a cada uno un contenido, sentido y n distinto a los que tradicionalmente le otorga el liberalismo. Por tanto, resulta comprensible que en la Constitución del año 1999 el Estado se caracterice por su fuerte "activismo económico" y regulación e intervención en esos asuntos a través de sus distintos entes y órganos, con el propósito de poner n a la desigualdad existente entre las diferentes clases sociales que conforman la sociedad venezolana y evitar la explotación de las clases dominantes sobre grupos sociales menos favorecidos económicamente o en situación de vulnerabilidad.

Asimismo, la Constitución contiene un capítulo dedicado exclusivamente a los derechos de los pueblos indígenas, lo que constituye una ruptura normativa de la concepción liberal de los derechos humanos, según la cual los derechos de determinadas minorías que conviven en un Estado quedan protegidos de manera indirecta cuando la Constitución y las leyes garantizan a todos las personas el ejercicio de los derechos civiles y políticos, sin ningún tipo de discriminación. La Constitución reconoce de esta manera la deuda histórica con los pueblos originarios invadidos, violentados, esclavizados, subyugados, oprimidos y explotados por el colonialismo español y luego, por el neocolonialismo imperial, por las trasnacionales y en general por el sistema capitalista.

De otro lado, la democracia participativa y protagónica prevista en la Constitución cuestiona la democracia clientelar, burguesa y de élites, los monopolios y los oligopolios. Se concibe como ejercicio sistemático, activo, contundente y radical del Poder Popular.

En consecuencia, el genocidio y el etnocidio, así como la erosión cultural y la discriminación a la que fueron sometidos los pueblos y comunidades indígenas durante décadas, con la CRBV quedaron erradicados al generarse políticas que buscan una revalorización social, política y cultural de los saberes ancestrales. De este modo, la Constitución Bolivariana establece el derecho a la tierra de las comunidades indígenas, a través de procesos de demarcación; el aprovechamiento de los recursos naturales ubicados en sus hábitats; la organización social, económica y política de los pueblos originarios; el mantenimiento de su identidad étnica y cultural; la preservación de sus lugares sagrados y cultos; la protección de sus lenguas mediante la educación intercultural bilingüe; así como la salud de los pueblos y comunidades indígenas.

Estipula un capítulo con derechos diferenciados o especiales para los pueblos y comunidades indígenas, resulta coherente con el preámbulo de la CRBV que enarbola las banderas de una sociedad multiétnica y pluricultural que supone, entre otros asuntos, el reconocimiento de la diversidad cultural dentro del Estado venezolano.

Asimismo, en el conjunto de los derechos previstos en el Texto Fundamental se consagran de manera contundente los derechos ambientales, para que las personas puedan disfrutar de una vida y un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado, imponiendo al Estado la toma de acciones en favor del ambiente, del respeto a la naturaleza como parte integral de los seres humanos y el aprovechamiento racional de los recursos naturales o de la tierra.

El reconocimiento de los Derechos Humanos en la CRBV se complementa con todo un novedoso sistema de leyes, reglamentos y demás instrumentos normativos que le dan sustancia y calidad al acceso, goce y disfrute de cada Derecho Humano. Esto constituye un avance notable en la conquista de un mundo más justo, pues proporcionan un marco normativo que condiciona formalmente las relaciones de poder entre los distintos sectores de la sociedad, de acuerdo con los valores de respeto a la vida y a la dignidad de las personas.

De la misma manera, es necesario entender para siempre que los Derechos Humanos, los cuales como lo reafirma la CRBV en el artículo 19, son indivisibles e interdependientes, esto es, se relaciona entre sí, no existe una separación ni muchos menos se puede considerar que unos son más importantes que otros, toda vez que, la negación de alguno de esos derechos es poner en riesgo el conjunto de la dignidad humana, por tanto, el disfrute de algún derecho no puede hacerse a costa de los otros.

Es así, por ejemplo, no podemos disfrutar plenamente de nuestro derecho a la educación si no estamos bien alimentados o si carecemos de una vivienda en un hábitat humanizado; o no podemos ejercer nuestro derecho a la participación política si se nos niega ese derecho.

Debe entenderse que son derechos fundamentales, por lo que no se puede establecer ningún tipo de jerarquización entre ellos y mucho menos creer que unos son más importantes que otros. No es viable, la consecución de una vida dignidad, si no se disfruta plenamente de los Derechos Humanos, su violación envuelve un atentado contra esa dignidad humana, la cual está enraizada en la igualdad, la justicia, la inclusión, la libertad, entre otros valores consustanciales y supremos al decoro del ser humano.

La Declaración Universal de Derechos Humanos advierte en su artículo 1º, que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Pues bien, a la luz de la definición de integralidad como partes integrantes de un todo, está claro que esos derechos son indivisibles e interdependientes, es decir, debe dársele igual atención y consideración a la aplicación, promoción y protección de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientalistas, indigenistas, en síntesis, la integralidad debe entenderse como la promoción, al respeto y el disfrute de los derechos humanos, lo cual incluye las libertades fundamentales, y ello no puede justificar la denegación de otros derecho y libertades esenciales consustanciales al ser humano.

Por tanto, por ejemplo, el derecho a la salud, no es tal, si el Estado no garantiza buenos servicios públicos y una atención adecuada en los centros hospitalarios; jamás se alcanzará una vida digna si no se cuenta con salarios justos en un ambiente laboral en el que se respete al trabajador y la trabajadora. Y así tantos otros ejemplos, hartamente conocidos por todos.

El Estado venezolano, para alcanzar sus altruistas fines en aras de la dignidad humana, trae a colación en el único aparte del artículo 3º de la CRBV al considerar que esas consumaciones para enaltecer la calidad de vida tendrán lugar a través de la educación y el trabajo.

Otros antecedentes históricos

¿Pero qué sucede en la realidad? Esta insigne y gloriosa Patria, que desde su colonizaje en el año 1492, que durante más de tres siglos vivió bajo la esclavitud sometida al yugo del viejo continente; que desde la Constitución de 1811, hasta la CRBV de 1999, fue sucedida por 28 constituciones, las cuales, carecieron de un trato justo y equitativo a sus ciudadanos y ciudadanas, e incluso, con un desconocimiento casi total de la materia de los Derechos Humanos, sociales, políticos y económicos, cuestión que no sólo destaca y realza la Carta Magna que rige los destinos de esta Nación, sino que estas materia básicas para el enaltecimiento de la dignidad humana habían sido olvidadas por las constituciones que precedieron al Texto Fundamental de 1999.

En fin, Venezuela, desde 1811 hasta 1999, se ha dado más de una veintena de constituciones. Y la más prolifera en materia de Derechos Humanos, políticos, económicos, sociales, culturales, indigenista y ambientalista, entre otros, es la actual. Y todo porque hasta antes de CRBV los componentes en materia legislativa habían estado influenciados o identificados ideológicamente por el capitalismo salvaje, es decir, este criminal sistema fungía como representantes de los intereses de la burguesía; mientras que, los constituyentes de 1999, en su mayoría abrigaban un pensamiento a favor de las clases desposeídas. Es una Carta Fundamental totalmente opuesta a la Constitución de 1961 que obvio en su articulado a los Derechos Humanos.

La Constitución de 1999 es abundante y absoluta en materia de Derechos Humanos. Son preeminentes los derechos fundamentales, lo cual incluye la justicia social. Es un documento que se traduce en una suerte de carta de libertad del oprimido y del humillado. Su articulado, vivifica los largos y animados debates del Constituyentista, durante los cuales se estudió cada palabra, cada frase y cada artículo, que definen con precisión los límites de los Poderes Públicos que no deben en ningún caso violar en su trato con los gobernados, al tiempo que proclama con claridad y exactitud que los derechos del individuo deben verse protegidos por el imperio de la ley.

No obstante, esta Constitución fue ultrajada por la derecha fascista, en su aprobación y luego en el golpe de Estado de abril de 2002 quedó derogada por unas horas, al restablecerse la Constitución de 1961 que en lo que respecta a los derechos humanos, sólo ocupó en un solo artículo el 50 sin hacer referencia a la frase sustantiva de los Derechos Humanos.

Golpistas apátridas, que en su patibularia trampa para retomar el poder se declaran partidarios de la libertad o de una aparente libertad, alegando que son "virtuosos" del pueblo, (hay que revisar la historia de crímenes, maltratos, desapariciones forzosas, torturas, etcétera, del puntofijismo que según estadísticas sus crímenes están por encima de las 10 mil víctimas), y en la práctica atacan sin contemplación a todos aquellos que expresan o tratan de expresar ideas contrarias a ellos.

Hay que rechazar de plano estas posibles equiparaciones de la oligarquía con ingredientes absolutamente bestiario, salvajismo o de barbarie. El contrarrevolucionario pretende hacer regresar a la animalidad al género humano que intentan simplemente el derecho a la condición humana.

Es decir, la burguesía históricamente ha sido contraria a los Derechos Humanos, niegan su vigencia si no se está en su óptica. A nadie se le puede escapar la gravedad de este hecho. El antropólogo estructuralista Claude Lévi-Strauss, dijo taxativamente que el bárbaro es, en primer lugar, el hombre que cree en la barbarie, después de explicar que el término "salvaje" es una referencia directa a quien "procede de la selva", evocando así una forma animal de vida, por oposición a la cultura humana. "Se prefiere rechazar fuera de la cultura, hacia la naturaleza, todo aquello que no se conforma a las normas bajo las cuales se vive", precisó.

Luego, la derecha fascista no admite el desgajamiento del humano del reino animal, como punto de partida de la libertad e independencia frente a la naturaleza, a pesar de los milenios transcurridos desde que en el fondo de la prehistoria se producía este doloroso y difícil arranque que pretenden –repetimos—hacer regresar a la animalidad a quienes luchamos por la reafirmación en los Derechos Humanos, por la dignidad y el valor de las personas, por la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas; la derecha fascistas es contraria al respecto de los derechos fundamentales, sin distinciones de raza, sexo, lengua o religión, a pesar que son temas obligatorios. Esto lo certifica literalmente la historia.

Al entrar en vigencia la Constitución de 1999, esta Carta se convirtió en la definición más ampliamente aceptada de los derechos que corresponden a todas y todos, sin exclusiones, ni discriminación alguna. Por primera vez en la historia de esta Patria, están en vigencia un amplio menú de derechos fundamentales, con carácter progresivo, integradores e indivisibles, convirtiéndose así, en el punto clave del Poder Popular y en el de la contrahegemonía del neocolonialismo.

La CRBV es la Carta del oprimido y del humillado, por tanto, hay que hacerla prevalecer en todo tiempo y lugar. Sin duda, la sola existencia de un monumento como nuestra Constitución es ya un paso decisorio y objetivo en la consecución del Socialismo Bolivariano, por la que luchamos las mujeres y los hombres de esta Patria.

La CRVB en su Preámbulo comienza por señalar la importancia que tiene la materia de los Derechos Humanos, al referir que con "el fin supremo de refundar la República", entre otros aspectos fundamentalísimos inherentes a la dignidad humana, que el Estado Venezolano ofrece "la garantía universal e indivisible de los Derechos Humanos".

Luego, en el artículo 2 toca ese componente cuando señala que al propugnar "como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los Derechos Humanos…". Del mismo modo, este mandato constitucional quedó reforzado en el artículo 3, pues "el Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respecto a su dignidad", es decir, el Constituyentista del 99 prácticamente dejo marcada en los principios fundamentales de la CRVB un copioso menú sobre los Derechos Humanos.

Entre tanto, en el Título III, desarrolla al intitularlo "De los deberes, derechos humanos y garantías". Dejando en claro en el artículo 19, lo siguiente: "El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público de conformidad con la Constitución, los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República y las leyes que los desarrollan".

No conforme con ello, también en razón a esa interdependencia, el artículo 22 tipifica que: "La enunciación de los derechos y garantías contenidos en esta Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos no debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren expresamente en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no menoscaban el ejercicio de los mismos".

Del mismo modo, los tratados, pactos y convenciones relativos a los derechos humanos, poseen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, "en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas por esta Constitución y la ley de la República, y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público", (artículo 23).

Pues bien, a la luz de éstas precedentes consideraciones acerca de los Derechos Humanos, y teniendo presente que toda Constitución en cualquier ordenamiento jurídico es la ley suprema de un Estado, es decir, es la Ley de Leyes, que no puede ser conculcada ni mucho menos violada, al igual que los Derechos Humanos.

Garantías fundamentales

Subrayamos que los Derechos Humanos, no son otra cosa que una conquista histórica del género humano, lo cuales se remontan a los tiempos más pretéritos de la humanidad. Que han dejado un conjunto de normas fundamentales inherentes a la dignidad humana, que fijan los principios y los más elevados fines consustanciales para enaltecer a la mujer y al hombre, que han servido de patrón obligatorio para las constituciones y leyes de las naciones del mundo, y de inspiración, por lo demás, para gobernantes y gobernados.

Según su carácter universal, la Organización de las Naciones Unidas, sobre los derechos humanos, en Viena en junio de 1993, sentenció: "Todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes, y están relacionados entre sí". Por lo que, podemos considerar que la legitimidad de las libertades tienen un carácter universal.

Entonces, los derechos humanos son un conjunto de principios, de aceptación universal, reconocidos constitucionalmente y garantizados jurídicamente, orientados a asegurar al ser humano su dignidad como persona, en su dimensión individual y social, material y espiritual. Son derechos "indivisibles" que tiene la persona frente al Estado para impedir que éste interfiera en el ejercicio de ciertos derechos fundamentales, o para obtener del Estado la satisfacción de ciertas necesidades básicas y que son inherentes a todo ser humano por el mero hecho de ser humano.

Es necesario llamar la atención sobre este importantísimo tema que está intrínsecamente relacionado con la existencia del ser humano, y sobre el cual, precisamente, José Martí, dijo: "El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza y otra, dígase hombre y ya se dicen todos los derechos".

El género humano encuentra en los Derechos Humanos una defensa ante los abusos del poder y una orientación aleccionadora que lo libera del velo de la ignorancia, responsable, muchas veces, de la pasividad ante el dolor, el maltrato, la opresión y tantos otros excesos del Estado. Entender que cada persona tiene la misma dignidad y nadie debe estar excluido o discriminado en el goce y disfrute de sus derechos.

