Las negociaciones de la banca extranjera, los prestamistas locales y la participación de los funcionarios a cargo del manejo de las cuentas, implica escribir varios tomos de historia, economía y pillaje. Sin dudas, Teodoro Petkoff Malec, alias Teddy, ocuparía una buena parte del índice en los capítulos referidos al chanchullo y al enriquecimiento ilícito.
Cuando Teddy llegó al poder, en abril de 1996, encontró en el Banco Central de Venezuela y en el Ministerio de Hacienda un clan de afamados “expertos en refinanciamiento de deuda pública”, “emisión de bonos” y, por supuesto, en lujo, peculado, estafas, corrupción y saqueo del erario público. No tardó Teddy en asimilarse y, en muy poco tiempo, comandar la bandita enquistada en las finanzas públicas. Incluso, logró negociar la salida de algunos de ellos y atornillar a nuevos integrantes, quienes aún se mantienen allí y velan por sus intereses.
En febrero de 1996, Luis Raúl Matos Azócar, ministro de Hacienda, suscribió los mandatos para colocar por segunda vez papeles públicos en Alemania y Japón. La negociación fue conocida entre los banqueros venezolanos como la golilla de los Von Matos y Bonosushi. El primer formato fue liderado por Westdeutsche Landesbank, a un plazo de siete años; y Nikko Securites se encargó de la colocación asiática, a un plazo de tres años. Venezuela se preparaba para sumar a su deuda 994 millones de dólares más. Una bicoca para la época.
Sin embargo, la operación debió esperar por la autorización de las comisiones de Finanzas de las cámaras de Diputados y Senado, y por la opinión del Banco Central de Venezuela. Llegó Petkoff al Gabinete Económico y los obstáculos e intereses políticos y técnicos que Matos no terminaba de sobreponer, Teodoro los remontó y concretó la emisión de los Von Matos y los Bonosushi. El jefe de Cordiplan iniciaba una fructífera y exitosa carrera en “El fabuloso mundo del dinero y la bolsa”, según cuño de André Kostolany.
Los primeros escarceos contaron con un grupo encabezado por la banca de inversión Deutsche Morgan Grenfell, el Ministro de Cordiplan y sus asesores, entre ellos: Carlos Hernández Delfino, Alesia Rodríguez (la “bonochica” de Matos), la colombiana Emma Betancourt, conocida por sus operaciones con la Organización Cisneros , Roy Ellis, director adjunto de Finanzas Públicas (y ahora muy activo intermediario con la V República ), y ARMANDO LEÓN, QUIEN EN POCO TIEMPO SE CONVIRTIÓ EN EL PUPILO FAVORITO DE PETKOFF Y CON EL TIEMPO EN SU QUINTA COLUMNA EN EL BCV.
¡Chao, negro! ¡Hola, catire!
En diciembre de 1997, Luís Raúl Matos Azócar renuncia al Ministerio de Hacienda. Los escándalos en torno a su gestión eran demasiados. La buena conseja política lo llevó a buscar la salida menos traumática. Su salida del gobierno terminó con el enfrentamiento entre el Congreso de la República y el poder Ejecutivo, pero su nombre estaba embarrado en varios casos de corrupción que fueron desde ``las colitas de Pdvsa'' hasta la negociación fraudulenta con papeles del Estado, pasando por aquel casi olvidado caso de pececitos de colores y las frutas exóticas de la OTAC.
Todos fueron conocidos por la Comisión de Contraloría de Diputados y ahí quedaron. No hubo pronunciamiento de Salvaguarda y la Contraloría General de la República anunció que continuaría investigando la participación de Matos en el doble pago a una empresa vendedora de armas, en lo que se conoció como caso Samana. O la relación de su hermana con el lavado de dólares en el Banco Industrial, sucursal Miami.
Matos Azócar -apasionado Lusinchista- tenía el apoyo del dúo dinámico Caldera-Alfaro Ucero. Su renuncia fue una estrategia para darle tiempo al tiempo. Caldera, por boca de su excitado ventrílocuo Teodoro Petkoff, había anunciado que Matos seguiría en el Gobierno, quizá entre bastidores.
