Aunque no está en el informe de Bachelet se nos está violando el derecho a la calidad de la muerte; explicable esa exclusión, entre otras causas, debido tal vez a tabúes que pesan sobre el particular. Pero lo cierto es que en nuestro país con dos presidentes se habla constantemente de tal derecho, aunque no siempre de forma tan explícita o abierta. Cuando reclamamos nuestro derecho a la vida porque nos estamos muriendo lentamente de hambre, ya estamos entrando en esos asuntos.
Y es que las circunstancias por las que estamos pasando nos obligan plantearnos temas que no queremos pero que giran constantemente dentro de nuestros atribulados cerebros, como por ejemplo, precisamente, la calidad de la muerte que viene acompañada de la pérdida de la calidad de vida que estamos padeciendo.
Morirnos hoy no es lo mismo que antes. Ya no podemos "morirnos en paz", estando de por medio las carreras y las preocupaciones que dejaremos a nuestros deudos a quienes terminaremos de sepultarlos vivos en la ruina y desesperación más absoluta al no poder con los gastos de funerarios. Sin incluir los gastos de salud previos en muchos casos. En tales e impuestas circunstancias, después de vivos, estamos colaborando con la tragedia familiar, con la muerte en vida de ellos; nuestros verdugos nos han convertido esta vida en un verdadero proceso hacia la muerte.
Dado que morir es un proceso que podría iniciarse con el padecimiento de alguna enfermedad, la propia vida del enfermo asigna una carga abrumadora para la familia que termina viéndolo como un problema en vez de un familiar que necesita de amoroso cuidado. La pérdida de calidad de la muerte está afectando los vínculos afectivos dentro de la familia. No es extraño ver hijos renegando del sostén de los padres ancianos o enfermos porque les resta posibilidades a su ya precarizada vida, lo que suele ser fuente de dolor espiritual muy grande para los mayores. Es inhumano vivir pensando que tu propia muerte va a causar una catástrofe a tus seres queridos, no por razones emocionales, sino por la deuda que caerá sobre sus ya precarizadas vidas.
Por otro lado, no tienes derecho a morirte porque nuestras leyes te lo prohíben. Si eres enfermo terminal y sufres de indecibles dolores, tienes que soportarlos hasta que la muerte benigna venga a darte alivio. Mientras, tus seres queridos ven como te consumes sin poder hacer otra cosa que vender sus pertenecías mas preciadas para sostenerte.
Es bastante triste hablar de eso, pero es así. Los míseros salarios son insuficientes para sostener nuestra calidad de vida y fugaz paso por este mundo, no podemos invertir lo que no tenemos para despedirnos adecuadamente de nuestros muertos.
Imposible concebir a estas alturas la idea de solicitarle a cualquiera de los dos presidentes que tenemos, al deslegitimado por su gestión y al deslegitimado por auto proclamación y por cuestionables movimientos con recursos y activos del país en el exterior, sus buenos oficios para que los venezolanos comencemos a recuperar algo de la calidad de vida que tuvimos en otros tiempos, pues ambos están muy ocupados en su guerra por la apropiación del país y, lo que esto implica, la guerra de exterminio lento de venezolanas y venezolanos. Sin nuestro consentimiento se disputan lo que pertenece a toda la nación y hacen furtivos cálculos acerca de cuánto Pueblo podría morir por su codicia, poder y privilegios. Nuestra vida o nuestra muerte se negocian igual que la soberanía, el territorio y los recursos naturales en cenáculos fuera de nuestras fronteras. Individuos mezquinos y bien alimentados y bien vestidos, abortan la suerte de millones de seres humanos en esta tierra de gracia que es Venezuela. Nos piensan como cosas en su necrófila negociación en Noruega Las venezolanas y los venezolanos, estamos ya en inconfundible proceso hacia una muerte temprana administrada por esas bandas, que se acusan entre ellos de estar gestionando la enfermedad y la muerte del Pueblo tratando de sacar provecho de tales denuncias.
Como es imposible que se pongan de acuerdo y hagan algo por nuestra vida, tal vez, solo tal vez, tenga sentido exigirles algo por nuestras muertes; les proponemos:
Que el Gobierno y su ANC legisle acerca del tema de la muerte:
- Muerte asistida
- Crematorios autorizados gratuitos
- Lugares donde enterrar a nuestros muertos
Que el guaidosismo ponga a funcionar algo de aprecio por este país y destinen recursos, de los que le han expropiado a la nación en el exterior, y construyan ellos alguna solución que alivie nuestro breve tránsito por este mundo. Que legislen, ya que no lo hacen para oponerse al abuso desorbitado de comerciantes y especuladores, al menos para quitarnos la culpa de tener que morir y llevarnos con nosotros la poca vida con la que nuestros deudos resisten la tragedia nacional que han creado en conjunción con el Gobierno.
Acercarnos a la muerte por hambre o por enfermedad es algo que están haciendo con eficiencia y empeño, quizás por eso sea mucho pedirles que nos ayuden a morir en paz… tengo esa duda.