Que se entienda que los Derechos Humanos son inalienables e intransferibles, que la persona no puede, sin afectar su dignidad, renunciar a sus derechos o negociarlos; y de otro lado, el Estado no puede disponer de los derechos de las ciudadanas y los ciudadanos, ni siquiera aún cuando se decrete los estados de excepción, como, por ejemplo, bien lo tipifica el artículo 337 de la CRBV: "El Presidente o Presidenta de la República, en Consejo de Ministros, podrá decretar los estados de excepción. Se califican expresamente como tales las circunstancias de orden social, económico, político, natural o ecológico, que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y de los ciudadanos y de las ciudadanas, a cuyo respecto resultan insuficientes las facultades de las cuales se disponen. En tal caso, podrán ser restringidas temporalmente las garantías consagradas en esta Constitución salvo las referidas a los derechos a la vida, prohibiciones de incomunicación o tortura, el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos intangibles".

Otros antecedentes sobre la Constitución de 1999 (Chávez)

El presidente Hugo Chávez Frías desde el primer momento en que comenzó a recorrer al país, concientizando al pueblo sobre las aberraciones de la oligarquía, al igual que la de la burguesía, encadenadas a los monopolios y al rancio empresariado, quienes a su vez se articulaban a los lineamientos imperiales, él tras mostrar una enorme preocupación por el rumbo que tenía trazado el pueblo venezolano, justamente, contrario a sus propios intereses, planteó una Asamblea Nacional Constituyente.

Así, pues, una vez que llegó a la Presidencia de la República inmediatamente impulsó la Asamblea Nacional Constituyente la cual trajo la nueva CRBV que derogó la Constitución de 1961.

Es innegable cómo Chávez luchó por la defensa de los Derechos Humanos. Materia que logró impulsar a través de la nueva Carta Fundamental la cual tipifica que "el Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los Derechos Humanos".

Asimismo prevé la Carta Magna que "ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes…".

En la Constitución de 1961 tales garantías sobre el respeto y garantías a la dignidad de las personas estaban prácticamente excluidas, a tal extremos que pese a que la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se firmó en Paris, en fecha 10 de diciembre de 1948, fue una suerte de saludo a la bandera, pues los Constituyentista de 1961 la ignoraron para desarrollar el menú de los Derechos Humanos, que por el contrario quedaron sinterizados en un solo artículo, y por cierto, ni siquiera mencionó la frase Derechos Humanos. Y si vamos más atrás la Carta de las Naciones Unidas entró en vigencia en el año 1945, en la que Venezuela aparece firmante desde su inició.

Hoy día en Venezuela desde el año 1999 están reguardados constitucionalmente, el respeto a la integridad física de las ciudadanas y los ciudadanos, al igual que las libertades y la dignidad de todas y todos. La Constitución Socialista y Bolivariana fue aprobada con el 84% de los votos del pueblo. En ella Chávez llevó la democracia representativa a la genuina democracia participativa y protagónica, convirtiéndola en modelo de democracia social.

Luego, el Estado Venezolano que se erigió con la Constitución de 1999, a través de la Asamblea Nacional, para castigar los crímenes de la oprobiosa cuarta república, promulgó la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y otras violaciones de los Derechos Humanos por razones políticas en el período 1958-1998, con la que se acometió responsabilizar a los integrantes de los cuerpos de seguridad del Estado que incurrieron en una masiva violación de los derechos humanos contra las o los disidentes políticos.

Por la impunidad de tantos delitos fue necesaria la creación de la Comisión por la Justicia y la Verdad en 2013 para investigar las causas y las consecuencias que generó el terrorismo de Estado ejercido en esa época. Esta comisión ubicó restos de víctimas, el testimonio de sus familiares y sobrevivientes. Han totalizado 10 mil 23 víctimas de crímenes y desapariciones forzadas por razones políticas durante el período de 1958 a 1998. De la cifra anterior, 1.475 personas fueron asesinadas y 453 desaparecidas, mientras que el resto corresponde a sobrevivientes que resultaron heridos por organismos de seguridad.

Contra la tortura y los tratos crueles Chávez cumplió con su promesa al promulgar la Ley Especial para Prevenir y Sancionar la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes.

Ante estos escenarios de criminalidad es un imperativo de la ciudadanía la recuperación de la memoria histórica; mientras que el nuevo Estado Venezolano, como en efecto lo hace, debe garantizar que no se repitan hechos similares a las violaciones sistemáticas de Derechos Humanos como las ocurridas durante los gobiernos de la Cuarta República en el que hubo víctimas, hubo persecución y esto no puede ocurrir más. ¿Cómo puede ser utilizado de forma perversa un aparataje estatal para perseguir a la gente por su forma de pensar?

El cuerpo de leyes reafirman los Derechos Humanos

La doctrina y la jurisprudencia en materia de Derechos Humanos, coinciden en afirmar que el concepto de Derechos Fundamentales se corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona frente al Estado. El Poder Público debe ejercerse al servicio de los hombres y mujeres, pues debe privar el respeto y las garantías consagradas como obligatorias para los órganos del Poder Público Nacional, esto es, la vigencia, difusión y aplicación de los Derechos Humanos para satisfacer las necesidades de las personas en la consecución de una vida plena, al tiempo que deben proteger y resguardar la existencia del pueblo.

En consecuencia, el Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los Derechos Humanos. A lo que se agrega, el cumplimiento por parte del Estado de los Tratados, Pactos y Convenciones sobre Derechos Humanos ratificados por Venezuela, los cuales tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno y son de aplicación directa por los Tribunales y demás órganos del Poder Público.

Por tanto, el Poder Público, el cual se distribuye entre el Poder Municipal, el Poder Estadal y el Poder Nacional, donde el Poder Público Nacional, a su vez se divide en Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral, en lo que respecta a su ejercicio o el ejercicio de estos poderes, debemos subrayas que no pueden ser empleado lícitamente para ofender atributos inherentes a la persona, pues, por el contrario, deben ser vehículo para que la ciudadanía pueda vivir en este pueblo llamado Venezuela en paz y en condiciones cónsonas con la dignidad humana.

De ahí que el Estado Venezolano esté obligado a satisfacer las necesidades fundamentales del pueblo venezolano. Sin mezquindades o exclusión alguna. Los funcionarios que este al margen de estos principios constitucionales deben poner su cargo a la orden para que contribuyan a la profiláctica de la administración pública.

Ciertamente, y, sin lugar a dudas, el esfuerzo emprendido por las mujeres y hombres desde el alba de la historia de la humanidad, revela la asidua, permanente y constante lucha por alcanzar sus derechos. Esa larga marcha de los pueblos del mundo hacia su plena libertad continúa siendo un proceso. Las páginas de esta novela, cuyo protagonista es el género humano, todavía deja ver como hay un desconocimiento y menosprecio por los Derechos Humanos, lo cual convierte a la mujer y el hombre como pieza de un tejado expuesto a la intemperie y a todo tipo de vicisitudes. El día a día ofrece situaciones de crueldad, abusos y barbarie ante los ojos de los pueblos. Estamos faltos de humanidad.

El anhelo y la aspiración de los hombre y las mujeres es el advenimiento de formas de vida nuevas en el que liberados del miedo y de la miseria, se pueda disfrutar de libertades plenas.

Entonces, imaginar una mujer y un hombre, solidarios y respetuosos de sí mismo y de sus semejantes, esto no es algo abstracto, más bien por el contrario este debe ser el reto, en la formación de la mujer y el hombre nuevo que deseamos para armonizar unos con otros para ofrecerle esencia y vida a la vida. Amarnos. Desinteresadamente. Que la mujer y el hombre sean el centro y no parte de ese centro, ni mucho menos parte de ese todo, por el contrario, que esa mujer y ese hombre sea el todo del universo. Sin rendírsele culto alguno al capitalismo o al mercantilismo, pues es entendible que la economía mundial está por encima de de toda forma de vida, donde el género humano sólo es visto como un instrumento para engrasar la maquinaria capitalista, lo cual los convierte (a las mujeres y hombres) inefablemente en objetos desechables, evangelizándolos en el prototipo de su propia destrucción.

El Libertador y Padre de la Patria, Simón Bolívar, quien ofrendó su vida y sus más ínclitos valores, por la noble causa de la libertad y la independencia de América, un hombre con una pasión y un amor hacia su pueblo, hizo en el año 1805 un juramento que cumplió a cabalidad contra el opresor de Nuestraamérica, un testimonio ejemplar de su lucha emprendida en defensa de los pueblos de América Latina, a saber:

"Juro por el Dios de mis padres; juro por ellos, juro por mi honor, juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español"; más tarde sentenciaría: "Jesús, que fue la luz de la tierra, no quiso dignidades ni coronas en el mundo: él llamaba a los hombres hermanos, les enseño la igualdad, les predicó las virtudes civiles más republicanas y les mandó a ser libres, porque les amonestó que debían ser perfecto".

Esto lo dijo un hombre que luchó simultáneamente con la pluma y con las armas, en una época en la que se era digno o indigno, pues los principios de estos hombres y mujeres combatientes no aceptaban términos medios, que debe en todo tiempo y lugar ser la divisa de las mujeres y hombres de la Patria Grande, NuestraAmérica.

Parte II

Los Derechos Humanos siguen siendo una utopía para el mundo

Quienes creyeron que el nuevo milenio iba a profundizar los derechos Humanos, se equivocaron. Los crímenes de lesa humanidad, el genocidio aberrante contra pueblos enteros así lo confirman. Aunque nunca antes como ahora han coexistido infinidades de normas, organismos internacionales y autoridades encargadas de proteger la vida y la dignidad y, sin embargo, jamás como el más de medio siglo que se extendió desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hasta nuestros días, se han registrado tantas y tan atroces violaciones de las garantías fundamentales.

Una de las contradicciones desafiantes es cómo el bienintencionado discurso sobre los Derechos Humanos que producen los Estados y las instituciones internacionales tiene como escenario una desdichada realidad sobre todo respecto al derecho a la vida.

Esta dramática paradoja que contrasta entre la teoría y la práctica, entre los Derechos Humanos y la cotidianidad de la vida, deja en evidencia que no es posible que mediante la intervención de los aparatos internacionales y estatales, sean superadas las violaciones de los Derechos Humanos. Se requiere la participación activa de los pueblos, movimientos sociales, partidos políticos, las comunidades para que tenga lugar el cumplimiento de las promesas contenidas en las declaraciones y convenciones internacionales y regionales en materia de los Derechos Humanos. Es un tema que debe ser reivindicado por la sociedad civil.

El sindicato de naciones poderosas que conforman La Organización del Tratado del Atlántico Norte u OTAN, al igual que la ONU y la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como la Unión Europea (UE), entre otros organismos internacionales que avalan y apoyan el actual sistema mundial, son instituciones que a las decisiones sobre los crímenes y la destrucción les brindan soporte y "legitimidad democrática". El complejo militar-industrial utilizó su poder para modificar las instituciones según su propia conveniencia.

La OTAN quizá la más dañina tiene como función filtrar y adecuar las grandes opciones de carácter estratégicos que faciliten las orientaciones para el dominio del mundo, donde no hay reglas, todo es válido.

Debemos insistir en que un ser humano como realidad singular es el epicentro del universo. Por tanto, la idea de la dignidad humana es el núcleo de los Derechos Humanos. Los seres humanos no somos animales de rebaños sino que somos una especia en conciencia y libertad, y a pesar del carácter profano de las mujeres y los hombres, las personas son sagradas porque en ellas palpita la humanidad.

Las primeras palabras de la Declaración Universal, nos recuerda: "Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos". La realidad que ofrece el mundo en el respeto a los Derechos Humanos nos acusa de faltos de humanidad.

Mientras haya innumerables crímenes amañados con la impunidad, mientras la mayor parte del género humano viva en el hambre y en las injusticias para morir en el abandono y en la ignorancia, el documento que fue adoptado el 10 de diciembre de 1948 en París, continuará siendo letra hueca y vana.

El espectáculo que ofrece el mundo en su entorno al margen de los Derechos Humanos, sin duda, nos ancla en el pesimismo. Estamos apreciando guerras insólitas, guerras de contención contra aquellos que están luchando para gozar plenamente de sus Derechos Fundamentales.

La postura de los pueblos de Nuestraamérica contra la criminalidad imperialista es producto de todo un proceso histórico de agresión, desprecio, humillación, violación y pisoteo de los más elementales Derechos Humanos, llevado a cabo durante más de 200 años de opresión y de intervenciones armadas y disfrazadas de las sucesivas administraciones de EEUU contra este hemisferio.

Es la historia de siglos de intervenciones militares, invasiones abiertas, injerencias políticas y de violaciones a la soberanía nacional de nuestros pueblos por parte de un imperio que se fortaleció después de la I Guerra Mundial y emergió como superpotencia después de la II Guerra Mundial. Los antecedentes se remontan al siglo XIX. En 1823, James Monroe, elaboró una declaración basada en un "destino manifiesto" que invocaba su ambición política en las relaciones internacionales la "doctrina Monroe" la cual proclamó el sacrosanto principio de "América para los americanos" rechazando cualquier intervención europea en América, toda vez que nuestros espacios pasaron a convertirse en el patio trasero y en una zona geoestratégica de la política de seguridad estadounidense.

Alimentado por los mitos de ser el país elegido por Dios para logras la "búsqueda de la felicidad" proclamada en su Carta de Independencia, y tantos otros mitos imperialistas, comenzó en el siglo XIX con una voraz guerra de conquista que le permitió agrandar sus 13 colonias inglesas en un extenso territorio a través de guerras de saqueo, convenios truncados y anexiones

Más de la mitad del territorio mexicano sirvió para crear Texas, Nuevo México, California, etcétera; también obtuvo el botín de guerra de Puerto Rico y Filipinas, las compras de Alaska a la Rusia zarista y la de Luisiana a Francia, las truculentas anexiones de Florida y de Hawai, etc.; ha sido el ejemplo de un país edificado en base a saqueos, el genocidio de pueblos indígenas enteros y las adhesiones por las fuerzas más brutales. Es un territorio que no significa nada, pues al igual que su gentilicio no son de por sí nombres propios sino una generalidad continental que el imperialismo también se expropio.

El núcleo duro del imperio está constituido por un oligopolio de capitales que adoptan la forma corporativa para desde allí tomar las grandes decisiones del gobierno mundial desde el tejido de instituciones que le brindan "legitimidad democrática" como la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC), la OTAN, etcétera, cuya función es filtrar y adecuar las primordiales opciones de carácter estratégico que faciliten las orientaciones para el dominio de nuestra hermosa Tierra.

Ha generado una voracidad sin límites ni control por el poder y el dinero. Irradia el individualismo más exacerbado y mantiene un culto sobre la propiedad privada que lo convierte en el país más criminal del planeta y está llevando a la humanidad hacia el exterminio total.