En 1998 es designado el empresario Freddy Rojas Parra como titular de Hacienda. Así Caldera otorga una cuota de poder a Fedecámaras y Petkoff termina por posicionarse como jefe del Gabinete Económico. CARLOS HERNÁNDEZ DELFINO, FORRADO HASTA LOS TEQUE TEQUES PREPARA SUS MALETAS PARA EMIGRAR A LA BANCA PRIVADA NO SIN ANTES ACOMPAÑAR A TEO, ALESIA RODRÍGUEZ Y ARMANDO LEÓN, AHORA DESDE EL BCV, NUEVAMENTE A LOS MERCADOS INTERNACIONALES PARA DARLE UNA NUEVA ESTOCADA A LA DEUDA EXTERNA. El triunfo de Chávez era inminente. Políticamente ni Convergencia ni AD tenían vida; el MAS había abandonado a sus fundadores y se sumaba al polo patriótico. Los forajidos debían asaltar la última caravana.
El 11 de marzo de 1998, el Ministerio de Hacienda hizo del conocimiento de la opinión pública que el gobierno venezolano proyectaba vender 500 millones de dólares en bonos Globales a 20 años en el mercado estadounidense. La operación, que se realizaría a mediados de año, tendría como objetivo el pago de deuda externa que estaba en atraso y el refinanciamiento de la deuda que estaba por expirar.
En esa oportunidad correspondería JP Morgan ser el banco director de la venta y de la fiesta. Sin embargo, funcionarios de JP Morgan se negaron a comentar la información. Sólo alcanzaron a decir: “Pudiéramos ir al mercado en los próximos dos meses o un poco después, dependiendo de cuán rápido logremos la aprobación del Congreso y de las condiciones del mercado''.
Se trataba de la primera operación que efectuaría el clan de Petkoff en los mercados internacionales desde que, en septiembre del 1997, vendiera 4,4 millardos de dólares en bonos globales a 30 años en el mercado estadounidense a cambio de bonos Brady. Mientras se afinaba la emisión y se cuadraba en el Parlamento la respectiva aprobación, en esta oportunidad no debían cometerse los mismos errores, Teddy y Freddy Rojas Parra, junto al presidente del BCV, Tony Casas, realizaron un viaje por 24 horas a Washington para concretar con Michel Camdessus los últimos detalles para la suscripción del Acuerdo Sombra con el FMI a concretarse a finales de marzo.
El crimen sí paga
A LAS OPERACIONES CON BONOS GLOBALES REALIZADAS POR PETKOFF, HERNÁNDEZ DELFINO, ARMANDO LEÓN y Alesia Rodríguez estuvieron siempre acompañadas del estigma del escándalo. Luego del traumático proceso que se gestó durante la fase inicial de su emisión, en septiembre de 1997, otra historia ensombreció de nuevo los títulos de la República en julio de 1998.
En conclusión. Si existiera un Nóbel para el ministro más versado en comprometer el futuro de miles de ciudadanos de un país, y asegurar hasta la quinta generación de su descendencia, sin duda, ese premio, sería para Teodoro. Con los Ven18, Petkoff marcó récord con la peor negociación que con deuda pública se haya hecho en Venezuela. Superó en lo malo el canje de bonos globales de 1997, dejó en pañales el “engaño Lusinchi”, aquel pajarito que pío tarde.
Teddy emitió bonos con 20 años de plazo, a una supertasa de interés fija de 13,62%, un costo que, además de ser récord para Venezuela, superó con creces el interés que por tradición han pagado países en situaciones casi de guerra, como Rusia (11,75%) y Turquía (9,9%).
El endeudamiento a 20 años con semejante tasa fija colocó a la República en una economía de extremo. En los años consiguientes las condiciones económicas del país mejoraron (suben los precios del petróleo y la economía crece), el precio de esos papeles, negociados por Teddy, se colocan por encima de 130% de su valor nominal, lo cual significa una enorme transferencia de riqueza para los clientes de JP Morgan -agente colocador de la emisión- en contra de los intereses de la República.
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