De otro lado, las 7 bases militares en Colombia elevaron su total planetario a 872. El número "optimo" de grandes fortalezas y guarniciones para una potencia aspirante a dominar el planeta se mueve entre 35 y 40. Posee tres tipos de armas de destrucción masiva: armas nucleares, armas químicas y armas biológicas. Es el único país que ha usado armas nucleares, por ejemplo, están las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki bombardeadas indefensamente el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente.

También utilizó armas químicas en la Primera Guerra Mundial, en la Guerra de Vietnam y en la Guerra de Irak. Desarrolló en secreto la forma más antigua de la bomba atómica durante la década de 1940 bajo el título "Proyecto Manhattan". Es pionero tanto en el desarrollo de la bomba de fisión nuclear, así como la de hidrógeno. En 2010, el Pentágono reveló que el tamaño de su arsenal nuclear es de un total de 5.113 cabezas nucleares. El total de cabezas nucleares desplegadas están por el orden de las 10.000.

Con menos del 5% de la población mundial emite el 25% del dióxido de carbono, o sea, es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo. Ha generado una voracidad sin límites ni control por el poder y el dinero. Irradia el individualismo más exacerbado y mantiene un culto sobre la propiedad privada que lo convierte en el país más criminal del planeta y está llevando a la humanidad hacia el exterminio total.

El imperialismo representa la lógica binaria de civilización-barbarie que ha inspirado su racionalidad, así como la conclusión de toda forma de vida. Si no reaccionamos ante el inoculado miedo que nos niega a ser libres, es muy probable que no haya "Plan B" para la salvación del género humano.

Un aparte del preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, conmina a las naciones "a reafirmar su fe en los Derechos Humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y de las naciones grandes y pequeñas".

En fin, estas libertades enunciadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos serán siempre ilusorias en tanto exista el depredador y criminal capitalismo salvaje, generador de la maldad y el egoísmo.

Del conjunto de Derechos Humanos, existen una serie de ellos vinculados al trabajo y a los trabajadores y las trabajadoras conocidos como Derechos Humanos laborales, son los que se orientan a posibilitar condiciones mínimas de vida y de trabajo para todas las personas, así como la organización de los trabajadores y las trabajadoras para su defensa, reivindicación y participación sociopolítica.

La defensa de los Derechos Humanos laborales supondría una utopía si se entiende como una idea movilizadora de la conciencia humana; aquello por lo cual se debe luchar. No se trata de confrontar el ideal con la realidad de las violaciones para demostrar que no existe y que en consecuencia debería ser desechado. Se trata de exigir el ideal para cuestionar e interpelar la realidad exigiendo su transformación.

Los derechos civiles y políticos, así como los derechos económicos, sociales y culturales, constituyen una unidad indisoluble e interdependiente, inherente a toda persona, sin distinción por razones de sexo, edad, condición económica o adscripción étnica. El Estado en su condición de garante del cumplimiento de derechos y deberes fundamentales de las personas en todo el territorio nacional es responsable no sólo del reconocimiento y respeto de los derechos humanos, sino también de establecer las condiciones favorables para su cumplimiento, a través de la aprobación de leyes, implementación de políticas, programas y planes que aseguren su reconocimiento, promoción y vigilancia.

Hablar de la vigencia de los Derechos Humanos y la universalidad de su ejercicio, como se ha visto, implica necesariamente vincularla a las condiciones estructurales que en la actualidad determinan los marcos de acción de las personas individuales y los sujetos colectivos.

Por ello, es necesario reconocer que uno de los principales ejes sobre los cuales se basa la violación de los Derechos Humanos está referido al modelo económico y política neoliberal en boga. Que no es otra cosa que el desarrollo o crecimiento del hambre, la miseria, la podredumbre, exclusión y cuatro hojas más de etcétera.

Nuestra tesis acerca de los Derechos Humanos está en que su definición son ilusorias en tanto exista la propiedad privada de los medios de producción en manos del capitalismo salvaje, es decir, son inalcanzables mientras exista la explotación del hombre por el hombre.

No habrá libertad individual ni colectiva mientras ese individuo o ese colectivo esté sometido a las presiones económicas. Aunque la proclama universal de los Derechos Humanos es una conquista del género humano, en esta gran tarea la ilusión hacía una vida digna quedó truncada. Allí la función del lenguaje ha sido pervertida de tal manera, se ha hecho mentir de tal modo, a las palabras más verdaderas, que para dar a los pueblos la fe en los derechos del ser humano no bastarían las más bellas y las más solemnes declaraciones. Lo que se reclama a los Estados que la suscribieron es que las pongan en práctica, es que encuentren la manera de hacer respetar efectivamente los derechos del género humano. Sobre esto hay que insistir.

Pese a esta imagen trágica aparente del mundo, es una ruta que avanza incesantemente hacia una vida digna en la mayor suma de felicidad y de justicia social, y así es, ese es el devenir, el materialismo dialéctico, la sucesión de una vida llena de sin sabores por una vida humanizada, digna.

El género humano tras siglos de lucha revolucionaria, en los más hondos estratos de su conciencia está cobrando inusitada fuerza, está germinando la aurora de un proceso profundamente consciente, un parto maravilloso del pensamiento que vendrá a asegurar la oportunidad de luchar en mejores condiciones que nunca, con las únicas armas del intelecto, por una vida donde la mujer y el hombre sientan verdaderamente vivir a plenitud y en toda su dimensión humana.

Ni los verdugos, ni el capitalismo salvaje pueden ahogar el grito de las víctimas; razón de más para que el tribunal de la conciencia humana, asaltada por una vida desesperanzada, no se hagan oídos sordos y los pueblos se organicen cada vez mejor.

Acerca de los Derechos Humanos, la pretensión debe ser que todas y todos lleguen a tener conciencia de los derechos adquiridos, que se llegue a un estado intelectual de tal superación que, cuando uno solo de los derechos humanos sea conculcado, en ustedes mismo o en los demás, sienta la necesidad imperiosa de solidarizarse como si se tratará del peligro más decisivo para la supervivencia de la especie humana; como si faltará el aire o el agua, el sol o ese motivo esperanzador sin el que la vida se hace invivible, humillante, frustrante, como una pesada carga.

Se trata y deberá ser condición inexcusable de que el único temor que se sienta sea el sentirse acusados de no ser fieles a la llamada de procurar una vida a semejanza de la que resultaría de aplicar realmente el espíritu y la letra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este es el esfuerzo que todavía sigue quebrantado por el afán de lucro y las ansias de poder desde el alba de la historia de la humanidad.

Pues bien, en ese ínterin de luchas revolucionarias "empedradas de derrotas", violentas o pacíficas por los derechos del ser humano, en el ámbito del cristianismo las enseñanzas de Cristo, tal como aparecen en el evangelio, han tenido muy poco que ver con la ética de los cristianos, y en las llamadas edades de la fe, hubo la Inquisición con sus torturas; hubo muchas desdichadas mujeres quemadas en la hoguera por brujas; y toda clase de crueldades practicadas en toda clase de gente en nombre de la religión.

La libertad de conciencia, de culto, de imprenta y de opinión fueron execradas por el papa Gregorio XVI en 1832 llamándola "locura", "libertad de perdición", "pestilente error", "error execrable" y "mortífera plaga". Y al socialismo lo llamó Pio IX "funestísimo error".

Es necesario erradicar la violencia física, psicológica, estructural y cultural que ha azotado a la humanidad. Estamos en una espiral de violencia de todo tipo que ni el propio capitalismo salvaje sabe contener. Lo cual abre caminos para nuevos derechos en la mujer y el hombre, como por ejemplo, el derecho a la propia visión del mundo, al liberarse de la opresión del poder mediático, de la presión psicológica que ejercen los medios de comunicación social.

Todos los creyentes y no creyentes están unidos por la defensa de ese abanico antiguo y moderno de los Derechos Humanos, que son la base de toda felicidad social, política y económica, meta del género humano que desea tomar en serio eso que los antiguos llamaron el "bien común".

Pero esa titánica tarea ya no se puede hacer aisladamente, sino luchando unos y otros, creyente y no creyentes, conjuntamente. El apoyo mutuo es necesario para construir una nueva sociedad basada radicalmente en la defensa más estricta de los Derechos Humanos de ayer, y de los que hoy se van generando.

Si la maquinaria militar no mata, se oxida, por eso los países imperialistas y los gobiernos lacayos deben utilizarla. El presidente estadounidense, Donald Trump, una especie de mandatario planetario anda paseando el dedo por los mapas, a ver sobre qué país caerán las próximas bombas.

Trump no es exactamente el tipo de traductor que Dios elegiría, si tuviera algo que decirnos; y el peligro terrorista resulta cada vez menos convincente como coartada del terrorismo militar. ¿Y los Derechos Humanos? ¿Seguirán siendo pretextos útiles para quienes los hacen puré?

Hace casi un siglo que las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y no hay instrumento internacional más citado y elogiado que a la final se ha hecho hasta cómplice, pues, este Documento ha sido más que pisoteado.

A esta altura es evidente que a la Declaración le falta mucho más que lo que tiene. Por ejemplo, allí no figura el más elemental de los derechos, el derecho a respirar, que se ha hecho impracticable en este mundo donde los pájaros tosen. Ni figura el derecho a caminar, que ya ha pasado a la categoría de hazaña ahora que sólo quedan dos clases de peatones, los rápidos y los muertos. Y tampoco figura el derecho a la indignación, que es lo menos que la dignidad humana puede exigir cuando se la condena a ser indigna, ni el derecho a luchar por otro mundo posible cuando se ha hecho imposible el acceso al mundo tal cual es.

En los 30 artículos de la Declaración, la palabra libertad es la que más se repite. La libertad de trabajar, ganar un salario justo y fundar sindicatos, pongamos por caso, está garantizada en el artículo 23, pero son cada vez más los trabajadores que no tienen, hoy por hoy, ni siquiera la libertad de elegir la salsa con la que serán comidos. Los empleos duran menos que un suspiro, y el miedo obliga a callar y obedecer: salarios más bajos, horarios más largos, y a olvidarse de las vacaciones pagas, la jubilación y la asistencia social y demás derechos que todos tenemos, según aseguran están contemplados en los artículos 22, 24 y 25 de la Declaración.

Las instituciones financieras internacionales, del mundo contemporáneo, imponen la "flexibilidad laboral", eufemismo que designa el entierro de dos siglos de conquistas obreras. Y las grandes empresas multinacionales exigen acuerdos libres de sindicatos, en los países que entre sí compiten ofreciendo mano de obra más sumisa y barata. "Nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre en cualquier forma", advierte el artículo 4 de la Declaración.

No figura en la lista el Derecho Humano a disfrutar de los bienes naturales, tierra, agua, aire, y a defenderlos ante cualquier amenaza. Tampoco figura el suicida derecho al exterminio de la naturaleza, que por cierto ejercitan, y con entusiasmo, los países que se han comprado el planeta y lo están devorando. Los demás países pagan la cuenta. Los años noventa fueron bautizados por las Naciones Unidas con un nombre dictado por el humor negro: Década Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales. Nunca el mundo ha sufrido tantas calamidades, inundaciones, sequías, huracanes, clima enloquecido, en tan poco tiempo. ¿Desastres "naturales"? En un mundo que tiene la costumbre de condenar a las víctimas, la naturaleza tiene la culpa de los crímenes que contra ella se cometen.

"Todos tenemos derecho a transitar libremente", afirma el artículo 13. Entrar, es otra cosa. Las puertas de los países ricos se cierran en las narices de los millones de escapados que peregrinan del Sur al Norte, y del Este al Oeste, huyendo de los cultivos aniquilados, los ríos envenenados, los bosques arrasados, los precios arruinados, los salarios enanizados. Unos cuantos mueren en el intento, pero otros consiguen colarse por debajo de la puerta. Una vez adentro, en el paraíso prometido, ellos son los menos libres y los menos iguales.

Asimismo, cada vez es mayor la confusión sobre los "derechos" y la "discriminación". Esta última es intolerable en materia de edad, sexo, raza, religión, condición social. Una mujer no debería nunca perder su empleo por serlo, ni por convertirse en madre, ni tampoco cobrar menos que un hombre, lo cual, sin embargo, ocurre sin cesar. Un blanco o un negro no deberían tener prohibido el acceso a un trabajo por el color de su piel, o encontrarse con dificultades para alquilar una vivienda. A un anciano no debería impedírsele ir a la escuela o a la Universidad, si no pudo hacerlo antes o desea ampliar sus conocimientos, y así otras consideraciones por el mismo estilo.

Sin embargo: "Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos", dice el artículo 1 de la Declaración. Que nacen, puede ser; pero a los pocos minutos se hace el aparte. El artículo 28 igualmente establece que "todos tenemos derecho a un justo orden social e internacional". Las mismas Naciones Unidas nos informan, en sus estadísticas, que cuanto más progresa el progreso, menos justo resulta. El reparto de los panes y los peces es mucho más injusto en Estados Unidos o en Gran Bretaña que en Bangladesh o un país del tercer mundo. Y en el orden internacional, también los numeritos de las Naciones Unidas revelan que diez personas poseen más riqueza que toda la riqueza que producen 54 países sumados. Las dos terceras partes de la humanidad sobreviven con a duras penas, y la brecha entre los que tienen y los que necesitan se ha triplicado desde que se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Crece la desigualdad, y para salvaguardarla crecen los gastos militares. Obscenas fortunas alimentan la fiebre guerrera y promueven la invención de demonios destinados a justificarla. El artículo 11 de ese Documento advierte que "toda persona es inocente mientras no se pruebe lo contrario". Tal como marchan las cosas, de aquí a poco será culpable de terrorismo toda persona que no camine de rodillas, aunque se pruebe lo contrario.

La Declaración proclama, la realidad traiciona. "Nadie podrá suprimir ninguno de estos derechos", asegura el artículo 30, pero hay alguien que bien podría comentar: "¿No ve que puedo?". Alguien, o sea: el sistema universal de poder, siempre acompañado por el miedo que difunde y la resignación que impone.

Según el presidente Trump, por ejemplo los enemigos de la humanidad son Irak, Irán, Cuba, Nicaragua, Siria, Venezuela, etcétera, principales candidatos para sus próximos ejercicios de tiro al blanco. Se supone que él ha llegado a esa conclusión al cabo de profundas meditaciones, pero su certeza absoluta parece, por lo menos, digna de duda. Y el derecho a la duda es también un Derecho Humano, al fin y al cabo, aunque no lo mencione la Declaración de las Naciones Unidas.

"En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática", estable la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el artículo 29.

Luego las siguientes características están contempladas en la Declaración:

  • Universales. Los derechos que incluye la Declaración Universal de los Derechos Humanos pertenecen a todos los seres humanos por el mero hecho de serlo.

  • Inalienables. No se pueden enajenar, nadie puede ser despojado de ellos.

  • Irrenunciables. No se puede renunciar a ellos, aunque sea por propia voluntad, y por lo tanto son también intransferibles, nadie más que el propio titular puede valerse de ellos. Imprescriptibles. Son para toda la vida, no tienen fecha de caducidad por ningún motivo.

  • Indivisibles. Ningún derecho puede disfrutarse a costa de otro derecho, no puede prescindirse de ninguno.

Pese a estos enunciados el mundo enfrenta otra realidad. Las personas no pueden mejorar sus derechos económicos, sociales y culturales sin espacio y libertad política. Y por otro lado, las libertades políticas, si no se acompañan de un desarrollo económico y social sustentable, no siempre benefician en la práctica a los más necesitados.

Asimismo, para que haya respeto hacia los Derechos Humano debe existir como camino la paz para alcanzar la justicia, es así que la cultura de la paz es el marco imprescindible para que se desarrollen los derechos fundamentales de la especie humana. El derecho a vivir en un mundo libre de agresiones y violencia, en el que se respeten los Derechos Humanos, sólo se puede materializar en una cultura que promueva la paz. De ahí que la Organización de las Naciones Unidas emitió una Declaración sobre una Cultura de Paz, en fecha 13 de septiembre de 1999, a saber:

La Asamblea General,

Recordando la Carta de las Naciones Unidas, incluidos los propósitos y principios enunciados en ella,

Recordando también que en la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se declara que "puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz",

Recordando además la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros instrumentos internacionales pertinentes del sistema de las Naciones Unidas,

Reconociendo que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos,

Reconociendo también que el final de la guerra fría ha ampliado las posibilidades de reforzar una cultura de paz,

Expresando profunda preocupación por la persistencia y la proliferación de la violencia y los conflictos en diversas partes del mundo,

Reconociendo la necesidad de eliminar todas las formas de discriminación e intolerancia, incluidas las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la propiedad, las discapacidades, el nacimiento u otra condición,

Recordando su resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en que proclamó el año 2000 "Año Internacional de la Cultura de la Paz", y su resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en que proclamó el período 2001-2010 "Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo",

Reconociendo la importante función que sigue desempeñando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en la promoción de una cultura de paz,

Proclama solemnemente la presente Declaración sobre una Cultura de Paz con el fin de que los Gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil puedan orientar sus actividades por sus disposiciones a fin de promover y fortalecer una cultura de paz en el nuevo milenio:

Artículo 1

Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en:

a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación;

b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional;

c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales;

d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos;

e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presentes y futuras;

f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo;

g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres;

h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información;

i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.

Artículo 2

El progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones.

Artículo 3

El desarrollo pleno de una cultura de paz está integralmente vinculado a:

a) La promoción del arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuo y la cooperación internacional;

b) El cumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional;

c) La promoción de la democracia, el desarrollo de los derechos humanos y las libertades fundamentales y el respeto y cumplimiento universales de éstos;

d) La posibilidad de que todas las personas a todos los niveles desarrollen aptitudes para el diálogo, la negociación, la formación de consenso y la solución pacífica de controversias;

e) El fortalecimiento de las instituciones democráticas y la garantía de la participación plena en el proceso del desarrollo;

f) La erradicación de la pobreza y el analfabetismo y la reducción de las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas;

g) La promoción del desarrollo económico y social sostenible;

h) La eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer promoviendo su autonomía y una representación equitativa en todos los niveles de la adopción de decisiones;

i) El respeto, la promoción y la protección de los derechos del niño;

j) La garantía de la libre circulación de información en todos los niveles y la promoción del acceso a ella;

k) El aumento de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los asuntos públicos;

l) La eliminación de todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia conexas;

m) La promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad entre todas las civilizaciones, los pueblos y las culturas, incluso hacia las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas;

n) El respeto pleno del derecho a la libre determinación de todos los pueblos, incluidos los que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupación extranjera, como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y expresado en los Pactos internacionales de derechos humanos, así como en la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales contenida en la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de diciembre de 1960.

Artículo 4

La educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una cultura de paz. En ese contexto, es de particular importancia la educación en la esfera de los derechos humanos.

Artículo 5

Los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz.

Artículo 6

La sociedad civil ha de comprometerse plenamente en el desarrollo total de una cultura de paz.

Artículo 7

El papel informativo y educativo de los medios de difusión contribuye a promover una cultura de paz.

Artículo 8

Desempeñan una función clave en la promoción de una cultura de paz los padres, los maestros, los políticos, los periodistas, los órganos y grupos religiosos, los intelectuales, quienes realizan actividades científicas, filosóficas, creativas y artísticas, los trabajadores sanitarios y de actividades humanitarias, los trabajadores sociales, quienes ejercen funciones directivas en diversos niveles, así como las organizaciones no gubernamentales.

Artículo 9

Las Naciones Unidas deberían seguir desempeñando una función crítica en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz en todo el mundo.

Del mismo modo, con motivo del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948-1998), el entonces próximo año 2000 fue proclamado por las Naciones Unidas "Año Internacional de la cultura de paz", y el período 2001-2010 "Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo".

Entre los actos programados para el año 2000, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, abreviado internacionalmente como Unesco promovió el "Manifiesto 2000, por una cultura de paz y no violencia" (elaborado por un grupo de Premios Nobel de la Paz) con el objetivo de que el mayor número de personas de todo el mundo se adhiriera a él.

Entre los primeros firmantes del manifiesto figuraron Norman Borlaug, Adolfo Pérez Esquivel, el Dalai Lama, Mikhail Gorbachev, Mairead Maguire, Nelson Mandela, Rigoberta Menchú, Shimón Peres, José Ramos Horta, Joseph Roblat, Desmond Tutú, David Trimble, Elie Wiesel, Carlos Felipo Ximenes Belo, entre otros.

Esta iniciativa coincidió y apoyó la aprobación por parte de las Naciones Unidas de la "Declaración sobre una cultura de paz" y el "Programa de acción sobre una cultura de paz" (13 de septiembre de 1999)

El Manifiesto 2000 por una cultura de paz y no violencia, señala:

Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a: respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios; practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes; compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica; defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo; promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta; contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.

"La paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos." Reza la Declaración sobre una cultura de paz. Naciones Unidas.

Parte III

La ONU establece los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

¿Qué son los Derechos Humanos?

Los Derechos Humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos Derechos Humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.

Los Derechos Humanos Universales están a menudo contemplados en la Ley y garantizados por ella, a través de los tratados, el derecho internacional consuetudinario, los principios generales y otras fuentes del derecho internacional. El derecho internacional de los Derechos Humanos establece las obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o de abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y proteger los Derechos Humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.

Universales e inalienables

El principio de la universalidad de los Derechos Humanos es la piedra angular del derecho internacional de los Derechos Humanos. Este principio, tal como se destaca inicialmente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se ha reiterado en numerosos convenios, declaraciones y resoluciones internacionales de Derechos Humanos. En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena en 1993, por ejemplo, se dispuso que todos los Estados tuvieran el deber, independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.

Los Derechos Humanos son inalienables. No deben suprimirse, salvo en determinadas situaciones y según las debidas garantías procesales. Por ejemplo, se puede restringir el derecho a la libertad si un tribunal de justicia dictamina que una persona es culpable de haber cometido un delito.

Interdependientes e indivisibles

Todos los Derechos Humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.

Iguales y no discriminatorios

La no discriminación es un principio transversal en el derecho internacional de derechos humanos. Está presente en todos los principales tratados de Derechos Humanos y constituye el tema central de algunas convenciones internacionales como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

El principio se aplica a toda persona en relación con todos los Derechos Humanos y las libertades, y prohíbe la discriminación sobre la base de una lista no exhaustiva de categorías tales como sexo, raza, color, y así sucesivamente. El principio de la no discriminación se complementa con el principio de igualdad, como lo estipula el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".

Derechos y obligaciones

Los Derechos Humanos incluyen tanto derechos como obligaciones. Los Estados asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de respetar, proteger y realizar los Derechos Humanos. La obligación de respetarlos significa que los Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute de los Derechos Humanos, o de limitarlos. La obligación de protegerlos exige que los Estados impidan los abusos de los Derechos Humanos contra individuos y grupos. La obligación de realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar el disfrute de los Derechos Humanos. En el plano individual, así como debemos hacer respetar nuestros Derechos Humanos, también debemos respetar los Derechos Humanos de los demás.

Luego, una de las paradojas más desafiantes de nuestro tiempo es la contradicción observable entre el bienintencionado discurso sobre los Derechos Humanos que producen los organismos internacionales y los Estados que conforman al planeta y la escalofriante realidad de las libertades ciudadanas que prevalecen en las naciones.

Nunca antes han –repetimos-- coexistido tantas normas, instituciones y autoridades encargadas de proteger la dignidad humana a lo largo y ancho de nuestro mundo, pero, al mismo tiempo nunca antes durante casi el siglo que se extiende desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 hasta las postrimería del siglo XX y luego en el nuevo milenio o siglo XXI se han registrado tantas y tan atroces violaciones de las garantías fundamentales para de agentes estatales, subversivos o delincuentes organizados.

Está a la orden del día que mientras se pueda violar impunemente uno solo de los derechos de uno solo de las mujeres o de los hombres, la Declaración Universal proclamada por la ONU nos acusará a todas y todos de cobardía, de negligencia, complicidad, de apáticos e inertes; nos recordará que estamos falto de humanismo y solidaridad.

Ahí está el espectáculo criminal de una amplia mayoría de mujeres y hombres viviendo en el hambre y en la injusticia más cruel, gente que a diario muere en la miseria y en la ignorancia de sus derechos fundamentales, es decir, mientras no sea superada esta cruda realidad el documento que fue adoptado en París continuará presentándose ante la humanidad como un objetivo todavía lejano, sin su real y objetiva aplicación.

No es una exageración admitir que el espectáculo que ofrece el mundo nos ancla en el pesimismo, por lo que el reto de los pueblos para contener esta azarosa criminalidad es ineludible si es que desean una vida digna y libertades y al mismo tiempo gozar plenamente el disfrute de los Derechos Humanos. Las posibilidades para esos objetivos son reales y son absolutamente alcanzables.

La máxima de Tucídides, asienta: "los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren como es menester"; esto tiene un importante corolario: todo Estado poderoso –imperialista—descansa en especialistas en apologética, cuya tarea es mostrar que lo que hacen los fuertes es noble y justo y lo que sufre los humildes es su culpa. En el Occidente a estos especialistas se les llama intelectuales y cumplen su tarea asignada con destreza y una suerte de postura que denota superioridad moral, a pesar de la incongruencia de sus inventivas intelectuales.

Desde nuestra óptica el crimen de los pueblos del tercer mundo de NuestraAmérica sin suprimir la inclusión de otros países que sufren tanto como los pueblos nuestros, es haber lograr desafiar políticas estadounidenses que databan de la década de 1820, cuando la doctrina Monroe declaró la intención de dominar el hemisferio occidental sin tolerar interferencia alguna de afuera ni de adentro.

 

Parte IV

Primeros escenarios en este dislocado mundo

El agua contaminada se cobra al año 12 millones de vidas, mientras que la contaminación del aire provoca casi 3 millones de muertes cada año. Estos escenarios además de criminales contradicen la Carta sobre los Derechos Humanos.

La mundialización ha agravado las desigualdades en los ingresos y ha intensificado la degradación del medio ambiente en el planeta. Así lo señala un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el estado de la población en el mundo, que desmenuza los impactos ambientales que ocasiona la superpoblación.

El informe señala que, en el peor de los escenarios, la población mundial podría alcanzar los 10.900 millones de habitantes en el 2050 --ahora hay más o menos 7 mil millones de personas-- si no se toman medidas para frenar aún más el aumento demográfico. Para lograr este objetivo, es fundamental asegurar el derecho a la educación y a la sanidad (incluida la salud reproductiva de las mujeres) y combatir la pobreza, que afecta a 1.200 millones de personas que viven con menos de un dólar al día.

Pobres y ricos contribuyen de manera distinta a intensificar los impactos ambientales del planeta. En los países industrializados, los patrones de consumo insostenibles tienen como secuela la contaminación, los residuos y el derroche. Por su parte, el proceso de mundialización ha llevado a muchos países en desarrollo a intensificar la explotación de recursos naturales, e incluso, dilapidarlos en su deseo de integración económica mundial. Talas a gran escala, uso desmesurado de productos químicos en la agricultura, explotación excesiva de suelos con cultivos para la exportación o agotamiento de las reservas subterráneas de agua son algunas de las consecuencias ecológicas de este cóctel de pobreza y sobrepoblación.

Riqueza y pobreza son, pues, los dos extremos que se tocan. El 20% de la población, concentrada en los países más ricos, consume el 86% de los recursos disponibles. Un niño que nazca hoy en un país industrializado consumirá y contaminará tanto como entre 30 y 50 niños del Tercer Mundo.

En el otro extremo, la mitad de la población subsiste con menos de dos dólares diarios.

Entre los 4.400 millones de personas que viven en países en vías de desarrollo, un 60% carece de servicios sanitarios básicos, un tercio no tiene acceso a agua potable y un cuarto no tiene vivienda adecuada.

El agua, el suelo y el aire sufren la presión demográfica. Unos 1.100 millones de personas carecen de agua potable en el mundo, lo que supone --y éste es el reverso de la moneda-- que la contaminación de los caudales se cobra 12 millones de vidas anualmente. La necesidad de satisfacer la demanda de los 77 millones de personas que se agregan cada año a la población mundial requiere disponer adicionalmente de una cantidad de agua igual al caudal de un río de esos famosos. La consecuencia es el empleo de medios insostenibles para satisfacer las necesidades, hasta el punto de que los acuíferos locales en ciudades de China y Asia meridional están descendiendo a razón de un metro por año.

En muchos países, el crecimiento demográfico ha sido superior a la producción alimentaria, con lo que unos 800 millones de personas están crónicamente desnutridas, añade un informe del Fondo Mundial para la Población de la ONU. Sobreponerse a esto significa una presión excesiva sobre nuevos terrenos de cultivos en zonas marginales o condenadas a la desertificación. Por su parte, la contaminación de aire en el interior de las viviendas --hollín, estiércol, carbón-- se cobra cada año 2,2 millones de vidas, mientras que la polución atmosférica causa otro medio millón de muertes.

La ONU cree que el fenómeno deteriora las libertades humanas –entiéndase Derechos Humanos-- y reduce las opciones. La crisis amenaza con revertir los avances conseguidos durante generaciones. Unos 2.600 millones de personas se enfrentan a un futuro con pocas oportunidades

El Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD) identificó al cambio climático como la mayor amenaza para el desarrollo humano, y consideró ese fenómeno como el elemento que minará los esfuerzos internacionales para combatir la pobreza.

El PNUD dio a conocer simultáneamente en Nueva York y Brasilia en el pasado un informe mundial sobre el desarrollo humano para 2007-2008, en el que se analiza la situación de 177 países y se evalúan las expectativas de vida, la educación, la alfabetización, además de los ingresos y el producto interior bruto. En esta ocasión, además, los expertos han introducido un nuevo aspecto en el informe, titulado "Luchando contra el cambio climático: la solidaridad humana en un mundo dividido", en el que se estudia el impacto que el cambio climático tiene sobre el desarrollo humano.

El otrora secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló en el documento que éste aparece cuando por fin el cambio climático empieza "a recibir la atención que se merece" y lo considera como "un poderoso recordatorio" de que ese fenómeno amenaza "una doble catástrofe, con tempranos reveses para el desarrollo humano de los más pobres, seguido de peligros a largo plazo para la humanidad".

Los expertos elaboraron el documento con datos de 2005 y en el mismo se identifica a Islandia, Noruega, Australia, Canadá, Irlanda, Suecia, Suiza, Japón, Holanda, Francia, Finlandia, Estados Unidos, España, Dinamarca y Austria como los 15 países del mundo con mayor desarrollo humano.

En el análisis de los 177 países se hizo tres divisiones en función del mayor desarrollo humano, medio y más bajo.

Así, en la primera categoría, además de esos 15 países desarrollados, el primer latinoamericano en aparecer es Argentina, seguido de Chile, Uruguay, Costa Rica, Cuba, México, Panamá y Brasil, y en la intermedia están Venezuela, Colombia, República Dominicana, Perú, Ecuador, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Bolivia y Guatemala. Los peor clasificados son Níger, Guinea Bissau, Burkina Faso y Sierra Leona.

"Los 20 países que están en los primeros puestos del Informe tuvieron en 2004 más emisiones de CO2 que todos los que se sitúan en la parte media y baja de la tabla, mientras que China y la India son las dos naciones en desarrollo que más contaminaron entre los países de su rango", indicaron los expertos.

Sin embargo el record está en Estados Unidos que en ese mismo año realizó tantas emisiones contaminantes de dióxido de carbono como China y la India juntas.

Los expertos señalan también que el cambio climático es una crisis de "implacable urgencia que vincula el presente con el futuro", pero que "aún se puede detener", al tiempo que calculan que se dispone "de 10 años para cambiar su rumbo".

"El cambio climático es el problema que determina el desarrollo humano en nuestra generación", afirman los autores del documento, que consideran que ese fenómeno "erosiona las libertades humanas y reduce las opciones".

Agregan también que el cambio climático está frenando la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), fijados hace siete años y que pretenden llegar a 2050 habiendo reducido la pobreza a la mitad.

"Mirando hacia el futuro, el cambio climático amenaza con paralizar y revertir los avances conseguidos durante generaciones, no solo en cuanto a reducir la pobreza extrema, sino también en salud, nutrición, educación y otros ámbitos", agrega la ONU.

Asimismo, vaticinan que el fracaso en afrontar ese fenómeno hará que el 40% de la población mundial más pobre, es decir 2.600 millones de personas, tenga un futuro con pocas oportunidades, además aumentará las desigualdades y socavará el desarrollo.

"En el mundo de hoy, son los pobres los que llevan el peso del cambio climático", subrayan los expertos, que advierten de que "los altos niveles de pobreza y el bajo desarrollo limitan la capacidad de los hogares pobres de administrar los riesgos climáticos".

También han identificado los mecanismos claves de transmisión a través de los cuales el cambio climático puede paralizar y revertir el desarrollo humano, como la producción agrícola y la seguridad alimentaria, el estrés por falta de agua, el aumento del nivel del mar y la exposición a los fenómenos meteorológicos, los ecosistemas y la biodiversidad, y la salud humana.

Por otra parte, 5 millones de niños mueren de hambre cada año. El informe anual de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advierte que en el mundo hay cerca de mil millones de personas malnutridas. Además, el fantasma de la inanición supone un riesgo muy real para tres de cada cuatro seres humanos. La paradoja se produce cuando -- en el mismo momento y en el mismo planeta-- una cuarta parte de la humanidad no sabe muy bien cómo gestionar su dificultad.

En el planeta mueren cada día alrededor de 24.000 personas por su causa del hambre.

Los recursos de tres planetas Tierra serían necesarios para mantener el actual nivel de vida. El ritmo de consumo ha crecido un 70% en 40 años, según un estudio ecológico. ¿Es el mundo suficientemente grande para todos nosotros? Y lo que es más grave, ¿puede ofrecernos los recursos que nuestro modo de vida consumista requiere? Para saber hasta qué punto estamos explotando el Planeta un par de ecologistas canadienses llamados William Rees y Mathis Wackernagel acuñaron en 1996 el concepto de "huella ecológica".

El término define el área de territorio productivo necesario para ofrecer los recursos utilizados y asimilar los residuos producidos por una población definida con un modo de vida determinado". El cálculo de la huella es el siguiente. Se divide el número de hectáreas productivas de una zona por la producción que ofrece y se le resta el consumo de sus habitantes. Así se sabe si los habitantes de un territorio tienen bastante con sus recursos. Como es imaginable, cada occidental necesita para vivir muchas más hectáreas que el resto de seres humanos.

La media es de 1,8 hectáreas por habitante del Planeta, aunque para un súbdito de los Emiratos Árabes son necesarias 9,9. Un estadounidense vive con 9,6 mientras que un europeo necesita 6.

En el otro parte del mundo están Bangladesh, con 0, 6, y Afganistán, cuyos habitantes deben vivir con lo que producen 0, 3 hectáreas.

Pero si sumamos todo lo que consumimos resulta que a día de hoy necesitamos un planeta un 20% más grande.

La explotación de recursos es absolutamente desigual. Con sólo el 7% de la población mundial, la Unión Europea gasta el 17% de los recursos planetarios disponibles. Su huella ecológica es 2.2 veces más grande que la capacidad la capacidad biológica de su territorio. Además, este consumo ha crecido hasta un 70% desde 1961.

Los cálculos no dejan ninguna duda: vivimos a un ritmo que necesita de tres planetas para perpetuarse.

Si toda la población mundial tuviera el nivel de vida de un español medio, serían necesarios tres planetas como la Tierra para conseguir un equilibrio sostenible entre consumo y regeneración ecológica.

En el caso de que el nivel de vida a alcanzar fuera el de un ciudadano estadounidense, el número de planetas necesarios sería de cinco, mientras que la producción de la Tierra podría reducirse a la mitad si la población global viviera como un ciudadano indio.

Los datos que ha aportado la organización británica independiente New Economics Foundation, reflejan la capacidad del planeta para sustentar la vida que en él se desarrolla y ponen de manifiesto que la Tierra tiene un límite ecológico al año para generar productos y absorber contaminación.

El estudio explica que un español genera en los siete primeros días del año tantas emisiones de CO2 como un ciudadano de Tanzania en los doce meses siguientes.

La organización medioambiental estadounidense Global Footprint Network analiza la situación global para determinar la huella ecológica que la humanidad deja cada año, y aportando las cifras que determinan dónde están los límites de la naturaleza.

Las cantidades consumidas de pescado, carne, cereales y vegetales se transforman en superficie de terreno que es necesario para generarlas y se contabiliza, entre otros, el consumo energético y las emisiones de CO2 para obtener el área de producción que corresponde a cada ciudadano del mundo.

Los últimos datos de Global Footprint Network señalan que corresponden casi dos hectáreas por persona, pero sólo en España cada ciudadano consume la producción de unas seis hectáreas de terreno aproximadamente.

Según explican la humanidad ha vivido durante siglos en equilibrio hasta que, hace aproximadamente tres décadas, empezamos a consumir y a vivir a crédito, llevando nuestro saldo a un punto cada vez más extremo. La organización alerta: la cuenta ecológica del planeta ha entrado en números rojos.

La demanda actual de recursos naturales excede en un 30% la capacidad de regeneración de la Tierra. Si no se frena esta demanda, la humanidad precisará de tres planetas en el futuro nada lejano del 2030 para poder mantener el actual estilo de vida imperante en la sociedad. Así lo indica el Informe Planeta Vivo 2008, elaborado por la organización WWF/ Adena en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres y la Red de la Huella Global, tras constatar que ya se ha perdido casi la tercera parte de la riqueza biológica en poco más de un cuarto de siglo.

El informe equipara la crisis económica mundial actual con la situación ecológica del planeta. "La actual crisis económica no es más que un serio recordatorio de las consecuencias de vivir más allá de los recursos disponibles. Pero esta recesión financiera no es nada en comparación con el desplome de los créditos ecológicos que se avecina". Y siguiendo con la comparación con la crisis financiera actual, el estudio señala que más de las tres cuartas partes de la población mundial vive actualmente en países que son "deudores ecológico", pues el consumo nacional ha superado a su capacidad biológica de regeneración.

El informe, que se elabora cada dos años desde 1998, señala que el Índice Planeta Vivo (IPV) --indicador que utiliza las poblaciones de especies animales para evaluar el estado de la naturaleza-- ha descendido casi un 30% desde 1970, es decir, que se han reducido en esa proporción unas 5.000 poblaciones de 1.686 especies. El informe del 2006 mostraba una disminución del IPV de menos del 25% para el periodo 1970-2003.

Estas pérdidas se deben a la deforestación y a la reconversión de tierras en los trópicos, pero también a factores como la polución, la sobrepesca y el impacto de diques y del cambio climático.

El estudio también mide la "huella ecológica de la humanidad", un indicador que estima la cantidad de recursos naturales necesarios para sostener el nivel de consumo de una sociedad y asimilar sus desechos. Los países con mayor huella ecológica son Estados Unidos y China, ya que cada uno de ellos utiliza cerca del 21% de la biocapacidad del planeta. España ocupa la posición número duodécima a escala mundial y tiene un déficit ecológico del 338%, lo que significa que necesitaría casi 3,5 países más para mantener sus actual demanda.

Entre tanto, la FAO cifra en 840 millones las personas malnutridas del planeta, 11 millones de ellas en países industrializados. La lucha para la reducción del hambre en el mundo está prácticamente estancada, según admite la FAO en su informe sobre la inseguridad alimentaria en el mundo. El informe, que se publica coincidiendo con el día mundial de la Alimentación, precisa que millones de personas, entre ellas seis millones de niños menores de cinco años, mueren cada año a causa del hambre en el planeta. Esta realidad palpable día a día se acrecienta dejando en evidencia el desprecio sobre el menú de los Derechos Humanos de los pueblos. La FAO calcula que entre 1998 y 2000 las personas malnutridas rondaban los 840 millones.

El informe pone de relieve que los conflictos que vive el mundo constituyen una de las causas más comunes de inseguridad alimentaria, pero esta relación de causa-efecto también se puede invertir, de modo que la inseguridad alimentaria provoca o agrava un conflicto, especialmente si se combina con otros problemas y tensiones.

Los conflictos armados impiden a menudo que los agricultores puedan producir alimentos y cortan las cadenas de distribución al perturbar los sistemas de transporte, el comercio y los mercados.

"El precio que pagamos por la falta de progreso es muy grande --advierte el otrora director general de la organización, Jacques Diouf, en el prólogo al informe--. Las personas hambrientas son las primeras que lo pagan y muy dolorosamente, pero también lo están pagando las comunidades donde viven, sus países y la aldea global en la que todos vivimos." "Para alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación -añade- es necesario que el número de personas hambrientas disminuya en 24 millones cada año", metas que hasta el presente han sido ilusorias.

Cada año, el hambre crónica y la malnutrición exterminan a millones de personas, dice el informe. Esta "inanición oculta" frena su desarrollo, socava sus fuerzas y paraliza su sistema inmunitario. Donde el hambre es frecuente la tasa de mortalidad de los recién nacidos y de los niños menores de cinco años es muy alta y la expectativa de vida, reducida. "En los países donde la situación es más trágica, un recién nacido tiene una expectativa de vida sana de apenas 38 años, comparados con los más de 70 años de las 24 naciones más ricas. Uno de cada siete niños nacido en los países pobres donde el hambre es difusa morirá antes de cumplir cinco años."

Nuevas cifras magnifican el sufrimiento de los pueblos

El número de personas que pueden morir de hambre aumentó en 11 millones en 2017. Unos 124 millones de personas en 51 países pasaron tanta hambre que su vida y sus medios de subsistencia se vieron amenazados.

Es la conclusión del "Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2018" elaborado por varias agencias de la ONU y organismos especializados.

El 60% de las personas con problemas para abastecerse de comida y necesitadas de ayuda urgente, casi 74 millones, se encontraban en 18 países en conflicto o inseguros, según el informe. La mitad de ellos estaban en África, en países como Sudán del Sur o Nigeria. Aunque Yemen vive la mayor crisis alimentaria mundial con 17 millones de personas que necesitan ayuda urgente.

"Debemos reconocer y abordar el vínculo entre el hambre y los conflictos si queremos alcanzar el hambre cero. Invertir en seguridad alimentaria y medios de subsistencia en situaciones de conflicto salva vidas, fortalece la resiliencia y puede contribuir también al mantenimiento de la paz", dijo el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.

Los desastres naturales, especialmente las sequías, provocaron crisis alimentarias que afectaron a 39 millones de personas en veintitrés países. De ellas, casi dos tercios, 32 millones, estaban en África.

El hambre crece

El anterior "Informe Global", publicado en 2017, cifró en 108 millones las personas que pasaban hambre. Este año, esa cifra ha subido en 11 millones de personas.

El aumento viene motivado por la represión contra los rohinyá en Myanmar, que ha provocado la huida de más de 650.000 personas hacia Bangladesh; el conflicto con Boko Haram en el noreste de Nigeria; la violencia en la República Democrática del Congo y el conflicto en Sudán del Sur y Yemen.

En el caso de Sudán del Sur, la ONU declaró la hambruna durante un par de meses a comienzos de 2017, pero la asistencia humanitaria evitó un deterioro mayor de la situación.

"Las necesidades humanitarias siguen siendo excepcionalmente altas" en Nigeria, Sudán del Sur, Somalia y Yemen que suman 32 millones de personas sin alimentos, casi una cuarta parte del total mundial.

Desnutrición

Todas estas personas se encuentran en nivel tres o superior de los cinco que componen la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), que trata de medir los problemas que tienen las personas para acceder a comida y en el que el nivel máximo es el de hambruna.

Población en nivel tres o superior de los cinco que componen la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria, que trata de medir los problemas que tienen las personas para acceder a comida y en el que el nivel máximo es el de hambruna. Fuente: Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2018

En 2017 más niños y mujeres necesitaron suplementos nutricionales, en comparación con el año anterior. Sobre todo, en zonas de conflicto.

La desnutrición crónica (cuando no se ingieren nutrientes suficientes para llevar una vida normal) se sitúa en el 8%, tres puestos por encima del objetivo internacional del 5% para 2025. Pero esta cifra es muy superior en las zonas de conflicto: Sudán del Sur (23%), la región de Lago en Chad (18%) y el noreste de Nigeria (entre el 10 y el 16%).

Previsiones para 2018

Para 2018, el mapa de los conflictos seguirá siendo el mapa del hambre. Quedarán marcados Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, el noreste de Nigeria y la región del Lago Chad, Sudán del Sur, Siria y Yemen, así como Libia y el Sahel central, particularmente Malí y Níger.

Yemen seguirá siendo el país con la mayor crisis alimentaria, que puede empeorar porque las organizaciones humanitarias tienen acceso restringido y hay brotes de enfermedades como el cólera y la difteria.

La sequía afectará a Somalia, el sureste de Etiopía y el este de Kenia, así como África occidental y el Sahel.

La solución: la paz

El director del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, pidió al mundo que se una para evitar crisis que a menudo ocurren delante de nuestros ojos. "Si reunimos la voluntad política y la tecnología actual podemos lograr un mundo más pacífico, más estable donde el hambre sea cosa del pasado", aseguró.

António Guterres, secretario general de la ONU, pidió "acciones" para "atender las necesidades de los que se enfrentan a diario al flagelo del hambre y atajar las causas de raíz".

Insistir sobre la permanente y constante violación de los Derechos Humanos es una realidad que no arroja dudas en este mundo tan mal gestionado lo cual incluye el amenazante calentamiento global que eventualmente sería decisorio contra toda forma de vida en nuestra Madre Tierra.

Sin embargo, el poder mediático que es el arma predilecta del criminal capitalismo ha buscado ansiosamente satanizar a Venezuela imputándole toda clase de infamia al tiempo que ocultan la verdadera historia de cómo la humanidad viene lanzando berrinches desde la segunda guerra mundial.

Como hemos vista ya la ONU proclamó hace 70 años la Declaración Universal de Derechos Humanos, y al quedar promulgada el otrora director de la Unesco, Jaime Torres Boder, dijo que "mientras se pueda violar impunemente uno solo de los derechos de uno solo de los hombres, la Declaración de las Naciones Unidas nos acusará a todos de cobardía…", y más adelante afirmó que "el espectáculo que ofrece el mundo en torno nos permite considerarlas sin ninguna limitación, en el pesimismo. Dos tercio de la humanidad viven en el hambre y mueren en la miseria; un cierto número de guerras consideradas, no sin cierta hipocresía por parte de todos, como locales o localizadas, se nos presentan cada día con unas características más pronunciadas de guerras de contención contra aquellos que aspiran a gozar plenamente de sus derechos humanos…", luego estos escenarios se han intensificados irradiando más podredumbre y guerras.

El alerta es mundial

Ciertamente, aunque disperso, por ahí pululan informes de diferentes instituciones mundiales alertando casi a diario sobre las amenazas que se ciernen en perjuicio de la humanidad que al parecer tienen muy poco eco. Por ejemplo, uno de estos últimos da cuenta de lo siguiente, a saber:

El calentamiento global afectará dramáticamente a la agricultura y se cebará especialmente con la producción cerealística. El porqué se halla en unos pequeños seres del mundo animal.

Un grupo de científicos de la Universidad de Washington ha advertido en un estudio que el cambio climático afectará dramáticamente a la agricultura y podría causar hambrunas, informa Eurek Alert. Su investigación ha sido publicada, en fecha 31 de agosto de 2018, en la revista Science.

La investigación sugiere que, con el aumento de las temperaturas no solo se harán más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones, sino que también se observará un cambio en el mundo animal que perjudicará la producción de alimentos.

En concreto, aumentarán los insectos hambrientos. El equipo ha calculado que cada grado Celsius más en la temperatura del planeta elevará las pérdidas en la producción global de arroz, maíz y trigo en un 10-25 %. El aumento de dos grados Celsius acarreará la pérdida anual de más de 200 toneladas de esos cereales, y esto teniendo en cuenta el constante aumento de la población de la Tierra.

Nadie se salva en esta barbarie

"Esperamos un incremento de las pérdidas de cultivos debido a la actividad de los insectos por dos razones básicas", comentó el coautor principal del trabajo, Curtis Deutsch: "en primer lugar, las temperaturas más altas harán crecer tasas metabólicas de los insectos de forma exponencial". "En segundo lugar, a excepción de los trópicos, las crecientes temperaturas aumentarán las tasas de reproducción de los insectos. Tendremos más insectos que comerán más", abundó.

En 2016, un informe de la ONU estimó que al menos 815 millones de personas no disponen de suficiente comida, mientras el maíz, el arroz y el trigo son cultivos básicos para unos 4.000 millones de personas. Además, estos cereales representan alrededor de dos tercios de la ingesta alimenticia de a nivel mundial, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Otras estadísticas sobre la vulnerabilidad de la mujer

Más de medio millón de mujeres mueren cada año por problemas relacionados con el embarazo. De los 920 millones de analfabetos que hay en el mundo, 600 millones son mujeres. Si trabajan fuera de casa, su salario --para igual trabajo y responsabilidad-- es entre un 73% y un 77% de los hombres. Y por si todo esto no bastara, una de cada tres mujeres en el mundo es o ha sido víctima de sevicias físicas o sexuales en algún momento a lo largo de su vida.

Este panorama desolador está recogido en el informe sobre el estado de la población mundial 2005 elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA) y fue presentado simultáneamente en Nueva York, Londres y París. Todos estos números por lo general son conservadores y por otro lado, la estadística sobre materias tan sensibles que atañen al género humano se difunden concierta discrecionalidad y por lo general llegan o las difunden pasado cierto tiempo, por lo que debemos utilizar la imaginación para entender todo este andamiaje que como hemos insistido conculca los Derechos Humanos.

La persistencia de la discriminación de la mujer --sobre todo, aunque no únicamente, en los países en desarrollo-- es, según la ONU, no sólo un grave problema de injusticia, sino también un obstáculo fundamental para sacar a esos países de la pobreza. Hasta el punto de comprometer gravemente el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aprobados por la ONU en el 2000, y que se planteaban reducir a la mitad la pobreza extrema en el planeta en el año 2015.

La UNFPA advierte que la discriminación de la mujer es la gran enfermedad del mundo, y no habrá prosperidad; y sin prosperidad, no habrá seguridad, señaló. Esto es como admitir que a confesión de parte, relevo de prueba. Los hechos que están frente a nosotros se hacen cada vez más inobjetables.

Para las Naciones Unidas, sólo un compromiso decidido de los países ricos para aumentar las ayudas en salud y educación en los países en desarrollo puede invertir poco a poco esta situación. La UNFPA calcula el dinero necesario en 135.000 millones de dólares sólo en el 2006. Una cifra que califican de "modesta" en comparación con el billón de dólares de gasto militar en el año 2003, aunque muy superior a los 69.000 millones destinados por los países donantes ese mismo año a ayuda al desarrollo. EEUU gasta casi lo mismo que el resto del mundo junto en fuerza militar.

Parte V

La libertad de expresión e información está mancillada

Son tan amplias y tan estrechas las relaciones entre Derechos Humanos y Medios de Comunicación Social que cualquier tentativa de aproximación superaría la extensión en abordar este tema de manera soluble o factible, por cuanto, el derecho a esta libertad de opinión, expresión e información fue reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, sin embargo, esto no incide para comprender la justa dimensión de la saña que hoy día se cierne por la actuación desmedida de los medios de comunicación social en desmedro de la dignidad humana.

Estos vínculos servirán de preámbulo para examinar el papel de los medios de comunicación en la construcción de una cultura de paz, en el plano pedagógico, en el entendido de los desafíos y peligros que la mundialización y/o globalización de la economía (en el entendido de que la globalización es una dimensión del capitalismo que marca el sistema de regla establecida por los centros de poder mundial) supone para el ejercicio de los Derechos Humanos, a cuya nefasta influencia no son ajenos los mediáticos medios de comunicación social.

Precisamente, las Naciones Unidas, en la consecución de una manera de establecer una paz verdadera después de la Segunda Guerra Mundial, reconoció el papel que podía desempeñar la comunicación como factor determinante de comprensión internacional y como instrumento de un mejor conocimiento reciproco entre los pueblos.

Este organismo internacional, en su primera Asamblea General, declaró, dado el antecedente de los controles y censura de la posguerra, que la libertad de información es la piedra de todas las libertades y un derecho humano fundamental. Por tanto, a los medios se le asignó la "obligación moral de investigar los hechos sin prejuicio y difundir las informaciones sin intención maliciosa".

Sobre la actividad comunicacional diversos debates y resoluciones se han referido a los derechos, obligaciones y prácticas de los medios de comunicación social. Pero desde 1946 se ha producido una rápida evolución, por tanto, es predecible suponer que los medios de comunicación social están inmersos en más que una "libre circulación de ideas".

La información como elemento fundamental de la problemática de nuestra época ha impulsado la preocupación en los pueblos por la utilización de los medios de comunicación con fines educativos y en pro del desarrollo pacífico de las naciones, tras salvaguardar la integridad cultural de los pueblos, todo esto como instrumento válido de un nuevo orden internacional más equitativo y respetuoso del ser humano.

Pese a la creencia de que la difusión internacional de la información bastaba para que los pueblos se comprendieran y se minimizarán los conflictos bélicos y de tantas formas contrarias a la dignidad humana, otra realidad menos encubierta desvelaba la desigual distribución internacional de los medios de comunicación.

Esta manipulación hoy día está latente en unos escenarios o contextos que obedecen los lineamientos del modelo o sistema capitalista, donde la comunicación es una herramienta poderosa en la manipulación informativa que se cierne contra los pueblos.

Es decir, estos medios son vehículo de opresión y garante de una información deformadora de los ciudadanos y ciudadanas, con sus ingredientes fuertemente alienantes y transculturizadores en la imposición de la ideología dominante emanada desde el imperio del capitalismo, diciendo lo que a su juicio es la única forma de representar objetiva y veraz, la realidad social y política de los pueblos.

Por tanto, estos medios deben convertirse en auténticas palancas de transformación y de integración entre los pueblos, constituyendo las bases de una mejor comprensión del ámbito internacional en el entendido del fomento de la paz y la concordia entre las naciones, cuyo escenario sea una genuina democracia participativa y protagónica en los pueblos.

Acerca de estos planteamientos, el debate ha sido siempre abierto y al que los organismos del sistema de Naciones Unidas, encargados del problema de los medios de comunicación social, a veces no han encontrado soluciones duraderas. Entre tanto, la despiadada globalización neoliberal propicia la privatización sistemática de los servicios públicos tales como la salud y la educación, áreas del menú de derechos humanos, que han sido industrializados, mercantilizados.

El derecho a la libertad de opinión, expresión e información fue reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en fecha 10 de diciembre de 1948, en París. También ese derecho está reflejado y garantizado en el artículo 19 en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, al tiempo que se prohíbe toda propaganda a favor de la guerra, la incitación a la discriminación o la violencia, según lo tipifica el artículo 20 del mencionado Pacto.

A pesar de la vigencia de estos instrumentos internacionales, aún está lejos la extinción del fantasma del capitalismo salvaje. Ciertamente, el orden mundial de la comunicación y de la información, certifica que por lo menos el 80% de las informaciones son emitidas por los países ricos, situación que tiende a agravarse de manera abismal, entre otras causas, debido a la concentración de los medios en unas pocas multinacionales de la información, pues la visión fundamentalista propone que hay una sola política económica posible: satisfacer las expectativas de quienes toman las decisiones en el escenario global.

De modo que, si la información es la piedra angular de las democracias, la base esencial para el progreso de la civilización y de los pueblos, la inexistencia de medios eficaces para su intercambio constituye un factor limitador en el desarrollo y social de los pueblos, al tiempo que se conculcan derechos fundamentales.

Por otra parte, esa concentración de medios en una escasa minoría contradice la propia doctrina de la comunicación que no entraña solamente un emisor activo y un receptor pasivo, sino que exige la participación, la puesta en común de un pueblo en el proceso de la comunicación, que pasaría a ser una corriente pluridimensional de informaciones y canales con múltiples retroacciones.

Contrariamente asistimos a un momento histórico caracterizado por la imposición a rajatabla de informaciones contraria a la objetividad y veracidad impuestas por el voluntarismo político por parte de los sectores que concentran el poder político y económico en el ámbito mundial capitalista.

De ahí que sea evidente que muchas de las informaciones en lo que atañe a la producción de editoriales, informaciones y programas, bien sea radiales o televisivos, etcétera, no siempre tienen en cuenta las necesidades humanitarias, fundamentales, de la población ni responden al ideal consagrado por los organismo internacionales de fomentar el espíritu de paz y contribuir en la construcción (entiéndase transformación) de un mundo genuinamente humanizado.

Desde la óptica imperialista asistida por sus lacayos títeres contrarrevolucionarios y traidores de la patria del Libertador Simón Bolívar, es decir, en el caso específico de la República Bolivariana de Venezuela, está en marcha un plan comunicacional que se enmarca en una "guerra de cuarta generación", en la que no son visibles los armamentos convencionales, sino que por el contrario las armas están representada en la acción desmedida de manipulación y desinformación mediante la generación de matrices de opinión contrarias a los intereses supremos del pueblo; cuya artillería mediática informativa ataca directamente la mente humana, generando caos y todo tipo de angustia en la población. Esto hay que desmontarlo a través de una acción crítica y revolucionaria por parte de los sectores progresistas de la revolución Bolivariana.

Pues bien, actualmente la educación en los Derechos Humanos y para la paz, concebida en la finalidad de informar de manera veraz, oportuna y objetiva, formar y transformar, constituye un importante instrumento de construcción de una nueva cultura, una nueva ética y una nueva moral, lo cual se traduce en el hombre y la mujer nueva y socialistas del siglo XXI.

En este proceso de transformación y paz con el agregado de la mayor suma de felicidad posible del pueblo, los medios de comunicación social tienen un papel preponderante en su día a día informativos, tal como ha sido recogido en numerosos documentos de la UNESCO.

Por lo que, es un imperativo, una necesidad urgente en los pueblo la contención de la información mediática y al desmontaje de la guerra de cuarta generación.

Periodistas versus medios de comunicación social

El acontecer periodístico revela como se pretende desvirtuar la labor pedagógica que debe existir en la función profesional de un comunicador social; si es que éste quiere contribuir acertadamente en la formación de nuestra ciudadanía o pueblo; se busca por todos los medios despojar a los hechos de las relaciones causales que incluyen el contexto y la integración que los explican, alejándose de la noticia como forma de conocimiento y de formación ciudadana.

Vale decir que la CRBV, en su preámbulo refiere que hay que "refundar la República" para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica en un Estado de justicia en el que prevalezca el imperio de la ley. Para esta encomiable misión el periodista juega un papel fundamental, por lo que no puede a ultranza asumir una posición conciliadora, mediática.

Un acontecimiento crece en importancia noticiosa, en la medida en que representa un cambio, introduzca una modificación significativa en la sociedad donde se produce. De este modo se dispone de un criterio para destacar aquellos hechos intrínsecamente valiosos, aunque carezca de espectacularidad, sobre aquellos anodinos, intrascendentes pero vistosos.

Asimismo, se entiende que los hechos adquieren valor noticioso en la medida que afectan al ser humano. El hombre, sin lugar a dudas, es la medida de todas las noticias hoy día. Eso explica que un hecho menor revista mayor importancia que otro intrínsecamente mayor por la circunstancia de afectar a mayor número de personas. En consecuencia los hechos no liberan al trabajo periodístico de las intromisiones de la subjetividad.

Un periodista, a diferencia de un historiador, trata simplemente de registrar cada acontecimiento singular cuando ocurre y se interesa en el pasado y en el futuro sólo hasta el punto en que estos elementos arrojen luz sobre lo que es real y presente. Es por ello que, en no pocas oportunidades, cuando estamos en presencia de un hecho noticioso aparentemente simple sólo estamos siendo víctimas de una ilusión, al no percibir toda la gama de relaciones que ese hecho tiene. De modo que, esa supuesta simplicidad de los hechos noticiosos viene a ser algo como una trampa en el trabajo periodístico, cuya consecuencia es la de reflejar parcialmente la realidad.

En la vida de una comunidad ocurren diariamente numerosos hechos. La doctrina de la objetividad erigió toda una mitología sobre el hecho, en el supuesto de que había encontrado un punto de referencia inconmovible, ajena a cualquier perturbación de carácter subjetivo. Ese hecho para determinar su condición potencial de noticia tiene ciertos atributos, los cuales son, esencialmente, cuatro: novedad, actualidad, significación social e interés público. Se tiende así a una simplificación excesiva de la realidad y a despojar a los hechos noticiosos de las relaciones causales que los explican.

Así como se elaboró una concepción de los hechos susceptible de servir de base a las noticias, también existe toda una formulación acerca de la naturaleza de la noticia y sobre la técnica de búsqueda, selección, redacción y presentación al público. Según esos criterios la noticia es una mercancía fungible, de vida efímera. De modo que, los actos normales de la vida humana, por grande que sea su valor intrínseco, no constituyen noticia, según el criterio del periodismo objetivo. Y sólo la anormalidad, lo que se sale de lo corriente, tiene cualidad noticiosa. El trabajo de los obreros, por ejemplo, sólo es noticia cuando se interrumpe.

Para tratar con una mercancía de naturaleza tan delicada no bastó con dominar los cuatro atributos que distinguen a los hechos con potencialidad noticiosa. Ese periodismo objetivo creo toda una técnica que, en resumen, consistió en limitar al máximo la libertad de reflexión y de criterio del periodista, a la hora de buscar, seleccionar, redactar o presentar las informaciones.

Pues bien, debido a esos imponderables tan frecuentes en el periodismo, hay un estilo, corriente o doctrina, que sí tiene importancia fundamental en el análisis de la noticia, y es el nacimiento de la información interpretada, en la cual se puede distinguir una fundamentación teórica y fórmulas de tratamiento técnico para las informaciones. Estos supuestos que sirven de base al periodismo interpretativo están diametralmente opuestos al periodismo objetivo. Se pudiera decir que estamos en presencia de otra posición doctrinaria, sólo que en esta oportunidad tenemos el compromiso de asumirla abiertamente.

Partimos así de la premisa de que el periodista en sus relaciones con la realidad se comporta exactamente como los demás sujetos cognoscentes. Su versión de los hechos, llámese noticia o reportaje, estará necesariamente contaminada con una dosis de subjetividad. En la medida en que se tenga conciencia de esta limitación consustancial al conocimiento humano, cualquiera sea la esfera en que se produzca, podremos tomar las precauciones necesaria en el ámbito ético para no quebrantar la veracidad del relato periodístico. Esto no es contrario a la información veraz, ni tampoco se coloca al margen del derecho a la información, sin censura, que tiene la población. Constitucionalmente y en todo lo que tiene que ver con el derecho a la información, sencillamente se está a derecho con el periodismo como palanca de transformación social en el marco de una información veraz y objetiva.

Cuando se admite la intervención de la subjetividad del periodista, no se está en modo alguno autorizando la introducción de la arbitrariedad y el capricho individualista en el ejercicio de la profesión de comunicador social. Pensar en algo como esto, implicaría convalidar un verdadero caos en el mundo de la información. No podemos olvidar que el relato de un periodista en particular va a ser cotejado con el de otros sobre el mismo asunto y que la deformación informativa intencionada quedará fácilmente al descubierto.

En cada relato encontramos el sello personal de quien lo escribe, su estilo, su temperamento, su enfoque, el enriquecimiento de su formación cultural, en el momento en que informa.

El reconocimiento de los ingredientes subjetivo no involucra la confusión entre información y opinión directa u opinión redaccional, ésta debe ser expresada en los editoriales, artículos, crónicas o columnas. En ese mismo orden de ideas, por ejemplo, para este escribidor o periodista este trabajo se enmarca en un gran reportaje periodístico interpretativo.

Entiéndase que al poner énfasis en esta distinción, no estamos admitiendo la validez del postulado de la doctrina de la objetividad, según el cual la separación de las informaciones y las opiniones en páginas distintas dentro del cuerpo del de medio de comunicación impreso constituye un certificado de imparcialidad. Pues, todo acercamiento a los hechos para transformarlos en información, todo tratamiento, encierra una dosis de opinión que se extiende desde la selección de los detalles hasta la estructuración, la redacción y la presentación de la noticia.

Asimismo, hay que destacar que la interpretación pone énfasis en el porqué, en la búsqueda de explicaciones para los acontecimientos; y agrega una pregunta más: para qué. Dentro de esta concepción, los hechos cuando se enfocan dentro de un proceso, no ocurren gratuitamente, llevan una finalidad abierta o solapada, conducen a algo de manera deliberada o no. De ahí, que siempre debemos preguntar o preguntarnos el para qué de las cosas. Por ejemplo, si el Gobierno propone una Ley especial de Cooperativas o decreta un aumento en las tarifas de los servicios públicos, no sólo es importante saber porqué lo hace, sino también para qué lo hace.

Entonces, el tratamiento interpretativo enseña a desconfiar de los hechos simples, así como insiste en las limitaciones que entraña al enfoque de los hechos aislados. El objetivo de quien escribe o hace periodismo, sigue siendo el hecho particular, sólo que ahora está consciente de que además, no es autónomo, que está consciente por circunstancias que lo preceden o lo rodean. No olvidar ese factor condicionante, no cercenar las vinculaciones de los hechos con el proceso a que pertenecen, eso es lo que se busca.

La interpretación no debe ser confundida con la emisión de opiniones directas. Postula la necesidad de enfocar los hechos en sus relaciones causales y en sus vinculaciones con el contexto que le es propio. Admite la necesaria e inevitable intervención de elementos subjetivos en el tratamiento informativo de la realidad, hace hincapié en el porqué, el para qué, la significación social y el interés público, trabaja sobre la base de una concepción de la actualidad menos restringida que la de la objetividad.

La interpretación es el sentido profundo de las informaciones, que permite tener una visión más profunda de la realidad, de los hechos. Se va más allá de las apariencias superficiales. Por lo mismo, la interpretación es algo más que una explicación. Al estudiar los hechos a la luz de sus antecedentes y de los condicionamientos contextuales para buscar una respuesta a los porqué y para qué se está proponiendo una organización significativa de los acontecimientos que envuelven una valoración inevitable. Eso es algo más que una simple explicación, aunque también se proponga hacer comprensibles los hechos. La explicación puede ser fría y neutra, mecánica, limitarse a los elementos evidentes. La interpretación, en cambio, es cálida y valorativa, analiza y recompone.

La interpretación no es tampoco el resultado de una simple acumulación de datos y, en consecuencia, una noción cuantitativa. Se trata, como de escoger aquellos datos que tengan significación para la comprensión del hecho que tratemos. No se trata de apabullar al lector con una masa de información no seleccionada, sino de realizar una jerarquización rigurosa en el volumen de datos que encontremos en la investigación. En el periodismo interpretativo, al revés de lo que ocurre en el periodismo objetivo, la calidad tiene más importancia que la cantidad. La interpretación no es un problema de extensión sino de enfoque. En ese tipo de periodismo el profesional de la información recupera el uso del cerebro, no por culpa suya sino por las imposiciones, algunas veces, de una política editorial.

Anhelos del pueblo

El pueblo, constitucionalmente, está en la búsqueda de refundar la República para la construcción de una sociedad democrática, participación y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, en el que se consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y las futuras generaciones.

Del mismo modo, ese pueblo, busca asegurar el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; e incluso, está empeñado en la promoción de la cooperación pacífica entre las naciones e impulsar y consolidar la integración latinoamericana de acuerdo con los principios de no intervención y autodeterminación de las naciones, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad; y conforme al principio de progresividad estar abocado a la defensa de los derechos humanos.

Por todas estas consideraciones constitucionales inherentes al respeto del género humano y de las naciones hermanas, razón de la existencia de ser de nuestro pueblo venezolano y Bolivariano, el norte en las informaciones deben estar sujetas a lo que ha sido ya visto el periodismo interpretativo.

El artículo 108 de la CRBV refiere que: "Los medios de comunicación social, públicos y privados, deben contribuir a la formación ciudadana…".

Igualmente, nos recuerda el artículo 130 del Texto Fundamental que: "Los venezolanos y venezolanas tienen el deber de honrar y defender a la patria, sus símbolos, valores culturales, resguardar y proteger la soberanía, la nacionalidad, la integridad territorial, la autodeterminación y los intereses de la Nación".

Pero, además, reza el artículo 132 de la Carta Magna que: "Toda persona tiene el deber de cumplir sus responsabilidades sociales y participar solidariamente en la vida política, civil y comunitaria del país, promoviendo defendiendo los derechos humanos como fundamento de la convivencia democrática y de la paz social".

El artículo 2º de la Constitución, asienta: "Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político".

Estas normas constitucionales, que parecieran preceptos Bíblico, nos obligan más aún al dominio del periodismo interpretativo, para enaltecer, denunciar, educar, informar, pero por sobre todo realzar los valores constitucionales y patrios; por tanto, hoy hay que estar a la vanguardia de la defensa de los derechos e intereses de los excluidos que subyacen en los barrios, en el campo y otros tantos escenarios donde nuestras hermanas y hermanos también padecen o se les niega el total disfrute de los Derechos Humanos.

Los hechos noticiosos

Los hechos noticiosos hay que ponerlos al desnudo para darle un contenido veraz y objetivo. Sobre la información periodística debe partirse de hechos reales y no de definiciones abstractas, sino de hechos objetivos vistos desde una perspectiva de una relación de causalidad, y, por medio del análisis de estos hechos, determinar el camino, y en ese ínterin servir enérgicamente al pueblo, en la medida en que es informado verazmente.

La prensa debe trabajar incansablemente para que nuestro pueblo despierte y sea elevado al mismo tiempo a niveles de conciencia que le permita unirse y luchar para cambiar su medio social. Por ejemplo, por una parte tenemos gente que sufre de hambre, miedo, con carencia de los derechos fundamentales; y por la otra existen hombres que explotan y oprimen a otros, contraste éste que existe en cualquier parte. Este indicador obliga a los periodistas a informar en función de contribuir hacia una ilustración que satisfagan las necesidades inmediatas de ese pueblo y que sean fácilmente aceptables y digeribles para ellos, que exalten su pasión por la lucha y su confianza en la victoria, que fortalezcan su solidaridad y los capaciten para combatir al enemigo con un solo impulso y un solo propósito. Si nos apartamos de estos objetivos, si lo que damos no puede ayudarlos a educar y orientar al pueblo, entonces nuestro trabajo de elevación será lo mismo que disparar sin apuntar, y nos habremos desviado de nuestro principio fundamental de servir a ese sacramental pueblo.

Hoy todavía existen medios de comunicación social que pertenecen a clases bien definidas y siguen lineamientos políticos definidos. Por tanto, el pueblo y la prensa deben constituirse en engranajes y tornillos pues forman parte constitutiva de la causa total de la revolución.

Ciertamente, estamos inmersos en un mundo en el que no existe ni el amor ni el odio sin que tenga una causa. El auténtico amor a la humanidad nacerá únicamente cuando las distinciones de clases hayan sido eliminadas. Esa predica del amor hacia nuestros semejantes nadie la práctica ni siquiera por muchos hombres conocidos por sabios, y todo porque es impracticable en una sociedad clasista. Las clases han provocado la división de la sociedad en muchos contrarios, y cuando ellas hayan sido eliminadas existirá el amor hacia el prójimo, pero no antes. Pero, hay quienes invierten el orden adecuado de las cosas, y sostienen, por ejemplo, que todo debería arrancar del amor; ahora bien, en lo que amor se refiere, en una sociedad dividida en clases sólo puede haber amor de clase. Sin embargo, éstos se empeñan en buscar un amor que trascienda las clases, un amor en abstracto, y también libertad en abstracto, verdad en abstracto, naturaleza humana en abstracto, etcétera. Lo cual demuestra que éstos han sido o están profundamente influidos por la burguesía.

Pues bien, --insistimos-- en cuanto al "amor a la humanidad", no ha habido tal amor que lo abarque todo desde que la humanidad se dividió en clases. A todas las clases dominantes del pasado les placía defender ese amor, y muchos hombres conocidos como sabios y prudentes hicieron los mismo; pero nadie lo práctico realmente hasta ahora, porque es impracticable en una sociedad clasista. El auténtico amor a la humanidad nacerá cuando las distinciones de clase hayan sido eliminadas.

Los periodistas tienen que estudiar la sociedad, es decir, las diversas clases de sociedad, sus mutuas relaciones y sus respectivas condiciones, así como la fisonomía y la psicología que les son propias. Solo cuando estas cosas hayan sido captadas y comprendidas claramente tendrán nuestros prensa un rico contenido y una acertada orientación.

Es verdad que hay periodistas que no tienen ningún entusiasmo por la causa del pueblo y se mantienen apartados, contemplando con la fría indiferencia las luchas y las victorias del pueblo; periodistas que sólo manifiestan placer cuando entona interminables loas de si mismo y, a veces, también de algunas personas de su propia cofradía. Por supuesto, estos individualistas periodistas son reacios a encomiar los meritorios hechos del pueblo y a elogiar su coraje en la lucha y su confianza en la victoria. Periodistas así son las ovejas negras del pueblo y este pueblo no tiene ninguna necesidad, por cierto, de tales "cantores".

El que tenga realmente buenas intención debe criticar con la mayor sinceridad sus propias faltas y las deficiencias de su trabajo, y proponerse corregirlas. Esta es la razón por la cual los socialistas revolucionarios han adoptado el método de autocrítica. Sólo una posición semejante es la acertada. Al propio tiempo, sólo a través de tal proceso de práctica realizada en forma concienzuda y responsable podemos comprender gradualmente cuál es el punto de vista justo y aprenderlo con firmeza. Si nos negamos a hacer esto en la práctica, demostraremos que realmente ignoramos la posición acertada, a pesar de nuestras presuntuosas afirmaciones en contra.

También asistimos hoy día a una nueva era política revolucionaria, la cual se diferencia entre una política vieja y otra política nueva, donde lo que es nuevo en este periodo histórico se torna viejo en otro. Por tanto, en esta nueva democracia la cual es científica, ésta se opone a todas las ideas imperialistas y avasallantes. Se busca la verdad a partir de los hechos: la verdad objetiva y la unidad entre la teoría y la práctica. Por tanto, al pueblo y a los estudiantes, lo esencial es dirigirlos, no para que miren hacia atrás, sino para que miren hacia delante. Esta lucha entre lo nuevo y lo viejo es una lucha entre la revolución y la contrarrevolución. La lucha entre lo nuevo y lo viejo es una lucha entre las nuevas fuerzas de las amplias masas del pueblo que lidera el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y las antiguas fuerzas –en decadencia—del imperialismo y la clase burguesa, que durante más de medio siglo se habían enquistado en nuestro país. El mástil del barco de la Nueva Venezuela aparece en el horizonte; lo aplaudimos y saludamos. ¡La Nueva Venezuela es nuestra!.

De ahí que es necesario comprender que la burguesía entiende por libertad de prensa la libertad de los ricos de editar periódicos, el acaparamiento de la prensa por los capitalistas, lo cual ha conducido a la venalidad de la prensa. Es decir, esa prensa reaccionaria se ocupa de distraer la atención del pueblo sobre los problemas realmente serios, profundos y fundamentales de la vida. Y en este sentido debemos encarar de una manera distinta una tarea para cuya solución existen todas las premisas materiales y faltan solamente la conciencia de su necesidad y la disposición para resolverla. Nos referimos a la tarea de transforma la prensa, de órgano exclusivo de información de las noticias políticas del día, en un órgano serio para la educación económica y la lucha del pueblo. La prensa tendrá que ubicar en primer plano los problemas del trabajo en su enfoque inmediato y práctico. Debe convertirse en el órgano de los consejos comunales, en el sentido de hacer pública precisamente toda la información que los empresarios capitalistas procuran ocultarles a los trabajadores. Hay que revelar a todas luces la organización interna de las empresas lo cual constituye para el capitalista algo que debe ser protegido de los ojos ajenos, pues esto es algo en que él busca por todos los medios de ser el soberano único y todopoderoso, a cubierto no sólo de la crítica o de la intervención, sino también de las miradas indiscretas.

Venimos de un prolongado dominio de la burguesía, por tanto, el soberano está necesitado de una amplísima campaña de ilustración, este pueblo está ávido de poseer cultura, conocimientos, de saborear una prensa que satisfaga sus necesidades inmediatas y que sea fácilmente aceptable para ellos, que exalte su pasión por la lucha y su confianza en la victoria, que fortalezca su solidaridad y lo capacite para combatir al enemigo con un solo impulso y un solo propósito.

En ese sentido, pues, los medios de comunicación social deben constituirse en el primer y principal recurso para elevar la autodisciplina de los trabajadores y transformar los viejos e inservibles métodos de trabajo, métodos de rehuir el trabajo propio de la sociedad capitalista. La misión consiste en poner de manifiesto todos los defectos de la vida económica empresarial privada o capitalista, fustigarlo de manera implacable, revelar todas las llagas de esa vida económica capitalista y apelar con ello a la opinión pública de los trabajadores, para lograr la curación de tantos males capitalistas.

La prensa, y esto debe evitarse, le dedica demasiado espacio a la agitación política sobre los viejos temas (ya conocidos, ya apreciados), al estrépito político; y reserva espacios mínimos a la edificación de la nueva vida: a la reproducción de hechos que dan testimonio de ella. Nuestra prensa no cambia todavía tanto como debería en una sociedad que está pasando del capitalismo al socialismo. No seremos revolucionarios, sino traperos, mientras toleremos en silencio la situación reinante en el país, por culpa del malsano capitalista egoísta. La prensa, aún guarda silencio a propósito de esto. Y si habla de ello, en con un estilo administrativo, burocrático, no como una prensa revolucionaria, no como un órgano de un pueblo que gradual y progresivamente ha venido demostrando con sus actos que la resistencia capitalista y de quienes conservan los hábitos de parasitismo capitalista, serán destrozados con mano férrea. A manera de parábola, quien no hace nada, no se equivoca.

Sin miedo y sin petulancia alguna debemos aceptar que el marxismo es por tanto, la ciencia de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad, es decir, la ciencia de la revolución socialista, o sea, la ciencia de la construcción y ordenamiento de la sociedad socialista.

Marx desdibujo las fuerzas determinantes del desarrollo de la sociedad. En ese sentido comprobó que la producción de los bienes materiales es la base de la vida y del desarrollo de cualquier sociedad. De ahí que el proceso de producción de los bienes materiales que convergen en el trabajo del hombre sean: los medios de trabajo y el objeto que ha de ser elaborado.

El trabajo es pues, la actividad racional del hombre encaminada a la producción de bienes materiales. Pero, el proceso de la producción no se comprende sin los medios de trabajo, que son todas aquellas cosas que utiliza el hombre para proceder sobre los objetos que han de ser elaborados. A su vez, estos medios de trabajo están ligados inexorablemente a los instrumentos de producción. Marx dijo que las épocas económicas se diferencia unas de otras no por lo que se produce, sino por los instrumentos que se emplean en la producción de bienes materiales.

De modo que, todos los medios (la tierra constituye un medio universal de trabajo) y los objetos del trabajo forman en conjunto, los medios de producción. Pero, los medios de producción, no pueden por sí solos crear bienes materiales. En consecuencia, la maquinaria más perfecta es absolutamente ineficaz si no interviene el hombre. Por tanto, el factor decisivo de toda producción es el hombre, es decir, su fuerza de trabajo.

Asimismo, en cualquier fase de desarrollo que se encontrara, producción siempre ha tenido dos aspectos fundamentales: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Las fuerzas productivas las forman los medios de producción; mientras que, Marx llamó a las relaciones de producción o económicas las que surgen entre los hombres en el proceso de producción, el cambio y la distribución de los bienes materiales.

Es así que, cuando los medios de producción son propiedad privada, entonces se establecen relaciones de explotación del hombre por el hombre, es decir, relaciones de dominación y subordinación. Bajo el capitalismo los obreros no poseen medios de producción y por eso precisamente, se ven obligados a trabajar para los capitalistas. En el socialismo, por el contrario, los medios de producción pertenecen al pueblo. De ahí que, en el socialismo no haya explotación del hombre por el hombre, sino que las relaciones entre los ciudadanos y ciudadanas son de cooperación amistosa y ayuda mutua, es decir, socialista.

En consecuencia, en la sociedad capitalista, la burguesía, que es la propietaria de los medios de producción, dispone a su conveniencia de todos los productos del trabajo de los obreros, en tanto que la mayoría de esos obreros, pasan la vida sumida en la más fútil miseria.

En tanto que, en el socialismo los medios de producción pertenecen al soberano, la distribución de los bienes de consumo necesario se efectúa según el trabajo, y se asegura la elevación constante del nivel de vida material y cultural de todos los trabajadores. Este es, en ambos casos, el contenido de las relaciones de producción entre los hombres.

Sobre esto, precisamente, la historia del desarrollo de la sociedad humana registra cinco formas de relaciones de producción: el de la comunidad primitiva, el esclavista, el feudal, el capitalista y el socialista. Cada uno de estos estadios de la historia ha tenido una forma de propiedad, lo mismo de los instrumentos que de los medios de producción. Acerca de esto, la base de las relaciones de producción de los regímenes esclavista, feudal y capitalista, ha sido la propiedad privada de los medios de producción, propiedad que siempre ha originado y origina inexorablemente la división de la sociedad en clases hostiles, pues hay explotados y explotadores, por tanto, el rasgo de regímenes es la encarnizada lucha de clases. Únicamente no hay lucha de clases en el socialismo, en virtud de que la base de las relaciones de producción está sustentada en la propiedad social, socialista, sobre los medios de producción, pues la sociedad socialista está conformada por clases amigas: obreros, campesinos, indígenas y la capa social formada por los intelectuales.

A cada una de estas fases de formaciones económicas-sociales: la de la comunidad primitiva, la esclavista, la feudal, la capitalista y la socialista, le corresponde su propia economía, sus conceptos, ideas e institutos; en las que el avance de las formaciones económicas-sociales comienza por la fase inferior y progresa hacia la superior; así el feudalismo cedió su lugar al capitalismo, y éste al socialismo, fase inferior del comunismo; la raíz del surgimiento, desarrollo y destrucción de las formaciones económicas-sociales están precisamente en las leyes del desarrollo de la sociedad.

El marxismo enseña que no se debe concebir la naturaleza y la sociedad como una aglomeración fortuita de fenómenos aislados, exentos de relaciones mutua. Por el contrario, debemos tener presente que todos los fenómenos de la naturaleza y la sociedad guarda relación entre sí y, por tanto, se condicionan mutuamente. Esa profunda relación entre los fenómenos se manifiesta en las leyes del desarrollo de la naturaleza y la sociedad. La misión de la ciencia estriba en descubrir dicha leyes.

Parte VI

A manera de conclusión

Quienes creyeron que el nuevo milenio iba a profundizar los Derechos Humanos, se equivocaron. Los crímenes de lesa humanidad, el genocidio aberrante contra pueblos enteros así lo confirman. Aunque nunca antes como ahora han coexistido infinidades de normas, organismos internacionales y autoridades encargadas de proteger la vida y la dignidad y, sin embargo, jamás como el más de medio siglo que se extendió desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) hasta nuestros días, se han registrado tantas y tan atroces violaciones de las garantías fundamentales.

Una de las contradicciones desafiantes es cómo el bienintencionado discurso sobre los derechos humanos que producen los Estados y las instituciones internacionales tiene como escenario una desdichada realidad sobre todo respecto al derecho a la vida. Esta dramática paradoja que contrasta entre la teoría y la práctica, entre los derechos humanos y la cotidianidad de la vida, deja en evidencia que no es posible que mediante la intervención de los aparatos internacionales y estatales, sean superadas las violaciones.

Se requiere la participación activa de los pueblos, movimientos sociales, partidos políticos, las comunidades para que tenga lugar el cumplimiento de las promesas contenidas en las declaraciones y convenciones internacionales y regionales en materia de los Derechos Humanos. Es un tema que debe ser reivindicado por la sociedad civil.

El sindicato de naciones poderosas que conforman la OTAN, al igual que la ONU y la OEA, entre otros organismos internacionales que avalan y apoyan el actual sistema mundial, son instituciones que a las decisiones sobre los crímenes y la destrucción les brindan soporte y "legitimidad democrática".

El complejo militar-industrial utilizó su poder para modificar las instituciones según su propia conveniencia. La OTAN quizá la más dañina tiene como función filtrar y adecuar las grandes opciones de carácter estratégicos que faciliten las orientaciones para el dominio del mundo, no hay reglas, todo es válido.

Debemos insistir en que un ser humano como realidad singular es el epicentro del universo.

Por tanto, la idea de la dignidad humana es el núcleo de los Derechos Humanos. Los seres humanos no somos animales de rebaños sino conciencias en libertad, y a pesar del carácter profano de las mujeres y los hombres, las personas son sagradas porque en ellas palpita la humanidad. Las primeras palabras de la Declaración Universal, nos recuerda: "Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos".

La realidad que ofrece nuestra hermosa Tierra en el respeto a los Derechos Humanos nos acusa de faltos de humanidad. Mientras haya innumerables crímenes amañados con la impunidad, mientras la mayor parte del género humano viva en el hambre y en las injusticias para morir en el abandono y en la ignorancia, el documento que fue adoptado el 10 de diciembre de 1948 en París, continuará siendo letra hueca y vana. El espectáculo que ofrece el mundo en su entorno al margen de los Derechos Humanos, sin duda, nos ancla en el pesimismo.

Estamos apreciando guerras insólitas, guerras de contención contra aquellos que están luchando para gozar plenamente de sus derechos fundamentales. Un aparte del preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, conmina a las naciones "a reafirmar su fe en los Derechos Humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y de las naciones grandes y pequeñas".

Desde el primer momento en que esta gran tarea sobre la codificación de los Derechos Humanos se terminaba en 1948, surgían sus críticos, uno de ellos el filósofo Jacques Maritain, quien cristalizó: "La función del lenguaje ha sido pervertida de tal manera, se ha hecho mentir de tal modo a las palabras más verdadera, que para dar a los pueblos la fe en los derechos del hombre no bastarían las más bellas y las más solemnes declaraciones. Lo que se reclama a quienes las suscriben es que las pongan en práctica, es que encuentren la manera de hacer respetar efectivamente los derechos del hombre por parte de los estados y gobiernos". Esto no ha variado en nada. En fin, estas libertades enunciadas serán siempre ilusorias en tanto exista el depredador y criminal capitalismo salvaje, generador de la maldad, el individualismo, la exclusión y el egoísmo.

Sólo el Pueblo salva el Pueblo he ahí el desafío de los Derechos Humanos para que resplandezca la dignidad de los Pueblos y a la postre la consecución de un hábitat humanizado ante la vorágine del capitalismo salvaje que está exterminando toda forma de vida en nuestra hermosa Tierra y pretende llevarse consigo a la humanidad.

 


 



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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